Por Javier Lorca
Desde
Resistencia
Reverso exacto de la primera
jornada, en el plenario del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN)
ayer estallaron los peores pronósticos de los rectores para el
próximo presupuesto. Las autoridades de las universidades públicas
temen que, de la mano del Ministerio de Economía, en el 2002 se
produzca un recorte cercano a la mitad de los 1800 millones de pesos que
hasta hoy maneja el sector. La versión, confiaron los rectores,
les fue comunicada por el gobernador de Buenos Aires, Carlos Ruckauf.
Con esa espada sobre sus cabezas, muchos rectores coincidieron en que
no podrían abrir la inscripción de estudiantes el año
que viene. Para evitar que la ola de rumores termine inundando a la universidad,
el CIN acordó un plan de lucha: Son tres líneas de
acción detalló el saliente titular del consejo, Adolfo
Torres. Pedir audiencias con el Presidente, el ministro de Economía,
los gobernadores y legisladores. Generar desde el CIN actividades que
le demuestren a la sociedad la utilidad de la universidad. Y convocar
a una consulta popular sobre la educación pública y gratuita.
Con calor, pero con calma en superficie, el plenario se abrió anteayer,
cuando se produjo una reunión calificada ayer de fantasía.
Ese jueves, funcionarios del Ministerio de Educación informaron
al CIN que la idea de la cartera era mantener en el 2002 los mismos fondos
para el sistema universitario, aunque advirtieron que se podrían
sufrir recortes. Los rumores más tremendistas ya entonces circulaban
por la Universidad del Nordeste, sede del plenario. Pero no afloraron
hasta ayer.
Se está pergeñando una maniobra para reducir el próximo
presupuesto, una medida que llevaría al colapso de las universidades
blanqueó el rector de la Universidad de Lomas de Zamora,
Omar Szulak. No sabemos si el ajuste se va a plasmar directamente
en el presupuesto o si el año que viene van a ir subejecutando
las partidas hasta retener 900 millones. Las versiones se completaron
con el aviso del vicerrector de Lanús, Antonio López Crespo:
También se está estudiando la privatización
del gerenciamiento de las universidades.
No hubo disenso en el diagnóstico de lo que podría pasar.
La universidad tal como la conocimos desaparece el año que
viene, comentó Jorge Rabassa, rector del Comahue. Con
estas ideas alocadas de recortar, si se aplican, no deberíamos
abrir la inscripción en el 2002, porque no estaríamos en
condiciones de funcionar, dijo Alberto Dibbern, de La Plata. Oscar
Shuberoff, de la UBA, estimó lo mismo. Aunque otro acuerdo unánime
fue expresado por Héctor Brotto (UTN), recién elegido titular
del CIN: La universidad debe estar abierta y funcionando. Vamos
a hacer todos los esfuerzos para eso, pero sin dejar de expresar que estamos
en contra de este modelo de país.
De ahí en más, los rectores repitieron un debate ya consignado
por Página/12 y que atraviesa a toda la comunidad universitaria:
¿cómo enfrentar al recorte salarial en marcha y a los virtuales
ajustes que se vienen? Las respuestas fueron, básicamente, dos.
Estamos manteniendo una posición demasiado cauta. Me siento
como un hippie pacifista frente a un enemigo que nos quiere destruir.
Nos falta ponernos camisas de bambula, vinchas y decir que queremos paz,
arengó Szulak. De General Sarmiento, José Luis Coraggio
propuso desarrollar una alianza estratégica con toda la educación
pública, los sectores productivos y los sindicatos. También
hay que convocar a la opinión pública, a través de
una consulta popular. Y cerró: No alcanza con defender
el presupuesto universitario. La universidad debe decir que esta política
económica debe ser cambiada.
Pese a que empezó diciendo llegó la hora de pintarnos
la cara, Mario Marigliano, de Tucumán, esbozó otra
respuesta: Hablar con los diputados ylos gobernadores. No profundizar
la crisis del país. Tesis que profundizó Shuberoff.
Frente a lo que llamó rumores apocalípticos,
sugirió generar políticas inteligentes que, sin volverse
incontrolables, nos permitan lograr que los talibanes del mercado no sean
escuchados. Propuso pedir audiencia con el Presidente para decirle
que no se deje convencer de este disparate (el tijeretazo).
Alguno contestó: Basta de rosca política. Y
otro retrucó: No favorezcamos a los sectores que viven del
conflicto.
El plenario terminó consensuando un plan de lucha. Y con la sensación
de que, si la tijera de Economía no llega a podar tan profundo
como se rumorea, difícil será que no se lleve algún
jirón de la educación pública.
OPINION
Por Pablo M. Jacovkis
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Tirar el esfuerzo
Como decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de
la UBA, es mi deber denunciar el riesgo que supone para la sociedad
perder camadas de investigadores y dejar de formar profesionales
aptos para el país. Este riesgo surge a partir del recorte
presupuestario impuesto por el Gobierno nacional y se agrava con
la reciente resolución del Consejo Superior de disminuir
los fondos para el funcionamiento de la universidad. Si bien es
cierto que la universidad puede vivir arrastrando deudas año
a año, la norma votada impide contraerlas, por lo que, en
particular, será imposible mantener a la Facultad de Exactas
en funcionamiento normal por mucho tiempo. Esto significa, además
de una pérdida millonaria, tirar el esfuerzo realizado por
los docentes e investigadores durante varias décadas. Mi
oposición al recorte está sujeta a lo que considero
una consigna fundamental: impedir el avance del ajuste, ya sea en
salarios o en gastos operativos. Esa misma consigna fue enarbolada
por el señor rector de la universidad en mayo de 1999 cuando
el gobierno del presidente Menem intentó un recorte de magnitud
similar al actual. Y esa misma postura llevó en aquella oportunidad
a ganar la batalla. Tanto hoy como entonces, mis afinidades políticas
han quedado para el ámbito personal y mis lealtades han sido
para con la continuidad de un proyecto de universidad pública,
gratuita y de excelencia.
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