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RIVER SOMETIO A HURACAN EN CUATRO TIEMPOS
Ganó, gustó, goleó, gritó

Se sacó la maldición de los últimos dos campeonatos, en los que el equipo de Parque Patricios le arruinó la chance del título, con una victoria sin atenuantes y goles de Cambiasso, Ortega, Cardetti y Moner en contra. Aunque Ramón Díaz asegura que al equipo le falta todavía, ayer borró de la cancha al rival, liquidó el partido cuando quiso y se mantiene como líder del Apertura. Su sombra de los últimos dos torneos, Derlis Soto, ayer fue precisamente eso: una sombra.

Por Adrián De Benedictis

El envión anímico y futbolístico de River prosigue su marcha en este torneo Apertura. Después de dos campeonatos con finales para el olvido, la llegada de Ramón Díaz a la conducción del plantel intenta darle una identificación que parecía perdida. Luego del triunfo ante Talleres, en Córdoba, el equipo logró ayer una goleada ante Huracán con una gran contundencia. Con el 4–1, River suma siete goles en dos encuentros y una superioridad abrumadora sobre los dos rivales que enfrentó. Y de cara al Superclásico del 16 de septiembre, a esta altura ya aparenta estar un escalón más arriba que su máximo rival.
Si bien frente a los cordobeses River inició el certamen con algunas dudas previas, debido a dos bajas fundamentales como Ortega y Yepes, por suspensión y cesión al seleccionado colombiano, respectivamente, en la tarde de ayer se esperaba ver el real poderío del conjunto de Núñez. Precisamente fue el volante quien demostró la jerarquía necesaria para ubicar a su equipo entre los candidatos en llegar al título. Además, la combinación que conforman junto a D’Alessandro, Cambiasso y Cardetti, lanzan a River como un serio aspirante.
Para certificar esa condición, River resolvió ayer rápidamente su compromiso. Exactamente a los 12 minutos de la primera parte ya tenía dos goles de ventaja: apenas al minuto de juego, Cambiasso definió de zurda, con mucha categoría, luego de que Ortega le robara la pelota a Lobos sobre la derecha. Luego, Moner se llevó la pelota por delante cuando Ortega ingresaba de frente al arco y la metió en su propia valla. Antes de esa primera conquista, Huracán había llegado con peligro con un tiro de González que se fue por arriba, y luego del primer gol Padra tuvo su chance, pero su remate fue bien interceptado por Comizzo.
A partir de ese momento, River controló el juego y Huracán intentó sin claridad. De esa manera, el equipo local tuvo varias oportunidades para aumentar el marcador. Primero Morquio se lo sacó en la línea a Cardetti, después el goleador la tiró por arriba, y sobre el final el arquero Ríos le ganó un mano a mano también a Cardetti.
El segundo tiempo terminó de confirmar esa supremacía de River. Más allá de que Huracán lo presionó en los primeros quince, el equipo de Díaz respondió por la vía del contraataque y en tres minutos selló el resultado. A los 18, Ortega marcó el tercero eludiendo al arquero, luego de una precisa habilitación de Cardetti. Luego, por fin el ex Central tuvo su premio: arrancó por la izquierda con la marca de Morquio, y cuando ingresó al área le pegó de zurda al primer palo de Ríos. En ese marco, River dejó que pasara el tiempo con toques y lujos. Huracán alcanzó a descontar con un rebote de Morquio, luego de un centro de Buján.
Con dos partidos, en esta semana comenzará a aclararse el panorama acerca de quiénes serán los que lucharán en lo más alto de la tabla. Con este inicio, River intimida a cualquiera.

LA PARTICULAR VISION DE RAMON DIAZ
“No es lo que yo quiero”

Los hinchas abandonaban apurados el Monumental, intentando evitar la tormenta que se demoraba, pero Ramón Díaz los sorprendió con un baldazo de agua fría. “Sí, el triunfo sirve, pero no está el River que quiero yo y la gente”, sentenció el entrenador tras el encuentro.
Cuatro goles, la punta del campeonato, fútbol lujoso parecen no haber encandilado al técnico, que esta semana firmará el contrato si se pone de acuerdo con el club en dos puntos básicos: quiere seguir teniendo trato con la prensa (los dirigentes quieren su silencio) y cobrar premio cuádruple si su equipo gana los clásicos. “Hay que mejorar cosas como el manejo de la pelota en el primer tiempo, estuvimos muy imprecisos y por eso no lo podemos definir en ese momento”.
Díaz fue concreto para explicar la goleada: “Los jugadores se están convenciendo de que hay que tener concentración y convicción”, dijo.
Esteban Cambiasso, autor del primer tanto y una de las figuras, resaltó el valor del triunfo. “Ganamos otra final –señaló–. Este campeonato para River, como ya dijimos, serán 19 finales y hoy ganamos la segunda con otra goleada. Eso es muy importante para el ánimo del plantel”, observó Cambiasso, aunque aclaró: “Esto recién empieza y no nos podemos confundir”.
El arquero Comizzo, otra de las actuaciones destacadas del partido, analizó la producción: “Tuvimos una actitud que distingue. El equipo fue solidario. Todos trabajaron para recuperar la pelota, no hubo egoísmos. Así nos va a ir bien”, indicó.
En relación con la actuación del equipo, el arquero destacó que “siempre es mejor ganar por una buena diferencia como hoy. Por momentos jugamos muy bien al fútbol y eso nos puede dejar tranquilos, aunque no debemos confiarnos”, aclaró.
Comizzo tuvo tiempo para referirse al partido de pasado mañana, en Santa Fe, ante Unión. “Ese será un partido muy jodido, la tercera final que tendremos que jugar”, dijo.

Una sombra ya nunca serás

“Por fin nos sacamos de encima esta mufa...” susurraba en el final Mario Yepes. La hinchada la había exorcizado mucho rato antes: cuando River se floreaba con el 4-0 y faltaba casi media hora para terminar, tronó el grito, de destinatario inconfundible –el técnico visitante Piazza– y protagonista desacralizado: “Ponelo a Soto, la puta que te parió...”.
Hacía una hora larga que Derlis Soto, el verdugo de River en los dos últimos clásicos –el mismo que con sus goles liquidó dos aspiraciones consecutivas de River de salir campeón– estaba en la cancha, pero su papel demoníaco había quedado reducido, simplemente, al recuerdo. Nunca lo tocó con peligro y el único mano a mano con Comizzo ocurrió a los 55, cuando el partido estaba todavía 2-0 y el notable arquero le tapó con seguridad el remate bajo.
En realidad, de entrada le tuvieron un poquito de miedo los hinchas -que silbaron a rabiar el apellido del paraguayo cuando la Voz del Estadio daba las formaciones iniciales– y los observadores, que miraban picados la posibilidad de una tercera sorpresa. Si hasta algunos medios ya tenían lista la nota con Soto en caso de que el delantero volviera a ser batacazo.
Nada de eso sucedió. De arranque, Soto se tiró a la izquierda, en donde quedó prisionero de Lequi, y después bailoteó a la derecha, sin gravitar. Su movimiento más llamativo del primer tiempo fue cuando, parado en el círculo central, se tomó la cabeza con las manos: Moner se había convertido un golazo en contra... Después se fue a jugar al medio, pero no logró hacerle honor a su fama. Es que, más que sparring, Huracán ayer fue punching (ball) y a Soto no le quedaron papas que salvar del fuego: el incendio quemero fue netamente general. “Huracán está dando muchas ventajas y es preocupante el funcionamiento general del equipo –dijo el entrenador Piazza–. No están generando fútbol los del medio, no tenemos llegada ni inquietamos a los rivales”.

 

 

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