Por
Julio Nudler
Como
el francés Thierry Devaux, que quedó colgado con su parapente
de la Estatua de la Libertad, la Argentina se bambolea sobre el vacío
con su plan de Déficit Cero. De la consecución de éste
depende, primero, que el directorio del Fondo Monetario apruebe formalmente,
dentro de dos semanas, el desembolso de 5 mil millones para reponerle
reservas de liquidez perdidas al sistema financiero argentino y, posteriormente,
la entrega de los restantes 3 mil millones, cruciales para someter la
deuda a alguna variante aún indefinida de lipoaspiración.
Por tanto, este proceso quizá se vea durante meses cercado de dudas
por los conflictos sociales y políticos que ya está provocando
un ajuste de tan inédita magnitud. Un análisis que acaba
de completar la Gerencia de Estudios Económicos del Bapro traza
una deprimente perspectiva sobre la magnitud y extensión de los
cortes que deberá efectuar el Estado para igualar ingresos y egresos
en lo que resta de este año y en el 2002. La impresión que
causa el informe es tal que, a su pie, fue incluida la siguiente advertencia:
Las opiniones vertidas en este documento no representan la opinión
oficial del Banco Provincia de Buenos Aires ni de sus autoridades.
En esencia, lo que muestra el trabajo es que Chrystian Colombo (jefe de
Gabinete) y Domingo Cavallo (ministro de Economía), responsables
de la política fiscal, se enfrentan a dos disyuntivas igualmente
difíciles. Si intentan eliminar el déficit sólo con
el inicial criterio de corte, afectando sueldos públicos y jubilaciones,
se exponen a tener que aplicar quitas descomunales, imposibles de imponerles
a sus víctimas. La opción es ensanchar la base imponible
del ajuste, afeitando partidas como el incentivo docente, las transferencias
a las universidades (que las forzaría a arancelar los estudios)
o el Fondo del Tabaco, que desatarían -de hecho, ya está
ocurriendo serias confrontaciones.
Tercer trimestre en la morsa
De acuerdo con los analistas del Bapro, el ajuste necesario de ahora a
las Navidades, respecto de un déficit tendencial anual de unos
8 mil millones de pesos, proyectado en julio, resultaba, antes de la negociación
con el Fondo, no inferior a 3 mil millones, esto para cumplir con la regla
de Déficit (adicional) Cero, vigente para el segundo semestre,
o como mínimo a partir de agosto.
En principio, Economía decidió mantener para todo el tercer
trimestre la pauta inicial de recorte del 13 por ciento sobre los rubros
no intangibles (los servicios de la deuda son los considerados
intangibles por excelencia) del gasto público. Como la recaudación
de julio y agosto está muy por debajo de lo esperado por el Gobierno,
se intentará compensar la creciente brecha con ajustes complementarios
del gasto, consistentes, básicamente, en sentarse sobre la caja.
Respecto de esa compresión adicional, los economistas del Provincia
aventuran dos alternativas, a partir de otras tantas hipótesis
sobre los ingresos fiscales en el bimestre agosto/septiembre. En la alternativa
más benigna, el ajuste adicional necesario será de 1867,2
millones de pesos, y escalará a 2262,7 millones en la más
desfavorable, que en realidad es la más consistente con el presente
escenario de crisis financiera y contribuyentes al borde de la rebeldía
fiscal, sublevados al quedar atrapados en el doble trapiche de la iliquidez
y la recesión.
Estos ajustes complementarios tendrían un impacto trimestral que
como mínimo duplicaría el valor del recorte ya practicado
(por unos mil millones de pesos, rebanando en un 13 por ciento las partidas
tangibles). En otras palabras, si el método de recorte a aplicar
fuese sólo el habilitado por la ley de Déficit Cero, el
ajuste debería ser de entre 38 y 43 por ciento en el trimestre,
en lugar del mencionado 13 por ciento. El resultado de este ejercicio
indica que la caída total trimestral del gastopúblico necesaria
en la opción más probable sería de unos 3300 millones
de pesos, si se aceptase el déficit de julio como punto de partida.
Los niveles de ajuste estimados concluye el documento
parecen difícilmente practicables en el cortísimo plazo
que queda hasta el fin del trimestre (30 de septiembre), sin arriesgar
la parálisis estatal y la realimentación negativa que resulta
de la potenciación de los ya mencionados efectos recesión/iliquidez
(a los que se suma, aunque con mucho menor impacto, la pérdida
de ingresos derivada de las desgravaciones de los planes de competitividad).
El temible cuarto trimestre
Sólo en el caso de una muy favorable acogida de los mercados al
nuevo acuerdo con el Fondo (la recepción fue estos días
primero entusiasta y luego de cautelosa a fría) podría esperarse
una lenta mejora de los ingresos tributarios durante el último
tramo del año. La pregunta crucial es qué posibilidad efectiva
de sustancial mejora del escenario puede existir cuando imperan serias
dudas sobre la capacidad del Gobierno nacional para imponer efectivamente
los ajustes previstos.
De nuevo, y manejando dos hipótesis alternativas respecto de los
recursos, si el único método de ajuste a aplicar en el cuarto
trimestre fuese el establecido en la ley de Déficit Cero, el coeficiente
de recorte total requerido debería ser superior al 50 por ciento,
en vez del actual 13. En una hipótesis pesimista, de continuidad
de la presente crisis financierorecaudatoria, no habría posibilidad
efectiva alguna de ajustar el gasto al nivel requerido para equilibrar
el resultado fiscal.
Más hieles que mieles en el 2002
La Secretaría de Hacienda definió una estimación
de cierre del año actual sobre la base de los datos y las proyecciones
oficiales a junio último. Se trata de una proyección
necesariamente optimista puntualiza el trabajo del Bapro,
que ha sido claramente superada por las circunstancias. Muestra un déficit
de casi 6700 millones de pesos y un nivel de recursos públicos
de unos 45 mil millones, de cumplimiento imposible. En este último
caso, la diferencia entre previsión y realidad esperable sería
de mas de 4 mil millones de pesos en una visión actualizada
optimista sólo como consecuencia de la pérdida de
ingresos tributarios.
Para el gasto público del próximo año se prevé
un ajuste global de unos 5600 millones de pesos. Este se compondría
de un ajuste de tipo convencional (recorte de créditos presupuestarios)
de casi 2600 millones, y otro según el método de la ley
de Déficit Cero, de casi 3 mil millones (como consecuencia del
mantenimiento del coeficiente de recorte de 13 por ciento, aplicado sobre
una base imponible más reducida).
El informe subraya que el escenario fiscal que revelan los primeros trazos
del Presupuesto Nacional 2002 plantea serios interrogantes acerca de su
viabilidad en todos los campos de análisis posibles. Tras el nuevo
compromiso con el Fondo, éste puede plantear exigencias políticamente
conflictivas, como la de aplicar el recorte del 13 por ciento también
a la suma fija de 1364 millones de pesos mensuales que la Nación
le transfiere a las provincias, según se acordó en el Compromiso
Federal sobre la coparticipación, convirtiendo ese rubro en tangible,
es decir, sometido a ajuste. Con un coeficiente del 13 por ciento, esta
poda a los recursos provinciales superaría del 2100 millones anuales.
A la luz de los números que despliegan los economistas del Provincia
se explica el escepticismo con que fue recibido el favorable anuncio del
Fondo Monetario. El cumplimiento del nuevo programa depende de demasiadas
incógnitas a qué grado llegará la resistencia
social, cuánta decisión política tendrá el
Gobierno para reprimir la protesta, cómo reaccionará laeconomía,
como para creer que ya está el remedio y que el país tiene
por delante, como mínimo, dieciocho meses de tranquilidad, sin
tener que someterse al test de los mercados. Hay otras pruebas, tanto
o más complicadas, que deberá sobrellevar desde hoy mismo.
CAVALLO
DESCONOCE EL PISO DE LA COPARTICIPACION
Los
impuestos son míos, míos
En tanto que fuentes oficiales confirmaron ayer las previsiones
de una nueva caída en la recaudación impositiva en
agosto, el Gobierno se apresta a iniciar una dura negociación
con las provincias para eliminar el piso vigente para los fondos
de coparticipación federal que les gira mensualmente. El
ministro de Economía, Domingo Cavallo, les puso marco a estas
discusiones al anticipar ayer que no habrá más fondos
garantizados para las provincias. Los pactos federales de
los últimos años también (además de
lo recaudado) repartían el crédito; eso, ahora, deja
de ser relevante, porque no tenemos crédito, apuntó
en una entrevista.
En la agenda del jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, está
previsto para mañana un encuentro con los gobernadores para
iniciar la discusión de una nueva ley de Coparticipación.
Pero las conversaciones vienen demoradas por deudas del Estado nacional,
originadas en dos pactos fiscales que no se respetaron. Cavallo,
48 horas antes del encuentro, salió a anunciar que directamente
desconocerá dichos pactos. Lo hizo en una entrevista que
publicó ayer Clarín.
Según lo acordado en noviembre de 2000, el gobierno nacional
les garantizó a las provincias un piso de 1364 millones de
pesos mensuales en coparticipación de impuestos nacionales,
cualquiera fuera la recaudación tributaria. Ayer, en la nota
mencionada, Cavallo asegura que lo único que podemos
repartir son los impuestos que recaudamos; antes se repartía
la emisión monetaria, los pactos federales de los últimos
años también repartían el crédito: eso,
ahora, deja de ser relevante, porque no tenemos el crédito.
Aunque el Gobierno se empeña en negar que un recorte a las
provincias se vincule con compromisos asumidos ante el FMI, lo cierto
es que lo que trascendió de la Carta de Intención
a presentar al Fondo, figuraría una mención a la ineficiencia
del mecanismo de reparto de tributos y a la necesidad de un ajuste
mayor en las provincias, en línea con el plan de Déficit
Cero a nivel nacional.
El cuadro de situación está aún más
complicado por la reafirmación de que la recaudación
de agosto apunta a una caída del 8 por ciento en relación
al mismo mes del año pasado. Una fuente del Palacio de Hacienda
confirmó ayer esas previsiones, aunque abrió expectativas
sobre una recuperación en esta última semana del mes,
por el mejor clima financiero y la posibilidad de que
la baja en las tasas de interés reduzca la morosidad.
Muchos gobernadores anticiparon, previo a la reunión de mañana
en Buenos Aires, que si se dispone un recorte en los recursos que
reciben, sus provincias se volverían socialmente ingobernables.
Economistas como Jorge Remes Lenicov (diputado del PJ) y Raúl
Cuello, ambos con fuerte predicamento sobre los gobernadores justicialistas,
criticaron la postura del gobierno nacional. Me parece bien
que se busque reformular la ley de Coparticipación, es algo
que ya se había dispuesto en el 94 y no se cumplió,
señaló Remes, lo que me parece mal es que se
busque alcanzar esto para resolver una cuestión de corto
plazo, como puede ser los giros a las provincias. Agregó
que en esta parte del ciclo le tocará poner (hacer
recortes) a la Nación y el año que viene, si las cosas
mejoran, le tocará a las provincias. Cuello, en tanto,
advirtió que el sistema es hoy estructuralmente perverso,
no puede haber federalismo en la Argentina en tanto y en cuanto
el gobierno se reserve el manejo de los fondos y las provincias
dependan de los criterios de la Nación para el reparto.
En su opinión, el sistema de coparticipación
debería funcionar exactamente al revés, las provincias
tendrían que coparticipar a la Nación, porque son
las que le han dado origen y, en consecuencia, tendrían que
proveerla de fondos.
|
|