Por estas horas, en McDonalds
no se habla de cajitas felices, de combos ni de sundaes. El tema central
es una bacteria, la escherichia coli, que parece haber puesto en jaque
a la filial local de la multinacional de la hamburguesa. A partir de la
clausura de cuatro locales en la Capital, dispuesta por el gobierno porteño
tras haber encontrado pollo contaminado con la bacteria maldita, la empresa
salió a dar batalla para intentar salvaguardar su publicitada imagen
de higiene y calidad. Así, aseguró que pedirá en
la Justicia la nulidad de las clausuras, con el argumento de que no
hubo nada que las justificara, pues no se realizaron todas
las pruebas correspondientes. Pero ayer el Instituto Malbrán
confirmó la contaminación no sólo en los productos
crudos sino también en los cocidos, lo que presupone una posible
contaminación para los potenciales consumidores. El gobierno
de la ciudad, puesto del otro lado del ring con la multinacional símbolo
de la globalización, ratificó ayer las clausuras preventivas.
Y anunció que los locales seguirán cerrados hasta que la
empresa demuestre que el producto cuestionado es inocuo.
Una denuncia telefónica realizada el 6 de agosto alertó
sobre el mal estado de una hamburguesa de pollo consumida en un local
de McDonalds y puso en acción a la Dirección de Higiene
y Seguridad Alimentaria porteña, que recogió muestras del
producto en 27 restaurantes de la cadena en la Capital Federal. Los análisis
realizados arrojaron que en cuatro de esos locales había hamburguesas
crudas y cocidas contaminadas con la bacteria escherichia
coli, por lo que se decidió su clausura preventiva por el
riesgo que eso implica en los consumidores, detalló a Página/12
la directora, Martha López Barrios.
Los locales clausurados son los ubicados en Libertador al 700, en el shopping
Patio Bullrich, en Las Heras al 3200 y en Corrientes al 5200. López
Barrios explicó que la escherichia coli habita normalmente
en el tracto digestivo de los animales y actúa a nivel gastrointestinal.
Puede provocar desde vómitos, diarrea y dolores abdominales hasta
colitis enterohemorrágicas o trastornos renales. La funcionaria
aseguró que lo más grave es que finalmente se recibió
(ayer) la notificación del Instituto Malbrán donde
se analizó la muestra indicando que también se encontró
este tipo de bacteria en una hamburguesa cocida, lo que nos hace presuponer
que puede haber contaminación dentro de los locales. Fue eso lo
que determinó la medida de la clausura para su higienización.
López Barrios explicó que la bacteria se elimina a
63 o 64 grados centígrados por lo que si aparece en
un producto cocido es porque existe una falla en el control termográfico
o una falla en la higiene bacteriológica. Sin embargo, en
McDonalds aseguraron que las hamburguesas se cocinan a 167 centígrados.
El origen de la contaminación aún no ha sido determinado.
En el organismo de control sanitario porteño sospechan que se podría
tratar de una contaminación cruzada, que se produce a partir
de la manipulación del alimento crudo con utensilios mal higienizados,
explicó a este diario Elena Birman, asesora de la Dirección
de Epidemiología Alimentaria de la ciudad. Otra posibilidad es
que el producto haya llegado a los locales, contaminado desde la planta
de elaboración de la empresa McKey, ubicada en Garín y proveedora
de McDonalds. Es así que el Servicio Nacional de Sanidad
Animal (Senasa) tomó muestras de todos los productos realizados
con carne de pollo y de la materia prima, y si bien hasta ahora no se
ha comprobado la existencia de la bacteria, fuentes del Senasa aseguraron
que desde el 21 de agosto se interdictó la mercadería
y la producción en la planta está parada hasta que se obtenga
un resultado definitivo.
Los cuestionamientos desde McDonalds no se hicieron esperar, ya
que se puso en discusión el aspecto que la empresa más publicita:
la calidad de sus alimentos. María José Parodi, jefa de
comunicaciones institucionales, se mostró convencida de que hubo
una mala manipulación de las muestras, y consideró
apresurada la clausura de los locales. Parodi aseveró
que la empresa hizo una contramuestra que dio negativa y cuestionó
la faltade una contraprueba oficial. Tenemos una partida del 20
de agosto inspeccionada y autorizada por la Dirección de Higiene
y Seguridad Alimentaria. Encima, no hubo un solo caso de intoxicación
y ninguna denuncia formal, sino de una persona llamada Jorge Roel que
no apareció más, se enojó. No obstante, las
hamburguesas y los bocaditos de pollo fueron retirados de la venta en
los 214 locales que la empresa tiene en la Argentina.
Ahora, el caso va a la vía administrativa, tras el cual pasará
a la justicia contravencional, explicó López Barrios:
La firma deberá mejorar sus condiciones de higienización
bacteriológica y eso debe ser sometido a verificación de
la dirección de Epidemiología Alimentaria que controlará
los locales, agregó.
Producción: Hernán Fluk.
Cómo se hace
el control
Elena Birman, asesora de la Dirección de Epidemiología
Alimentaria de la ciudad, detalló los pasos que se realizan
para determinar la contaminación o no de un alimento: Del
local a verificar se toma una muestra del producto por triplicado.
Es importante aclarar que esto representa un acto administrativo
en el que el encargado del comercio da conformidad y firma la aceptación
del procedimiento: en el caso de McDonalds, todas las muestras
están firmadas por los gerentes de los locales de donde fueron
tomadas. El primero de los frascos se analiza en el laboratorio
de Monitoreo e Investigación de esta Dirección, y
el resultado se confirma en el Malbrán, que es el instituto
de referencia. Las otras dos muestras quedan lacradas y precintadas,
una en el laboratorio y la otra en propiedad de la empresa. Una
vez analizada la primera se notifica el resultado y hay un plazo
legal de 5 días para hacer la contraverificación,
en la que está presente un perito de parte. La muestra restante
se utiliza en caso de que haya que desempatar, ya que la microbiología
no es exacta y siempre hay un pequeño margen de error.
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