Por Enric González
y Charo Nogueira *
Desde
Washington y Madrid
La cumbre de la infancia, organizada
por Naciones Unidas para analizar los problemas de los pequeños
más desfavorecidos, está amenazada. Estados Unidos ha anunciado
la posibilidad de enviar una delegación de segundo nivel al encuentro
si en la declaración final se incluyen alusiones o consejos en
favor del aborto. A tres semanas de la cumbre, se negocia contra reloj
un documento de consenso. El texto provoca reticencias en el Vaticano
y los Estados musulmanes. La educación sexual y el uso del preservativo
también se hallan en la mira.
El gobierno de los Estados Unidos sopesa la posibilidad de boicotear la
conferencia de la ONU sobre la infancia, convocada en Nueva York entre
el 19 y el 21 de setiembre. El Departamento de Estado se opone radicalmente
al texto consensuado por la organización internacional, porque
hace referencias indirectas a los anticonceptivos y al aborto, y decidirá
en el último momento si envía o no una delegación
a la asamblea.
La administración de George W. Bush afirma no ser unilateralista,
pero boicotea una y otra vez las reuniones multilaterales. La semana pasada
anunció que, en el mejor de los casos, enviaría a la conferencia
sobre racismo que la ONU organiza en Sudáfrica una delegación
de bajo nivel, con la misión de decir no a todo. La
actitud es la misma ante la reunión sobre los derechos de los niños,
convocada como seguimiento de la cumbre mundial de la infancia de 1990.
Charles Hunter, portavoz del Departamento de Estado, admite que el problema
radica en las menciones al aborto. El documento final no debería
apoyar o respaldar el asesoramiento sobre interrupciones del embarazo
y la información a adolescentes sobre planificación familiar,
y el actual borrador sí lo hace, explicó. Bush no
se ha atrevido, por el momento, a limitar el derecho de aborto en Estados
Unidos, pero trata de compensar a sus votantes de la ultraderecha religiosa
con una cruzada antiabortista en el resto del mundo. Una de sus primeras
decisiones consistió en suprimir las subvenciones a cualquier organización
internacional que prestara ayuda, directa o indirecta, a la realización
de abortos.
El obstruccionismo de Bush ha enfurecido a los demócratas. Quince
miembros de la Cámara de Representantes han enviado a Colin Powell,
secretario de Estado, una carta en la que denuncian las tácticas
amenazantes de la diplomacia estadounidense y lamentan que ésta
se oponga a la simple mención de servicios médicos
sobre reproducción contenida en el borrador de la conferencia.
Los firmantes de la carta recuerdan que la Convención de los Derechos
del Niño, que incluye referencias al control reproductivo, ha sido
firmada ya por 191 países, con lo que sólo quedan al margen
de ella Estados Unidos y Somalia. La Convención de Derechos del
Niño inspira en gran medida el documento. Y esto tampoco gusta
a la Administración Bush: considera que se priman los derechos
infantiles frente a los de los padres.
Con todo, Estados Unidos no es el único Estado que expresa serias
reticencias respecto al borrador de documento final. Los países
islámicos y el Vaticano, opuestos al aborto, tampoco admiten la
inclusión de cuestiones como el uso del preservativo y la educación
sexual a los adolescentes. El texto se refiere al condón
como un medio para frenar la epidemia del sida, explica una fuente
próxima al comité que negocia el documento final a marchas
forzadas. Por su parte, Estados Unidos pretende que se incluya la
abstinencia sexual como un comportamiento que favorece la salud.
Hasta ahora, 75 jefes de Estado o de Gobierno han comunicado su presencia
en la cumbre, que se celebrará entre el 19 y el 21 de setiembre.
* De El País, de Madrid, especial para Página/12
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