Por John Patterson*
Desde
Los Angeles
Al final, resultó que
Gary Condit no estaba listo para el primer plano: la semana pasada, después
de meses de silencio sobre la desaparición de su pasante Chandra
Levy, Condit se subió al escenario en una serie de apariciones
mediáticas, y probó que, sin lugar a dudas, es estrictamente
un jugador de las ligas menores, no preparado para competir en el Big
Show. Pero fue una ocasión maravillosa para la tele. La entrevista
de Condit con Connie Chung de ABC mostró a un político ahogándose
en sus propias contradicciones y repetidamente recurriendo a las evasivas
y racionalismos más sospechosos. No soy un hombre perfecto,
dijo mecánicamente varias veces, como si un abogado invisible le
estuviera soplando las respuestas.
A pesar de los informes de que Condit había admitido a la policía
haber tenido una relación romántica con la pasante, ahora
el congresista desestimó cualquier relación
con Levy, que está desaparecida desde el 1º de mayo, y hasta
llegó a negar que la hubiera amado. La impresión que dio
fue la de un político desesperado, calculador, emocionalmente frío,
que trataba de ampararse en la jerga leguleya para salvar su carrera.
Que, por supuesto, era exactamente la razón por la que él
estaba ahí. Después de todo, y pese a la cobertura unánimemente
negativa que recibió su actuación, Condit todavía
planea postularse para su reelección como congresista por California
el año que viene.
Frente a él, estaba Chung, uno de los grandes nombres de ABC, una
periodista con mucho para probar, tanto para sí misma como para
su devaluado departamento de noticias, que actualmente está bajo
de rating. Chung acosó a Condit desde el minuto en que se encendieron
las luces. ¿Usted la mató? ¿Donde está ella
ahora? ¿Qué significa muy cercano? Y, demostrando
que Chung es sensible al ángulo sentimentaloide de la gran audiencia,
¿Se quería casar con usted y tener su hijo?.
Con sus largas justificaciones, Condit (que una vez exigió del
Bill Clinton manchado por Monica una difusión completa de
cada detalle de este affaire), ocasionalmente escaló ahora
las cumbres de la hipocresía y las evasivas mientras Chung lo hostigaba
todo el tiempo hasta el final.
Era horrible de mirar, pero miré cada minuto. Pocas veces una ofensiva
mediática salió por la culata de modo más espectacular.
Las encuestas mostraron opiniones negativas de 2 a 1 entre los televidentes,
y un vuelco de 2 a 1 contra Condit entre los votantes de su propio distrito
electoral de Modesto, California, la localidad que también nos
diera a George Lucas. El gobernador de California Gray Davis, un aliado
político de Condit de larga data, abruptamente lo dejó caer
esta semana, y los diarios locales unánimemente le pidieron la
renuncia.
Peor aún, todas las queridas de Condit comenzaron a surgir nuevamente
de la Caja de Pandora, arruinando cualquier oportunidad de que los medios
dejaran caer el tema. Anne Marie Smith, la ex azafata que afirma haber
tenido una relación con él, presentó una declaración
jurada que demostrando que ella y el congresista habían tenido
una relación íntima. Incluía mi detalle bizarro favorito
de todo el caso: que Condit tiene la costumbre de afeitarse todo su cuerpo,
lo que trae memorias de los lunares y curvatura hacia la izquierda varias
veces atribuidos al descarriado pene de Clinton. Y Joleen Argentini McKay,
una ex empleada de Condit, que se sumó al chismerío con
declaraciones de una relación que había durado años.
Los posteriores intentos de la gente de Condit para cambiar la atmósfera
post entrevista fueron lamentables. El hijo de Condit, Chad, declaró
que las acusadoras femeninas de su padre eran unas oportunistas que buscaban
hacerse una diferencia cobrando cachets televisivos por unas pocas entrevistas.
De una u otra manera dijo, esta gente va a terminar
en el programa de Geraldo Rivera (el tristemente célebre pionero
de la TV sensacionalista). Eso es todo lo que pasa. Chad hizo esta
afirmación en Larry King Live, lo que resulta un poco irónico.
Los abogados de Condit también dijeron lo suyo, usando un lenguaje
que recordaba la entrevista Condit-Chung y el testimonio en video de Bill
Clinton sobre Monica Lewinsky (Depende de cuál es la definición
de es). No creo que el congresista haya mentido,
dijo el abogado Abbe Lowell de las negaciones de Condit sobre una relación
con Smith. Creo que están definiendo en la manera se define
una relación. A lo cual la única réplica puede
ser: todo depende de cuál es la definición de la palabra
definición. Finalmente, Condit mismo apareció
en las emisoras locales de su distrito electoral, blandiendo la frase,
De ninguna manera dignificaré esa pregunta con una respuesta,
y declarando que los medios deberían disculparse ante él.
No era un espectáculo edificante.
No lo duden, Condit está acabado en la política norteamericana.
La entrevista de Connie Chung hizo que las evasivas y negativas de Clinton
parecieran elegantes, lo que no es tarea fácil. Pero Clinton era
un showman, formidable cuando estaba acorralado, siempre compensando por
todas sus falencias con el truco de morderse el labio inferior y su empatía
artificial. Pero Condit creció en el negocio del espectáculo,
como el hijo de un predicador cantante itinerante en Texas y Oklahoma,
y ha sido un político electo toda su vida (lo que también
es espectáculo): podía haber hecho algo mejor. Sus trucos
de décima podrían haber funcionado en un electorado rural
y conservador en el polvoriento valle de San Joaquín (con el agravante
que allí tampoco funcionaron); pero parecen maniobras de novato
bajo el brillo de los focos mediáticos del país. Condit
se envió a si mismo a la cola del desempleo, quizás porque
carecía de las pelotas o del desenfado descarado de un Clinton
acorralado o de un Nixon haciendo un discurso empalagoso en 1952 en que
subrayó su amor por su perro mascota. Finalmente, lo que la desfachatez
de Condit mostró fue la absoluta aridez de la retórica política
norteamericana en esta época. Condit, luchando por su vida política,
recurrió a las lisonjas más rutinarias con que se engaña
al electorado crédulo durante los talk shows políticos de
televisión los domingos a la mañana. Sin Question
Time in Congress y sin Question Time on TV, los políticos
generalmente aparecen frente a nosotros sólo en publicidades pagas
en época de elecciones o capitalizando alguna tragedia telegénica
para mantener visibilidad entre sus votantes.
No existe aquí una tradición televisiva de acosar a un político
de modo implacable, así que el show de Chung-Condit fue una rara
instancia del estilo de periodista como perro de presa. Uno desearía
que otros periodistas usaran la misma técnica con Dick Cheney (¿Usted
y George no están saqueando el Tesoro?) y con George Bush
(¿Es usted realmente tan tonto como parece?). Pero
nadie debe esperar que esto ocurra: algunas cosas son aparentemente demasiado
serias para discutirlas por televisión frente a nosotros, meros
votantes.
*De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
CUANDO
UN MINISTRO NO PUEDE APARTARSE DE SU NOVIA
El macho superior de Alemania
La pasión hace estragos
con el ministro de Defensa de Alemania: la oposición entera y parte
de las filas partidarias que participan en la alianza de gobierno exigen
su renuncia, en medio de un comprometedor silencio oficial. Rudolf Scharping
desató un escándalo político tras utilizar aviones
de la Fuerza Aérea para sus citas de amor. Scharping se escapó
a la isla de Mallorca a reunirse con su novia en cada rato libre que se
lo permitía el debate nacional en torno al envío de tropas
alemanas a Macedonia. Aún más: el propio primer ministro
Gerhard Schroeder debió forzarlo a que, como responsable de las
Fuerzas Armadas, vaya a saludar al primer contingente de soldados que
arribaron a Skopje para sumarse al operativo Cosecha Esencial
de la OTAN. Sin embargo, a las pocas horas volvió a tomar un avión
oficial para volver con su pareja y dejó varados allí a
dos de los principales líderes de la oposición.
El mismo día que el gobierno aprobaba el envío de 500 soldados
alemanes a Macedonia, la prensa local publicó un reportaje fotográfico
que mostraba a Scharping en Mallorca con su novia en distintas poses amorosas.
El ministro acaba de divorciarse y está en medio de una intensa
relación con la condesa Kristina Pilati, con quien pasaba hasta
ayer sus días en la playa española. Según informa
el diario Saarbruecker Zeitung, Scharping tuvo que ser forzado por el
propio Schroeder a interrumpir sus vacaciones para visitar las tropas
que su país envió a los Balcanes, ya que el ministro, tras
haber asistido en Berlín a la sesión extraordinaria del
Parlamento sobre la participación alemana en Cosecha Esencial
la operación de la Alianza Atlántica (OTAN) para la
recolección de armas de los rebeldes albaneses en la ex república
yugoslava, se fue de vuelta a Mallorca. Scharping finalmente obedeció
y fue a Macedonia, pero apenas terminó con el trámite se
embarcó nuevamente en un avión militar a reencontrarse con
Pilati. Pero ese avión era el que debía trasladar a dos
líderes de la oposición alemana: el presidente del grupo
parlamentario de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU) y su
ala bávara (CSU) Friedrich Merz, y el socialcristiano Michael Glos.
Cuando los políticos quisieron regresar a Berlín, los militares
les explicaron que el avión había sido confiscado
por el ministro. Paso siguiente, el ministerio de Defensa tuvo que desviar
un Airbus, cuya hora de vuelo se cifra en 10.000 dólares,
para recuperar a los diputados conservadores. Mientras los aviones
de combate de la Bundeswehr (Fuerza Aérea) se quedan en tierra
por falta de dinero, Scharping se gasta el último céntimo
de las Fuerzas Armadas para noches calientes en Mallorca, afirmó
el portavoz de Defensa conservador, Paul Breuer. El episodio cayó
justo, ya que la falta de medios de la Bundeswehr y la incapacidad de
garantizar la seguridad de los soldados fue el principal argumento de
unos 60 legisladores conservadores que votaron el miércoles en
contra de la participación alemana en Macedonia. Ante la trascendencia
del episodio, el ministerio de Defensa comunicó que Scharping recurrió
a los aparatos de la Fuerza Aérea porque no había manera
de reservar vuelos regulares. Mientras tanto, Scharping se negó
a renunciar y confirmó que volverá hoy a Berlín.
Esta vez a bordo de un vuelo común y corriente de la línea
aérea alemana Lufthansa.
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