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El Aeroparque, cerrado el fin de
semana por las interferencias

La suma de niebla más las interferencias obligaron al cierre temporal. Los vuelos de Aerolíneas y Austral saldrán desde Ezeiza.

La mayoría de las empresas
irá a Ezeiza, otras a El Palomar.
Suponen que el lunes el Aeroparque podrá ser reabierto.

Una temporal abstinencia aérea contagió al Aeroparque Jorge Newbery y lo mantendrá en cuarentena al menos hasta el lunes próximo, obligando a derivar todos los vuelos de cabotaje al Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Motivo: interferencias de radios FM truchas, desplegadas en el corredor de Zona Norte por el que descienden los aviones y que impiden que el piloto cuente con el control radial para el aterrizaje. Aunque el problema fue aparentemente resuelto –una unidad terrestre de la CNT detectó las radios y las clausuró–, los procedimientos técnicos de chequeo obligan a que el Aeroparque no pueda operar hasta que salga el sol. Se montó un operativo de traslado de pasajeros hacia Ezeiza. Para evitar congestionamiento, algunos vuelos también fueron derivados a las pistas militares de El Palomar.
El jueves pasado fueron detectadas interferencias en los controles de los aviones que ingresaban por el corredor Norte para descender en el Aeroparque. El origen: al menos dos FM instaladas entre San Isidro y Tigre, justo debajo del corredor aéreo. “Lo denunciamos a la CNT”, aseguró a este diario un vocero de la Fuerza Aérea. Ayer, una camioneta del organismo de la Comisión Nacional de Transportes recorrió la zona, detectó al menos tres FM y las clausuró.
“No es la primera vez que se detectan interferencias”, sostuvo un vocero de Aeropuertos Argentina 2000. “Clausuraron una radio en Tigre y otra en San Fernando.” Según un especialista, “es muy común que esto pase porque la frecuencia de la Fuerza Aérea debería ser prohibitiva para cualquier otro equipo de transmisión, pero en la práctica no pasa así”.
La zona en conflicto es el corredor Norte por el que descienden los aviones. El sistema ILS (Instrumental Landing System) instalado en el Aeroparque emite un haz radial sobre el corredor. El instrumental del avión detecta el haz y se trepa al centro y va siendo dirigido radialmente hacia la pista. Pero las emisiones radiales truchas pueden interferir en el haz, impidiendo que la señal sea confiable.
“Las radios ya fueron silenciadas –aseguró un vocero de la Fuerza Aérea–. No se produjeron nuevas interferencias. Lo que estamos esperando ahora es que mejoren las condiciones climáticas.” La utilización de equipos mal calibrados o que no utilizan los filtros correspondientes invade la onda de la Fuerza Aérea, prohibida para otro uso.
La misma fuente explicó el procedimiento de verificación: aunque no existan nuevos bloqueos, la operatividad del sistema debe ser chequeada por un avión verificador de la Fuerza Aérea. Se trata de un Lear Jet, modelo 35, especialmente montado para este tipo de tareas. Un equipo de especialistas en su interior determina los parámetros del sistema de ILS. Pero esa señal debe ser comparada con una verificación visual, que permitirá constatar si los datos del ILS se corresponden con la realidad. Por lo tanto, para poder cumplir con su misión, necesariamente se requiere de buen tiempo.
Entre tanto, todo el movimiento del Aeroparque fue trasladado a Ezeiza. Cada empresa estableció un sistema de micros para transportar a sus pasajeros hasta el aeropuerto internacional. “Nos informaron que todo está en orden”, describió el vocero de la Fuerza Aérea. “Pero para evitar que se concentren, los vuelos de Lear y de SW, que tienen aviones pequeños, fueron transferidos al aeroparque de El Palomar.” “Es cierto que se van a producir molestias para los pasajeros –agregaron desde AA 2000–, pero hoy en día el volumen de vuelos es más bien bajo, con lo que no se van a producir congestionamientos de importancia.”

 

Antorchas por la tragedia

Al conmemorar los dos años de la tragedia del avión de LAPA, en el que murieron 67 personas, los familiares de las víctimas formaron ayer un cordón de antorchas por la avenida Costanera para reclamar, una vez más, como lo hicieron el año pasado y como lo hacen todos los días, que la investigación judicial no se detenga. En esa rueda, avanzando en medio de la niebla, Carlos Garibotto, uno de los sobrevivientes del infierno, buscó algunos micrófonos para hacer correr una de sus convicciones más claras: “Esto –decía–: no fue un accidente, fue un asesinato en masa”.

 

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