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ENTREVISTA AL NOTABLE POETA CHILENO RAUL ZURITA
“La poesía creó el mundo”

El autor de �Purgatorio�, un emblema de la resistencia a Pinochet, prestigió el Festival Internacional de Poesía, que concluirá hoy.

Valor: �No estoy muy orgulloso
del rol de la clase política chilena respecto de la dictadura. Siento vergüenza por lo que pasó y por lo que sigue pasando�.

Raúl Zurita es el último premio
nacional de literatura chilena.

Por Silvina Friera

En la mirada del chileno Raúl Zurita quedan, todavía, algunas esquirlas del dolor que padeció durante la dictadura pinochetista. Su paso cansino y su manera mesurada de hablar contrasta con ese joven que –al borde del abismo– se encerró en un baño para quemarse la cara con un fierro o el hombre que se masturbó públicamente ante una pintura de Juan Dávila. No quedan signos evidentes del poeta maldito que canalizaba su desesperada rebeldía en atrevidas acciones con el colectivo de arte CADA, junto a Diamela Eltit, Lotty Rosenfeld y Juan Castillo. De aquellos años, sólo conserva una tenue marca en el pómulo izquierdo de su cara y un libro catártico, La vida nueva, publicado en 1995, un texto transgresor de más de 500 páginas. En el primer verso dice: “Muero feliz porque muero en la belleza”, concepción que se inscribe en el lenguaje de desgarrado grito interior que caracteriza la obra de Zurita. “El oficio del poeta implica el máximo riesgo porque el autor no es dueño del poema. La poesía habla a través de quien quiere y cuando ella quiere y la experiencia de su abandono puede ser muy terrible”, confiesa Zurita en una entrevista con Página/12.
Invitado al Festival Internacional de Poesía, que finaliza hoy, Zurita, último Premio nacional de literatura chilena, cuenta que podría haber desaparecido o haberse vuelto definitivamente loco, pero sobrevivió gracias a la poesía. Sumergido en la escritura de un nuevo libro, Mi patria, el poeta se inspiró, una vez más, en el sangriento pasado chileno: la gente que arrojaron a los lagos, ríos, mares y volcanes. “No conocí personalmente a ninguno de ellos, pero después de esa tragedia siento que forman, inevitablemente, parte de mi vida”, aclara el autor de Purgatorio (1979), Anteparaíso (1982), Canto a su amor desaparecido (1986), entre otros poemarios. Jorge Luis Borges afirmaba que no sabía si se escribían novelas en el infierno, pero de lo que estaba seguro era de que no se creaban en el paraíso. Esta ambigüedad atraviesa el itinerario personal y creativo del poeta chileno, que fue traducido a más de 10 idiomas. Quizás el interés por su obra resida en su definición de la poesía como “lenguaje en estado salvaje” y en esa oscura singularidad poética que asume con los jirones de su historia y la geografía de su país. “El que sufre está expulsado del mundo, está solo”, subraya Zurita, que fue agregado cultural en Italia durante la Concertación y militante activo en la campaña de Ricardo Lagos, adhesión que culminó con un libro: Los poemas militantes (2000).
–¿Por qué la poesía es considerada un arte menor?
–No es apta para el marketing. Sin embargo, creo que es el género mayor de la literatura porque las grandes obras maestras son subsidiarias del poema. La poesía es un símbolo de resistencia al tipo de sociedad tan vaciada de contenidos que estamos construyendo, por eso no es un producto de consumo. En cierto modo, desde Homero hasta la actualidad, las poesía “han creado el mundo”. Mientras haya un hombre desdichado en la tierra, la poesía seguirá siendo el arte del futuro.
–¿Cómo es su relación con ese arte?
–Muy ambigua. La defino con una frase de la poeta Clarice Lispector: “La misma mano que te ahoga es la misma que te salva”. No obstante todo el desamparo, la soledad y la pobreza más absoluta que padecí en los primeros años de Pinochet, siempre pensé que la poesía debía ser extremadamente fuerte. Aunque no la escuchara nadie tenía que responder con más fuerza al dolor que nos estaban infligiendo.
–¿Qué significó para usted una obra como “La vida nueva”?
–Quedar en paz con mi juventud. Es la gestación de mi vida y mi obra. Fue un gran esfuerzo, un trabajo tan titánico que me llevó 20 años concebirlo y más de 10 escribirlo. Las imágenes sucesivas de felicidad posible son carcomidas por el dolor.
–¿El dolor siempre fue el principal insumo de sus poemas?
–Sí. Me tocó vivir experiencias terminales: el golpe, las separaciones y la cárcel durante la dictadura. Mi obra tiene que ver con el sufrimiento, con una especie de desesperada esperanza que me sigue persiguiendo. Todos los libros que se han escrito desde el comienzo del mundo, todas las sinfonías y las obras de arte, fueron realizadas porque no hemos sido felices. Si hubiésemos alcanzado la felicidad, cada instante de la vida misma habría sido la más grande de la sinfonía, de los poemas. Todo el arte es el espacio que media entre nuestra infelicidad real y el vislumbre del paraíso. Ojalá que algún día los poemas dejen de ser necesarios porque entonces los seres humanos habrán alcanzado su armonía y su ensayo de dicha.
–El premio nacional que recibió generó mucha polémica en torno de su vinculación con el gobierno de Lagos y el rol del artista frente al poder...
–Después del horror de los 17 años de Pinochet, la sola opción de que ganara uno de sus más fieles colaboradores me hizo meterme de lleno en la campaña, con vehemencia y vocación. Esa es toda mi relación con el poder. En Latinoamérica en general, se trata muy mal a los escritores, pasan muchas necesidades y llegan a la vejez en condiciones deplorables. Entiendo que en países que estimulan tan poco a sus creadores, haya causado cierto revuelo el hecho de que le hayan dado un premio a un tipo de 50 años. Pero tuvo un costado divertido: a la venerable edad de 50 volví a sentir que era demasiado joven.
–¿Qué piensa del papel de Lagos respecto del juzgamiento de Pinochet?
–Se lo debería haber juzgado y encarcelado hace mucho tiempo. Hay un dicho en Chile que dice que “pasó la vieja”. Fue algo burlesco y sangriento. No estoy muy orgulloso del rol de la clase política chilena respecto de su dictadura. Pinochet fue uno de los criminales más abominables de la historia. Siento vergüenza por lo que pasó y por lo que sigue pasando.

 

Lecturas

En el café teatro Torcuato Tasso (Defensa 1575) concluye hoy el Festival Internacional de Poesía, organizado por la Casa Nacional de Poesía, dependiente de la Secretaría de Cultura y Medios de Comunicación de la Nación. A partir de las 19 leerán poemas Olvido García Valdés (España), Elkin Restrepo (Colombia), Verónica Zondek (Chile), Patricia Suárez (Rosario), Graciela Cros (Río Negro), Claude Beausoleil (Canadá), Gerhard Falkner (Alemania), Ernesto Aguirre (Jujuy), Jorge Aulicino (Buenos Aires) y Angela Jerez (Neuquén).

 

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