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DESDE MAÑANA, CON LA EDICION DE PAGINA/12, CUATRO DISCOS DE VICTOR JARA
“Yo me quedo a cantar con los obreros”

La colección recopila todos los clásicos grabados por el chileno, asesinado en 1973: desde �Te recuerdo Amanda� hasta �Plegaria a un labrador�,
pasando por �Vientos del pueblo� y �Manifiesto�. Incluye, también, registros inéditos, singles y grabaciones en vivo.

Los discos de Jara saldrán durante cuatro domingos consecutivos y expresan las diversas etapas de su carrera.

Por Fernando D’Addario

Durante años, la música de Víctor Jara fue una presencia ausente para los argentinos. Estaba allí, flotando en viejos recuerdos de fogón revolucionario o en dudosas recopilaciones de folklore latinoamericano, pero sus discos permanecían ocultos, inéditos, acaso porque contenían canciones incompatibles con la corrección política de los ‘80 (en la Argentina) y los ‘90 (en Chile). Pero del mismo modo que ha ocurrido con otros mitos, la figura de Jara parece haberse fortalecido en estos últimos tiempos, como si su recuerdo obrara de antídoto frente a tanta hipocresía y doble discurso. Con dos proyectos cinematográficos centrados en el músico chileno (uno de ellos perseguido desde hace tiempo por Emma Thompson) y un reciente festival-homenaje llevado a cabo en el Parque Centenario (del que participaron, entre otros, Inti Illimani, Mercedes Sosa y Víctor Heredia), quedaba pendiente la reedición de sus canciones.
En su momento recopiladas por su esposa, Joan Turner, a cargo de la Fundación Jara, y editadas por Warner, estas canciones volverán a estar en la calle. Página/12 publicará, a partir de mañana, y en los próximos tres domingos, acompañando su edición habitual (a un precio opcional de 6$), cuatro discos fundamentales: Pongo en tus manos abiertas, El derecho de vivir en paz, Habla y canta y Manifiesto. La colección recorre la mejor parte de su carrera, entre 1969 y 1973, e incluye himnos de la canción testimonial, como “Te recuerdo Amanda”, “Plegaria a un labrador”, “Manifiesto”, “Cuando voy al trabajo” y “Vientos del pueblo”, entre otros. Referirse a los mejores momentos de la carrera artística de Jara obliga a ensayar una analogía, porque ese lapso brillante de su producción artística coincide temporalmente con la etapa más interesante de la historia chilena del siglo XX. Fueron los tiempos del gobierno de la Unidad Popular, el proceso –trunco por el golpe de Pinochet– que intentó consolidar el sueño del socialismo a través de canales democráticos. Jara y el socialismo chileno son entidades inseparables, pero el músico, dentro de ese contexto creció como un emergente sui generis de la realidad trasandina. Sus discos acompañaron ese crecimiento, mostraron sus singularidades, y hoy aparecen como un testimonio de leyenda, aunque en otro tiempo (en otro mundo) fueran una suerte de noticiero cantado de una realidad palpable: el pueblo había llegado al poder.
Jara había nacido en Lonquén, una localidad cercana a Santiago. Era nieto de mapuches, era pobre. De niño trabajó la tierra y conoció las manos curtidas de quienes la habían trabajado durante décadas. Fue director de teatro casi por accidente, y fue cantor popular por una imposición del destino. No debe extrañar que su música y su voz, en algún punto talladas en cierta rusticidad, hayan ido modelando su perfil en función de los cambios políticos y sociales que se estaban experimentando. Pongo en tus manos abiertas es un disco de 1969 y tiene todo el fervor de la “revolución por hacer”. Incluye el ahora clásico “A desalambrar”, de Daniel Viglietti, “Preguntas por Puerto Montt”, “Te recuerdo Amanda” (en homenaje a su madre), “Zamba del Che” y “Duerme, duerme negrito”, entre otras, acompañado por Quilapayún. Y ofrece, como agregado, grabaciones en la peña de los Parra, en 1970, un lugar y un momento exactos donde se consolidaban, paralelamente, la nueva canción chilena y el nuevo régimen político. Allí presentó “Te recuerdo...”, definida como “simplemente una canción de amor...”, y “Plegaria a un labrador”, ambas con guitarras.
En El derecho de vivir en paz (1971), el segundo volumen de la colección, se manifiesta un crecimiento musical, gracias al aporte de una instrumentación más rica, que incluye guitarras eléctricas y órgano. Un soporte técnico no contrapuesto a la épica que atraviesa el disco. Había que defender la revolución, y para ello, nada mejor que ese grito de “¡Venceremos!” que corona la canción “El alma llena de banderas” (la que dice, también, “tu muerte muchas vidas traerá/que hacia donde tú ibas marcharán/cantando”. El himno es parte de un compromiso visceral que Jara tomó con el gobierno de Salvador Allende. La pata “cultural-proletaria”,que le daba al proceso un matiz diferente del que podía aportar, por ejemplo, el también popular Pablo Neruda. Jara quería defender la revolución desde la reivindicación de su origen obrero y campesino. No deja de conmover hoy, conociendo su historia, la canción “El niño yuntero” (sobre poema de Miguel Hernández), en la que el cantautor, ya “institucionalizado” de algún modo, recuerda los penosos días de explotación infantil: “Carne de yugo ha nacido/más humillado que bello/con el cuello perseguido/por el yugo para el cuello”. El folklore andino subyace en los temas instrumentales, algo escondido bajo la uniformidad musical del “latinoamericanismo”: hay guiños a la Revolución Cubana (el son “A Cuba”) y al Perú negro, postergado, en “A la Molina no voy más”, al tiempo que se ridiculiza al viejo orden social en “Las casitas del barrio alto”, retratando un modo de vida que, socialismo mediante, se creía en vías de extinción. Hay aquí un Jara herido pero esperanzado, que hasta se permite divertirse, como en “Ni chicha ni limoná”. El disco incluye también outakes, singles, y el instrumental “Danza de los niños”, con Inti-Illimani, correspondiente al homenaje a Neruda, de 1972.
Habla y canta es una grabación en vivo, registrada en Cuba, donde además del calor popular de clásicos como “Te recuerdo...”, “Plegaria...”, presenta “La carta” (Violeta Parra) y “Preguntitas sobre Dios” (Yupanqui). Aquí no podía faltar, por supuesto, la “Zamba del Che”.
Por último, Manifiesto marca una dualidad. Se trata de sus últimas grabaciones (1973), en las que, por fuera del apoyo logístico y material que le brinda a la revolución en la que cree (en “Qué lindo es ser voluntario” canta “qué cosa más linda es ser voluntario/construyendo parques para el vecindario/levantando puentes/casas y caminos/siguiendo adelante con nuestro destino”), se vislumbra una suerte de desasosiego, un llamado a combatir contra el futuro que se venía y que, luego se supo, sería peor que el pasado. El clima se había enturbiado en Chile. No es gratuito el registro de “La bala”, canción popular venezolana, que a contramano de su ritmo festivo, reza: “La bala se dispara/ay se dispara/En Cuba, Vietnam y Chile” o “ella no es mala/todo depende de qué, cuándo y quién la dispara”. Frente a la contrarrevolución, slogans de autoafirmación. La “Marcha de los trabajadores de la construcción”, tiene un no disimulado aire a propaganda lisa y llana: “con materiales de mi país/el socialismo hay que construir”.
En setiembre de 1973, el sueño terminó. El hombre que había gritado “Aquí me quedo” (“yo no quiero la patria dividida/cabemos todos en la tierra mía/yo me quedo a cantar con los obreros/en esta nueva historia y geografía”) fue detenido poco después del golpe militar de Pinochet. Fue, se sabe, torturado y asesinado. Quedó su “Manifiesto”, que resume por qué Jara, el que no cantaba por cantar, ni por tener buena voz, trascendió su propia tragedia: “canto que ha sido valiente/siempre será canción nueva”.

 

Un puente para la memoria

Joan Jara, viuda de Víctor, publicó en 1981 el libro Víctor Jara. Un canto truncado, un testimonio ineludible a la hora de hablar del cantautor chileno. Joan tiene 73 años, y preside una fundación que lleva el nombre del hombre con el que compartió tanto tiempo de su vida. En una entrevista que concedió este año a Página/12, señaló.
“Desde 1973 hasta 1981 viajé por el mundo, hablando de la muerte de Víctor como símbolo de todas las muertes que sucedían en Chile (...) Decidí recuperar el ejemplo, la vida de Víctor artista, hacer ese puente de memoria para la gente joven y contar esa realidad censurada”.
A pesar de la querella que presenté en 1976, todavía no he podido saber ni comprobar quién fue el responsable de la muerte de Víctor. Creo que nunca voy a poder averiguar eso, porque hay una cortina de protección que esconde las identidades”.

 

Cineasta detenida

El Tribunal Revolucionario de Teherán, la capital de Irán, acusó a la cineasta Tahimeh Milani, detenida el domingo pasado, de apoyar con su película La mitad oculta a grupos que están en contra de la revolución islámica, según la agencia oficial de noticias IRNA. “Según los últimos elementos de la investigación, Milani apoya a grupos ilegales y el procedimiento judicial está en marcha”, contó IRNA sin dar precisiones sobre tales grupos. La mitad oculta, que narra la historia de una mujer casada que tuvo una relación romántica con un rebelde después de la revolución iraní de 1979, fue acusada de “insultar los valores de la revolución islámica”. Ayer, un funcionario del Ministerio de Cultura iraní había estimado que la detención de la directora se debía a un “malentendido” y que esperaba “poder anunciar su liberación lo antes posible”. “A nuestro parecer, las acusaciones contra Tahimeh Milani están basadas en un malentendido que estamos tratando de disipar. Esperamos poder anunciar su liberación lo antes posible”, dijo el funcionario. La mitad oculta, se desarrolla durante la “revolución cultural” que siguió a la revolución islámica de 1979 en Irán, un tema que sigue siendo tabú en el cine iraní, que a pesar de su gran producción sufre una constante censura por parte de distintos organismos del estado. Entre quienes han tenido problemas con sus films se cuentan cineastas de la talla de Abbas Kiarostami y Jafar Panahi.

 

Festival de cortos

La tercera edición del Festival Itinerante de Cortometrajes “Sueños Cortos”, que reúne 60 films de ficción, documental y animación de nuevos directores de todo el país, empezará hoy en Buenos Aires, y luego recorrerá las ciudades de La Plata, Morón, Rosario, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza, Salta y Ushuauaia. Esta muestra competitiva, organizada por La Nave de los Sueños y destinada a difundir la obra de nuevos realizadores, se desarrollará desde hoy y hasta el jueves próximo, con entrada libre y gratuita, en el Cine Cosmos (Corrientes 2046), y luego iniciará su recorrido por las provincias. El festival lanzó hace meses una convocatoria a nivel nacional durante la cual recibió más de 250 cortometrajes, entre los cuales un jurado integrado por los cineastas Raúl Perrone, Jorge Polaco, Daniel Rosenfeld y Claudio Caldini seleccionó a los mejores 60. Entre los films de ficción se destacan Historia de amor en baño público, de Pablo Oliverio, Torino, de Hernán Golfrid, Heartdrop, de Patricio Alvarez Casado, Selective Hearding, de Carolina Farinella, Vamos ganando, de Ramiro Longo, El otro cuarto, de Paula Marotta, A cielo cubierto, de Julián Andrade, y Viorica, de Néstor Pérez Vidal. En el apartado de documentales fueron seleccionados films como Proyecto mundo evolutivo, de Julián Andrade, Cayetano Casero, de Mariana Mattar y Pisadero, de Alejandro José Quiroga. La fiesta de apertura de “Sueños Cortos III” se realizará hoy a las 24 en La Nave de los Sueños (Moreno 1379, 2º p.), mientras que la proyección de los cortos se llevará a cabo lunes, martes y miércoles a las 20 en el Cine Cosmos. El jueves se entregarán los premios y se exhibirán los trabajos ganadores.

 

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