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VENCIO POR NOCAUT Y BUSCA UNA CHANCE
Locomotora tiene algunos kilos de más y las ilusiones de siempre

 

El pintoresco Castro, que se presentó con la cabellera rojiza y mostró las virtudes y los defectos de siempre, confiesa por qué sigue peleando.

 

Por Daniel Guiñazú

El domingo llevaba más de una hora de vida y el camarín de Jorge “Locomotora” Castro en el estadio de la Federación estaba lleno de chicos. Chicos pidiendo autógrafos en fotos, camisetas, gorras, papeles sueltos o lo que fuera. Chicos sacándose fotos con el ídolo, el último, quizás, que le queda al boxeo argentino. Chicos abrazándolo y dándole un beso. Es placentero que a uno lo quieran y que, además, se lo demuestren. Por eso, Castro no le puso mala cara a nadie. Atendió a todos. Y recién después de que le dio el gusto al último de sus hinchas, se sentó con Líbero a analizar su victoria por nocaut en el 8º round ante el brasileño Peter Venancio y a hablar de lo que se le viene arriba y abajo de los cuadriláteros.
“Ya había peleado con este brasileño hace poco y sabía que era muy guapo. Hoy me bancó todo, tiró con todo y me hizo trabajar mucho, que era lo que yo necesitaba. Me gustó la pelea porque el negro no era ningún paquete. Le ganó a varios norteamericanos, estuvo primero en el ranking del mundo, es muy fuerte y tiene mucha experiencia. Quería ganarle por nocaut y lo conseguí.
No tiene sentido, a esta altura de su brillante carrera de 118 victorias, 82 por nocaut (record absoluto para el pugilismo sudamericano), 7 derrotas y 3 empates, ponerse en exquisitos y analizar con lupa, el boxeo de Locomotora. Con 34 años recién cumplidos, Castro es lo que es. Y a nadie como él le cae tan ajustada aquella frase de “tómelo o déjelo”. Fue un Castro auténtico el que noqueó a Venancio. Con todos sus defectos y todas sus virtudes puestos de manifiesto sobre el ring de la FAB. Y con su cabellera teñida de rojo furioso con un gusto discutible.
Volvieron a sobrarle kilos en la cintura y el abdomen. Anduvo lento de reflejos, discontinuo en ataque y recibió más de la cuenta la derecha voleada y la izquierda ascendente del guapo moreno brasileño. Pero el coraje y el corazón de campeón están intactos. Y su derecha en cross y en swing y su izquierda en gancho a la cabeza y al hígado hicieron estragos. Venancio aguantó hasta el límite de sus fuerzas. En el 8º round se fue al piso y recibió el out del árbitro Luis Guzmán sin haber demostrado mucha voluntad de seguir en pelea.
–Vino mucha gente a verte. ¿Creés que vinieron con dudas, con reservas, a ver cómo estabas?
–Yo creo que la gente vino a verlo a Locomotora Castro. Y sabe que cuando yo subo al ring en cualquier parte del país, subo a brindarme y a dejar todo por el espectáculo. Quizás alguno podía pensar que estoy terminado o que subo a robar la plata, allá él. Me siento bien, entero, fuerte, todavía me sobra hilo en el carretel y me puso muy contento que hayan gritado “Argentina, Argentina” por mí.
–¿Y para qué estás, entonces? ¿Para hacer peleas de cabotaje por unos pocos pesos o para ganar un título del mundo?
–Estoy en busca de ganar un título del mundo porque todavía puedo ser un gran campeón como lo es Pablo Chacón o como lo va ser Balbi. Si no, no hubiera hecho lo que hice esta noche. La FAB no me podía pagar la bolsa que yo quería. Pero como tenía muchas ganas de volver a pelear en este estadio y ante la gente de la Capital, fui a porcentaje de la recaudación,cosa que yo no haría en ninguna otra parte. Por suerte salió todo bien. No quedó gente en la calle como en otras épocas. Pero el estadio estuvo lleno.
–¿Qué título del mundo te interesa?
–De supermediano a crucero, cualquiera. En realidad, ahora me salió una chance en crucero (86 kilos) y el 29 de septiembre tengo una eliminatoria contra un norteamericano (Imamu Mayfield).
–Después de perder el año pasado ante el cubano Gómez, dijiste que nunca más ibas a pelear en un peso tan alto. ¿Repensaste la situación o sos capaz de volver a dar ventajas con tal de pelear por un título?
–Si me hubieran conseguido la chance en 76 kilos o en 79, hubiera peleado en 76 o 79, pero surgió esta posibilidad por una gestión que hizo el manager Mario Arano y la voy aprovechar porque no me salen muchas peleas, ni acá ni en el extranjero. Yo sé que doy ventajas. Mi mano pesa menos en 86 que en 76 o 79. Antes ponía una mano y todos se caían. Ahora tengo que trabajar más; primero los ablando y después los termino de a poquito. De noqueador pasé a ser demoledor, ésa es la verdad.
–¿Estás bien económicamente o hacés todo esto por dinero?
–Yo no estoy salvado. En mi época de campeón, no gané mucha plata. De las bolsas, sacando los descuentos, los porcentajes y los gastos, me habrán quedado no más de 50 mil dólares por pelea. Osvaldo Rivero me hizo ganar dinero, pero no lo suficiente como para que no pelee más. Tengo que seguir peleando y, si él me consigue una chance, también la voy a aprovechar.
–Además, empezaste una nueva vida personal. Te separaste, te volviste a casar, tenés una hijita de meses...
–A mi ex mujer y a mis hijos les dejé las casas y los negocios que tenía en Caleta Olivia y me vine a Buenos Aires con una mano atrás y otra adelante. Me compré una casita y empecé a remar de nuevo, pero ahora soy feliz. Y si llego a ganar de viejo otra vez el título del mundo, no me para nadie.

 

 

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