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El Senasa encontró bacterias en
otra muestra de pollo McDonald’s

El organismo de control sanitario tomó nuevas muestras del centro de distribución que provee de alimentos a la cadena de comida rápida. Y detectó la presencia de �Escherichia coli�.

Los cuatro locales de la multinacional de la hamburguesa siguen cerrados por el gobierno porteño.

Un nuevo capítulo se sumó a la polémica sobre la contaminación de las hamburguesas de pollo made in McDonald’s. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) encontró bacterias escherichia coli en una nueva muestra tomada directamente de la planta elaboradora que provee los medallones de pollo a la cadena de comida rápida. De todos modos, según el informe al que accedió Página/12, los resultados de esos nuevos análisis serán remitidos para su confirmación al Malbrán. También ayer, ese instituto concluyó un nuevo estudio –más exhaustivo– sobre las muestras recogidas en los cuatro locales clausurados. El resultado fue que la cepa de la bacteria es la misma en todas. Esto hace suponer que la fuente de la contaminación “presumiblemente tiene un solo origen”, señaló a este diario la directora de Higiene y Seguridad Alimentaria del gobierno porteño, Marta López Barrios.
Mientras tanto, en el Malbrán comenzó ayer la tan solicitada –por la empresa– contraprueba de una de las muestras testigo, cuyo resultado podría conocerse entre hoy y el lunes próximo. Por otra parte, desde el Gobierno de la Ciudad ratificaron que los locales seguirán cerrados hasta que se realice la correspondiente higienización y sanitización, la que deberá ser verificada por las autoridades sanitarias.
Los técnicos del Senasa tomaron nuevas muestras de los cuestionados medallones de pollo el 18 y el 22 de agosto. El resultado de los análisis fue enviado a la Dirección de Higiene y Sanidad Alimentaria del gobierno porteño. El informe dice que “de acuerdo a los remuestreos realizados a distintas partidas intervenidas en el establecimiento de la firma McKey –la proveedora de McDonald’s ubicada en Garín– se detectó en la muestra del producto Medallones de Pollo Rebozados Prefritos Supercongelados marca McPollo un resultado positivo en cuanto a la presencia de escherichia coli”.
El documento, firmado por la Dirección Nacional de Fiscalización Agroalimentaria, agrega que la muestra “corresponde a la mercadería de retorno a planta elaboradora de los locales comerciales”, que está identificada como “McPollo Elab. 16/07/01”, y que “arroja positividad de Escherichia coli O 157”. Lo que aún no está establecido es si se trata o no de la misma partida que las muestras de los locales cerrados.
Por otro lado, los estudios de epidemiología molecular realizados en el Instituto Malbrán revelaron que el genotipo de la bacteria encontrada en las hamburguesas de pollo obtenidas en los cuatro locales clausurados es el mismo en todas, y corresponde a la cepa “0 157 T4”, que se destruye a 65 grados centígrados. Sin embargo, en McDonald’s aseguran que los McPollo se cocinan durante tres minutos a 182 grados.
La directora Marta López Barrios explicó que “el hecho de que en las cuatro muestras se haya encontrado la misma bacteria nos lleva a pensar en una fuente única de contaminación, por lo que se seguirá apuntando a la fábrica de esos productos ubicada en la localidad bonaerense de Garín”. Voceros del Senasa aseguraron a este diario que la producción en esa planta continúa parada hasta que se tomen las medidas definitivas.
La investigación apunta a todos los pasos que recorre el alimento, empezando por la materia prima y terminando en el momento en que llega a la boca del consumidor. López Barrios detalló las instancias de mayor probabilidad en que la bacteria pudo haber aparecido: “Puede venir en la materia prima, en el proceso de elaboración, en la línea de envasado o en el agua que se utiliza para el lavado de las máquinas”.
Hasta ayer, en McDonald’s seguían sosteniendo que hubo una mala manipulación de las muestras: “Nosotros hicimos análisis en varios locales tomados al azar, y en ninguno de ellos se detectaron casos de contaminación”, apuntó la vocera de la empresa, María José Parodi. La tan esperada contraprueba solicitada por McDonald’s se realizó sobre la muestra testigo del local del Patio Bullrich, con la presencia de los especialistas de Bacteriología del Malbrán –donde se hicieron losanálisis–, autoridades sanitarias del gobierno porteño y personal técnico de la empresa. El resultado podría conocerse entre hoy y el lunes.
Los locales de la cadena que fueron clausurados preventivamente por la Dirección de Higiene y Sanidad permanecerán cerrados hasta que se verifique su adecuada higienización y sanitización bacteriológica, la que deberá ser verificada por el gobierno de la ciudad.

Producción: Hernán Fluk

 


 

AEROPARQUE CERRADO POR UNA FM
Transmitiendo peligro

“¿Quiere que su producto venda? Anuncie en nuestra emisora.” El operador de la torre de control del aeroparque metropolitano Jorge Newbery pensó por un instante que se trataba de una broma. Pero no: de nuevo, como hace cinco meses, la frecuencia radial que la torre utiliza para asistir a los aviones en su aterrizaje estaba siendo interferida por FM truchas, todas ubicadas cerca de la frecuencia del 104.9 Mhz. El incidente provocó la inutilización del sistema ILS, un mecanismo imprescindible en los días de niebla; por este motivo, la terminal fue cerrada durante dos horas, y los vuelos desviados hacia otras estaciones, como Ezeiza y Mar del Plata.
La ecuación para el funcionamiento del aeroparque en los días de niebla suele ser simple: como las condiciones climáticas no permiten que el avión aterrice por sus propios medios, se recurre al Sistema de Aproximación de Instrumentos (ILS-Instrumental Landing System) para poner a la nave en línea directa con la cabecera de la pista, para facilitar el aterrizaje.
Pero las interferencias que generan las FM de baja potencia impiden que la torre de control pueda usar el ILS, porque pondría en riesgo a la nave y a sus ocupantes. Un hecho similar, en marzo último, provocó la clausura de ocho emisoras en San Isidro y San Martín. Ayer, el Aeroparque permaneció cerrado desde las 10.30 hasta las 12.10.
Voceros de la Fuerza Aérea señalaron que ya se han detectado “al menos cuatro de las emisoras” que están generando la interferencia, todas ubicadas en zona norte del Gran Buenos Aires.

 

OPINION
Por Pedro Lipcovich *

El niño y el investigador

Es oportuno responder hoy –cuando Página/12 dedica su tapa a la victimización de chicos en la provincia de Buenos Aires– a la nota en la que, ayer, el doctor Jorge Colombo y el licenciado Sebastián Lipina ratificaron las conclusiones de su investigación según la cual los niños de hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI) padecerían una “deficiencia en los mecanismos cognitivos”, su capacidad intelectual sería inferior y también lo sería su aptitud para la “obediencia a reglas sociales”.
Si bien Colombo y Lipina admiten que “el conocimiento científico no es de certidumbre sino de naturaleza probabilística”, desestiman el hecho de que, a diferencia de la física o la química, las verdades que vislumbra la psicología son de orden conjetural. Esto quiere decir que un test de inteligencia no mide la capacidad intelectual del mismo modo que un test de glucemia mide el azúcar en la sangre. Uno de los riesgos es el que, en su nota, ellos mismos admiten haber intentado reducir: los “potenciales sesgos socioculturales”.
Por eso, la nota de opinión publicada el 24 de agosto solicitaba cautela. Sostener, como lo hacen estos investigadores, que los chicos de clase baja, como colectivo, padecen “deficiencias” para “ejecutar tareas”, para “planificar” o para “controlar sus inhibiciones”, puede servir como apoyatura ideológica para su discriminación.
Sin duda, el investigador que expone esas conclusiones se sitúa en una posición humanitaria: en su buena conciencia, él alerta a los NBS sobre las deficiencias que aquejan a los NBI, para que los auxilien. Pero los NBS ya saben que los NBI la están pasando muy mal. Lo que no sabían es que, según “la ciencia”, los nenes pobres tienen problemitas en el cerebro que afectan a “procesos básicos, necesarios al desarrollo de cualquier estrategia de comportamiento”. No tenían la demostración “científica” de que, claro, hay que mejorar la situación de esos chicos pero, mientras tanto, sería mejor cuidarse de ellos porque no saben “obedecer a las reglas sociales”.
La victimización de los chicos con “necesidades básicas insatisfechas” no es responsabilidad exclusiva de la policía bonaerense sino de la sociedad, y esta responsabilidad concierne también a los investigadores en ciencias humanas. Una construcción que, de buena fe, se cree científica, puede sostener los prejuicios de un sector social.

* Editor de la sección Psicología de Página/12.

 

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