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Operación Comando, la novedad de la intifada

Dos palestinos entraron a un puesto militar israelí y mataron a tres soldados. La represalia a esta nueva modalidad de ataque ya comenzó: tanques israelíes entraron en la franja de Gaza.

Hicham Abu Jamus, 24 años, militante palestino de los �Batallones de Resistencia�.

La escalada de violencia del conflicto palestino-israelí anuncia con agravarse al infinito. Y, ayer, la intifada palestina avanzó un casillero más. No se trata de piedras contra tanques, ni de atentados suicidas, ni de emboscadas en las rutas de los colonos judíos. En una acción sin precedentes en la intifada, un comando palestino se infiltró en una base militar israelí cercana al asentamiento judío de Nevé Dekalim, en Gaza. Tres soldados murieron y siete quedaron heridos. El atentado fue reivindicado por los “Batallones de Resistencia Nacional Palestina” –el brazo armado del Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP)–, pero Israel atribuyó al líder palestino Yasser Arafat su “entera responsabilidad”. La Autoridad Palestina dispuso la inmediata evacuación de sus fuerzas de seguridad, previendo represalias israelíes. Estas ya comenzaron: tanques israelíes entraron a territorio autónomo palestino cerca de Rafah (franja de Gaza). El saldo fue de un palestino muerto y cinco heridos.
El espectacular ataque costó la vida a sus dos autores: Amín Abu Hatab, de 26 años y Hicham Abu Jamus, de 24 años, ambos oriundos de la franja de Gaza y miembros del brazo militar del FDLP. Los dos palestinos atacaron la posición israelí “Marganit” –que controla el acceso a las colonias judías de Bedolah y Atzmona cercanas a la ciudad palestina de Jan Yunes desde donde, según el Ejército, provenían los atacantes– tras burlar el sistema defensivo de la base; luego, abrieron fuego con fusiles de asalto y lanzaron granadas contra los militares. Hubo un combate “cuerpo a cuerpo”, declaró el general israelí Doron Almog, comandante de la región militar sur de Israel. Inmediatamente después de lo ocurrido, el Ejército israelí cerró todos los accesos a la Franja de Gaza.
La novedad de la modalidad de la operación recordó “las tácticas del Hezbolá”, el movimiento chiita libanés que obligó a Israel a una retirada unilateral del sur del Líbano en mayo del 2000, decidida por el primer ministro israelí de entonces, Ehud Barak. Los palestinos interpretaron aquella medida como una cesión del Tsahal (ejército israelí) frente al Hezbolá, por lo que los dirigentes israelíes consideran que tal situación inspiró a Arafat para actuar en la franja de Gaza y Cisjordania. Otra arista que resurge es el temido “decaimiento” moral del país. “La cuestión que se plantea no es saber cómo vamos a reaccionar militarmente sino mentalmente”, comentó el ministro israelí de Transportes, Efraim Sneh, viceministro de Defensa durante la retirada del Líbano.
Entretanto, el ministro de Comunicaciones, Reuven Rivlin, amenazó con que “si ahora los palestinos utilizan tácticas y recurren a los mismos ataques del Hezbolá, entonces deberemos volver a examinar la situación y decirle a Arafat: si quiere guerra, la tendrá, nadie puede salirse de esto después de lo que ustedes han hecho la noche pasada y, si continúan, declararán la guerra a Israel”. Siguiendo con el mismo tono de declaraciones, el consejero político del primer ministro israelí Ariel Sharon, Meir Rosen, subrayó que “el objetivo de la operación, para Yasser Arafat, era probar que Israel está obligado a negociar con los palestinos bajo el fuego, a pesar de las afirmaciones contrarias del primer ministro israelí”, en alusión a la próxima reunión prevista entre el canciller israelí, Shimon Peres y Arafat, que aún no tiene fecha ni lugar. También el ministro de Defensa israelí, Benjamín Ben-Eliézer, calificó de “sumamente graves” los hechos. Por su parte, los observadores del conflicto consideran que el Ejército israelí puede lanzar una represalia militar de una envergadura no utilizada hasta ahora. Lo mismo dió a entender el titular de Justicia, Meir Shitrit, destacado miembro del partido derechista Likud que encabeza Sharon.
Bush había pedido anteayer a Arafat que se esfuerce “al 100 por ciento” para poner fin a la violencia, como condición previa para establecer un diálogo con Israel, a lo que el ministro palestino de Información, Yasser Abed Rabbo, contestó ayer diciendo que “Estados Unidos corre el riesgo detener que asumir toda la responsabilidad de la continuación de la violencia y de las víctimas en los dos bandos”.
El FDLP se fundó en 1969 como desprendimiento del Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP) y, desde entonces, es liderado por Nayef Hawatmeh. Actualmente ambas organizaciones –FDLP y FPLP– son junto al movimiento Al Fatah de Yasser Arafat los tres componentes centrales de la OLP. Sin embargo, se diferencian de este último por oponerse a los acuerdos de Oslo de 1993 sobre la autonomía palestina. El FDLP fue pionero en difundir el marxismo en el movimiento palestino y en entablar vínculos con la ex URSS. En abril pasado endureció su posición y convocó a la “movilización general y a armar a los palestinos en grupos de defensa para organizar la resistencia”.

 

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