Por Jan Rocha*
Desde
Londres
Una modorra tropical pesa sobre
Alcántara, un pueblito que se encuentra sólo dos grados
al sur de la línea del Ecuador sobre la costa norte del Brasil.
Carretas traccionadas por caballos y cargadas de bananas y melones recorren
las calles empedradas y un hombre vende pescado fresco. Pero el calor
pesa sobre Alcántara en más de un sentido: el pueblito está
esperando la llegada de cientistas y técnicos espaciales norteamericanos
que quieren expandir masivamente una base espacial brasileña cercana
para el lanzamiento de cohetes gigantescos. Va a ser un desastre para
siete pueblos cercanos y 500 familias que van a ser desplazadas y
sus casas demolidas de modo de crear una zona de seguridad libre
de gente para los norteamericanos. Y la gente del lugar está
resistiendo.
Podría ser visto como un conflicto entre lo antiguo y lo moderno:
un puñado de campesinos pobres y analfabetos que se resiste al
cambio, el progreso y el avance tecnológico. Pero estas familias,
la mayoría de ellas afrobrasileñas, descendientes de esclavos
que trabajaron en las plantaciones de caña de azúcar del
siglo XVIII, han desarrollado un sistema comunal eficiente de pesca y
agricultura que los provee de una dieta balanceada y de un ingreso, y
que al mismo tiempo protege el medio ambiente. Aunque los asesores del
gobierno ven aquí solamente una economía atrasada, el cientista
político Wilson Barros de Bello Filho dice que se trata de una
economía campesina bien organizada que ha estado garantizando la
supervivencia de los ciudadanos de Alcántara por más de
100 años.
Todo esto se perderá cuando el gobierno desplace a los campesinos
a agrovillas, donde cada uno recibirá pequeños
lotes de tierra. Los campesinos ya han visto lo que ocurrió cuando
300 familias fueron sacadas de la región en los años 80,
y encontraron sus vidas drásticamente cambiadas. Obtuvieron compensaciones
ridículamente pequeñas a cambio de perder sus casas y sus
modos de vida. En los terrenos que les dieron tuvieron que usar fertilizantes
para que el suelo sirviera para algo, y además se les ordenó
lo que debían plantar. Sin su sistema comunitario, les quedó
poco tiempo para otras actividades, como la recolección de nueces
y la pesca, que ahora implicaba una larga caminata a la costa. Y si se
olvidaban de llevar sus documentos de identidad encima, los pescadores
eran hechos regresar. A medida que sus hijos crecen y se casan tienen
que dejar la zona, porque las agrovillas no tienen permitido expandirse.
Muchos campesinos se han desplazado 25 kilómetros, a las villas
miseria de Sao Luis, la ciudad grande más cercana.
Alcántara es atractiva para Estados Unidos por la misma razón
que lo fue para el gobierno militar brasileño, que eligió
el área para su propia base de lanzamiento de cohetes en 1980.
Estar tan cerca de la línea del ecuador significa una trayectoria
más corta, de modo que los lanzamientos de cohetes se pueden hacer
ahorrando hasta un 30 por ciento de sus costos de combustible. Asimismo,
es una zona libre de huracanes.
Hoy el gobierno brasileño ve la base como una forma de hacer dinero.
Estados Unidos ha persuadido a Brasil de firmar un polémico tratado
sobre salvaguardias tecnológicas para evitar cualquier
posibilidad de transferencia de tecnología misilística.
Pero, según el congresista Waldir Peres, el tratado es escandalosamente
unilateral. Cuando las compañías norteamericanas usen
la base, ésta se convertirá en un virtual enclave norteamericano
en suelo brasileño. Estados Unidos podrá subalquilar la
base a otros países, pero Brasil sólo podrá alquilarla
a países aprobados por Estados Unidos.
Brasil ni siquiera podrá decidir cómo gastar el dinero que
EE.UU. le va a pagar para usar la base, ya que EE.UU. ha determinado que
nada de ese dinero pueda ir a los programas brasileños de investigación
y tecnología espacial. Finalmente, hay una cláusula que
dice que, si esto se encuentra en el interés nacional norteamericano,
las leyes y políticas internas de EE.UU. prevalecerán
sobre el tratado.
*De The Guardian de Gran Bre-taña, especial para Página/12.
Claves
Durante las últimas
semanas circuló la versión de que Argentina podría
ofrecer un sitio en el sur del país para que Estados Unidos
instale una base o estación de radar que necesite para su
polémico escudo antimisiles.
La semana pasada surgió
a la luz que Brasil ya está negociando activamente con Washington
el alquiler de una base de lanzamiento de cohetes en una estratégica
localidad del nordeste del país. Se trata de un lugar ideal
para los lanzamientos por su proximidad a la línea del Ecuador,
y parece hecho a medida de los planes de guerra espacial del Pentágono.
Por esa razón,
esa base como la que podría instalarse en la Argentina
se convertiría en un blanco a atacar en caso de conflicto.
|
PARA
MONITOREAR LA LUCHA ANTINARCO (Y ANTIGUERRILLA)
Inspectores de Bush en Bogotá
Ayer no fue un día cualquiera
para la convulsionada administración de Andrés Pastrana.
La delegación de funcionarios norteamericanos encargada de monitorear
el funcionamiento del Plan Colombia llegó al país encabezada
por el subsecretario para Asuntos Políticos del Departamento de
Estado, Marc Grossman. Los altos enviados de George W. Bush que
preceden la visita del secretario de Estado Colin Powell, prevista para
dentro de dos semanas plantearán sus diferencias sobre el
modo en que el gobierno colombiano maneja la relación con las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la zona desmilitarizada.
La necesidad de atender a las visitas pospuso para hoy el reinicio del
diálogo con la guerrilla.
Las negociaciones para un posible cese del fuego debían realizarse
en una reunión ordinaria de los negociadores prevista para el pasado
16 de agosto, pero el gobierno suspendió la cita poco después
de que las FARC se atribuyeran el secuestro de tres alemanes de una agencia
de cooperación ocurrido el 18 de julio, que aún siguen capturados.
Aún así, hoy se retomará el diálogo de paz
en la localidad de Los Pozos al mismo tiempo que, desde las primeras horas
de ayer, se intensificó la ofensiva militar de las fuerzas especiales
en la zona sur del país. La operación, que despliega un
espectacular cerco contra la guerrilla, había sido interrumpida
por malas condiciones climáticas el martes pasado.
Entretanto, cuarenta funcionarios de Estados Unidos comenzaron ayer a
revisar en Bogotá la cooperación antidrogas con Colombia
y permanecerán en el país hasta el viernes, en medio del
malestar que Washington explicita por los resultados del proceso
de paz, ya que consideran que la guerrilla no ha respondido de manera
recíproca a los esfuerzos de paz de Pastrana. Marc Grossman,
líder de la misión, enfatizó que Colombia es
muy importante para EE.UU. ante los funcionarios vernáculos
que participaron del encuentro: el vicepresidente y ministro de Defensa,
Gustavo Bell; el ministro de Justicia, Rómulo González;
y el comandante de las Fuerzas Militares, general Fernando Tapias. Más
tarde, Grossman y su comitiva se entrevistaron con Andrés Pastrana,
horas antes de asistir a una cena con los embajadores de los diez países
amigos del proceso de paz con las FARC. Hoy, recorrerán las bases
antinarcóticos del departamento selvático del Caquetá,
que reciben asesoría de EE.UU. y parte de los 1.300 millones de
dólares que de financiamiento extramilitar de EE.UU..
No
hay terror, sólo una bomba
En este país no
hay terrorismo. Con estas declaraciones, el secretario del gobierno
chileno Claudio Huepe minimizó la explosión de una bomba
frente a un hotel de pasajeros utilizado por el ejército. Esto
ocurre después de que reaparecieran los espectros del terrorismo,
en este caso de Estado: existen fuertes sospechas de que ex integrantes
del servicio de inteligencia de la dictadura siguen operando, por lo que
el gobierno ya planteó su intención de reformar dichos servicios.
Mientras tanto, la abogada querellante en el caso Pinochet, Carmen Hertz,
presentó un escrito ante la Justicia para que se le impida votar
al ex dictador en los comicios legislativos de diciembre por demente,
tal como figura en el informe médico que sirve por el momento para
que no siga el juicio en su contra.
La explosión en el hotel ubicado en al barrio santiaguino de Providencia
no causó ninguna herida entre los 18 hospedados, pero la onda expansiva
del artefacto causó daños importantes en ventanales y en
el acceso al edificio. Según fuentes de Carabineros, en el lugar
se encontraron frases injuriosas contra el Ejército,
que durante setiembre conmemora varias efemérides y recuerda el
golpe de Pinochet. Radios de Santiago informaron que el hotel no es propiedad
del Ejército, pero que su administración está a cargo
del ex brigadier Miguel Krassnoff Martchenko, vinculado a violaciones
a los derechos humanos durante la dictadura.
|