La escalada de violencia del
conflicto palestino-israelí anuncia con agravarse al infinito.
Y, ayer, la intifada palestina avanzó un casillero más.
No se trata de piedras contra tanques, ni de atentados suicidas, ni de
emboscadas en las rutas de los colonos judíos. En una acción
sin precedentes en la intifada, un comando palestino se infiltró
en una base militar israelí cercana al asentamiento judío
de Nevé Dekalim, en Gaza. Tres soldados murieron y siete quedaron
heridos. El atentado fue reivindicado por los Batallones de Resistencia
Nacional Palestina el brazo armado del Frente Democrático
para la Liberación de Palestina (FDLP), pero Israel atribuyó
al líder palestino Yasser Arafat su entera responsabilidad.
La Autoridad Palestina dispuso la inmediata evacuación de sus fuerzas
de seguridad, previendo represalias israelíes. Estas ya comenzaron:
tanques israelíes entraron a territorio autónomo palestino
cerca de Rafah (franja de Gaza). El saldo fue de un palestino muerto y
cinco heridos.
El espectacular ataque costó la vida a sus dos autores: Amín
Abu Hatab, de 26 años y Hicham Abu Jamus, de 24 años, ambos
oriundos de la franja de Gaza y miembros del brazo militar del FDLP. Los
dos palestinos atacaron la posición israelí Marganit
que controla el acceso a las colonias judías de Bedolah y
Atzmona cercanas a la ciudad palestina de Jan Yunes desde donde, según
el Ejército, provenían los atacantes tras burlar el
sistema defensivo de la base; luego, abrieron fuego con fusiles de asalto
y lanzaron granadas contra los militares. Hubo un combate cuerpo
a cuerpo, declaró el general israelí Doron Almog,
comandante de la región militar sur de Israel. Inmediatamente después
de lo ocurrido, el Ejército israelí cerró todos los
accesos a la Franja de Gaza.
La novedad de la modalidad de la operación recordó las
tácticas del Hezbolá, el movimiento chiita libanés
que obligó a Israel a una retirada unilateral del sur del Líbano
en mayo del 2000, decidida por el primer ministro israelí de entonces,
Ehud Barak. Los palestinos interpretaron aquella medida como una cesión
del Tsahal (ejército israelí) frente al Hezbolá,
por lo que los dirigentes israelíes consideran que tal situación
inspiró a Arafat para actuar en la franja de Gaza y Cisjordania.
Otra arista que resurge es el temido decaimiento moral del
país. La cuestión que se plantea no es saber cómo
vamos a reaccionar militarmente sino mentalmente, comentó
el ministro israelí de Transportes, Efraim Sneh, viceministro de
Defensa durante la retirada del Líbano.
Entretanto, el ministro de Comunicaciones, Reuven Rivlin, amenazó
con que si ahora los palestinos utilizan tácticas y recurren
a los mismos ataques del Hezbolá, entonces deberemos volver a examinar
la situación y decirle a Arafat: si quiere guerra, la tendrá,
nadie puede salirse de esto después de lo que ustedes han hecho
la noche pasada y, si continúan, declararán la guerra a
Israel. Siguiendo con el mismo tono de declaraciones, el consejero
político del primer ministro israelí Ariel Sharon, Meir
Rosen, subrayó que el objetivo de la operación, para
Yasser Arafat, era probar que Israel está obligado a negociar con
los palestinos bajo el fuego, a pesar de las afirmaciones contrarias del
primer ministro israelí, en alusión a la próxima
reunión prevista entre el canciller israelí, Shimon Peres
y Arafat, que aún no tiene fecha ni lugar. También el ministro
de Defensa israelí, Benjamín Ben-Eliézer, calificó
de sumamente graves los hechos. Por su parte, los observadores
del conflicto consideran que el Ejército israelí puede lanzar
una represalia militar de una envergadura no utilizada hasta ahora. Lo
mismo dió a entender el titular de Justicia, Meir Shitrit, destacado
miembro del partido derechista Likud que encabeza Sharon.
Bush había pedido anteayer a Arafat que se esfuerce al 100
por ciento para poner fin a la violencia, como condición
previa para establecer un diálogo con Israel, a lo que el ministro
palestino de Información, Yasser Abed Rabbo, contestó ayer
diciendo que Estados Unidos corre el riesgo detener que asumir toda
la responsabilidad de la continuación de la violencia y de las
víctimas en los dos bandos.
El FDLP se fundó en 1969 como desprendimiento del Frente Popular
de Liberación de Palestina (FPLP) y, desde entonces, es liderado
por Nayef Hawatmeh. Actualmente ambas organizaciones FDLP y FPLP
son junto al movimiento Al Fatah de Yasser Arafat los tres componentes
centrales de la OLP. Sin embargo, se diferencian de este último
por oponerse a los acuerdos de Oslo de 1993 sobre la autonomía
palestina. El FDLP fue pionero en difundir el marxismo en el movimiento
palestino y en entablar vínculos con la ex URSS. En abril pasado
endureció su posición y convocó a la movilización
general y a armar a los palestinos en grupos de defensa para organizar
la resistencia.
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