Por Fernando Cibeira
El presidente Fernando de la
Rúa y sus principales colaboradores quieren hacer de cuenta que
podrán mantenerse indiferentes a las elecciones del 14 de octubre.
Lo que probablemente no suceda es que las elecciones decidan mantenerse
indiferentes con ellos. Son varios los funcionarios y dirigentes políticos
que ya elaboran los escenarios posibles para después de octubre.
Es decir, como consecuencia de la derrota de la Alianza, un dato que todos
dan por descontado. El común denominador de los rumores son los
cambios drásticos y la sensación de ligera irrealidad que
sobrevuela cada variable, aunque este gobierno ya dio sobradas muestras
de que nada es imposible.
Obviamente, la visión más benévola corre por cuenta
de los hombres más cercanos al Presidente. Ellos dicen que, aún
perdiendo, tendrán más legisladores que ahora, sobre todo
en el Senado. Por lo tanto, argumentan, dentro de dos meses las condiciones
de gobernabilidad de la gestión delarruista no diferirán
en mucho de las actuales. Para ellos, la gobernabilidad se asegura armando
una aceitada línea de diálogo con los principales gobernadores
peronistas, algo que esperan conseguir en cuanto terminen de discutir
la coparticipación federal. Cuando hay que votar las leyes
importantes, ellos siempre aparecen. En cambio, con muchos de los de la
Alianza nunca podemos contar, argumentaba un funcionario con despacho
en la Rosada.
Lógico que para que cierre el paisaje de moderado optimismo es
necesario que los indicadores económicos repunten. En Gobierno
temen lo que pueda depararles el último trimestre del año,
pero entienden que luego que se hagan los recortes correspondientes, con
el nuevo presupuesto vendrá un año de despegue. A propósito
del presupuesto, el recorte incluirá más despidos que, por
lógica proselitista, permanecerán en el freezer hasta los
comicios.
u Despidos: Luego de tanto prenuncio, la reformulación del PAMI
y el ANSES entró en una nebulosa de la que no se sabe cuándo
saldrá. Lo que se comentó en Gobierno era que la oposición
de Raúl Alfonsín había obligado a repensar la posibilidad
de nuevos despidos, al menos mientras dure la campaña electoral.
En tanto, en Jefatura de Gabinete calculan que después del 14 de
octubre se liberaría la poda: cerca de 3000 agentes del PAMI y
2000 del ANSES quedarían en la calle de un plumazo. No sólo
será un problema por la nueva tanda de desocupados estatales, sino
que tendrá sus consecuencias con el radicalismo bonaerense, al
que el Gobierno acusa de haber hecho un nicho de esos dos organismos.
u Unión nacional: El escenario que plantea el radicalismo bonaerense
es diferente. No es cambio de gobierno, es simple reconocimiento
de la realidad, explica un dirigente del distrito ante la aversión
que la iniciativa provoca en la Rosada. Cerca de Raúl Alfonsín
creen:
a) Que los índices económicos no mejorarán en lo
que queda del año. Por el contrario, auguran más dificultades.
b) Que la derrota dejará al Gobierno en un estado de debilidad
tal por ejemplo, quedaría en minoría en las dos Cámaras
del Congreso que se hará necesario inventar nuevas alquimias
para sostenerlo.
c) Que las condiciones de gobernabilidad sólo se pueden garantizar
con el arribo del peronismo a cargos importantes del Ejecutivo y que lo
más acertado sería cederle la jefatura de Gabinete, un puesto
de mucha visibilidad y poder de mando. El nuevo gobierno de unión
nacional tendría que asumir con el objetivo de cumplir con una
serie de puntos que Alfonsín viene tratando de elaborar en sus
encuentros con políticos, sindicalistas y empresarios y que el
viernes dio a conocer en el plenario del Comité Nacional. Algunos
de ellos están fuera de discusión como la reestructuración
de la deuda externa y la creación de un subsidio para jefes de
hogar desocupados. d) que lo ideal sería que el peronista que asuma
en la jefatura de Gabinete fuera un dirigente revalidado en las elecciones.
Por eso se menciona a Eduardo Duhalde, de quien se descuenta conseguirá
un amplio triunfo en la provincia de Buenos Aires como candidato a senador.
Duhalde está entusiasmado con la posibilidad de encabezar una versión
local del Pacto de la Moncloa y dialoga cada vez más seguido con
Alfonsín y el presidente del radicalismo bonaerense, Federico Storani.
u Convertibilidad: La versión también circuló por
Jefatura de Gabinete. Se decía que superado el examen del comicio,
Domingo Cavallo comenzaría a explorar la forma de salir de la Convertibilidad.
Con ese objetivo aceleraría la puesta en marcha de la bolsa de
monedas, una iniciativa que se mantiene en stand by a la espera que el
euro se equipare al dólar. La decisión de Cavallo sería
impulsar una nueva ley que incorpore al euro ya y sumarle, además,
la moneda brasileña: el real. En los hechos, significaría
una devaluación aunque bajo la fórmula de más
convertibilidad que quiere instalar Cavallo. Sería el golpe
de timón con el que buscaría sacar a la economía
de su ya crónico parate.
u Cavallo: El rumor que el ministro de Economía dejará el
Gobierno viene circulando desde hace un par de semanas, aunque con diferentes
argumentos. La versión de algunos dirigentes del delarruismo hablan
de un reemplazo por el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini
luego de las elecciones, cuestión de darle nuevos aires a una gestión
económica que ya se quedó sin crédito bancario y
parece a punto de quedarse también sin crédito político.
En el entorno presidencial todavía no terminaron de digerir la
alianza electoral que el cavallismo armó con el menemismo en la
Capital y juran que eso tendrá consecuencias. Desde el cavallismo,
en cambio, imaginan a su jefe de salida sólo si no consigue zanjar
a su favor su pulseada con Cancillería por el manejo del comercio
exterior. O con el radicalismo alfonsinista, por la reforma en el PAMI
y la ANSES.
u Colombo: Cercado por las denuncias que periódicamente amplifica
la comisión que investiga el lavado de dinero que preside Lilita
Carrió, entre la dirigencia política oficialista son cada
vez más quienes lo ven como el principal candidato a emigrar del
gabinete luego de los comicios. Obviamente, en la hipótesis de
un gobierno de unidad nacional con un peronista en la Jefatura de Gabinete,
el futuro de Colombo también entraría en un cono de sombra.
Con todo, en la Rosada aseguran que Colombo seguirá sí o
sí. No sólo porque se ha transformado en el funcionario
más identificado con la gestión delarruista, sino también
porque consideran que en el informe de Carrió no hay ningún
elemento que lo comprometa seriamente. El Presidente también
piensa eso, así que vamos a defenderlo a muerte, explicaba
esta semana un funcionario con rango de secretario de Estado.
Como sea, poco más de un mes para las elecciones y la única
certeza es que el otro día habrá llegado el momento de tomar
decisiones. Como graficaba un funcionario de la Rosada de fluido acceso
al despacho presidencial: Más débil que ahora me parece
difícil, ya llegamos al piso. Igual, después de la derrota
vamos a tener que hacer cambios porque si no nos convertiríamos
en un gobierno autista. Ahora, de ninguna manera vamos a permitir que
se especule con una entrega anticipada del poder. De la Rúa fue
elegido para gobernar por cuatro años y si eso no se cumple, el
país retrocedería 20 años, resumía el
espíritu oficial.
Cohabitación,
la alquimia para salvar a más de uno
Desde la oposición fomentan la formación de un gobierno de
coalición con el peronismo para después de las elecciones. Las
reuniones de Ruckauf y sus propuestas. Las charlas de Alfonsín
y Duhalde. Los deseos del cavallismo.
Ruckauf
y Duhalde cuando el
primero sonreía y el segundo no.
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Por
Sergio Moreno
Durante las tres
horas que estuvieron reunidos en el estudio de Federico Storani, hace
dos semanas, el anfitrión y sus visitantes, el gobernador Carlos
Ruckauf y su vice, Felipe Solá, no dejaron de tejer hipótesis
sobre cómo será la Argentina después del 14 de octubre.
Las oficinas cercanas a los Tribunales fueron el primer escenario donde
el gobernador bonaerense comenzó construir el camino de salida
del polvorín en que se ha transformado la provincia que debe conducir,
donde, obviamente, evitó toda referencia a tales intenciones. Ruckauf
presentó el asunto proponiéndose como parte de la solución
del brete en que se encontrará el gobierno nacional cuando se concrete
el revés electoral anunciado en las encuestas. El gobernador, dijo,
podría integrarse al gabinete nacional como jefe de Gabinete con
facultades ampliadas. En la provincia podría efectuarse la experiencia
piloto de este ensayo de cohabitación, tal la oferta que el peronista
gobernador le hizo al presidente de la UCR provincial. Fredi levantó
la guardia: Primero habría que consensuar un programa, de
lo contrario sería inviable.
La posibilidad de una cohabitación que ayude al gobierno de Fernando
de la Rúa a capear la crisis económica, reprogramar los
pagos de la deuda y llegar a como dé lugar a finales
de 2003, se ha transformado en una obsesión de cierta parte de
la dirigencia política, fundamentalmente del Gobierno (ver aparte)
y de aquellos que se ven posibilidades de capitalizarse con la movida.
Ruckauf es, quizá, el principal interesado. Acosado por el caos
financiero y la hecatombe social de su distrito otrora el más
rico del país, el gobernador ha visto que su debilidad se
asemeja a la de los habitantes de la Casa Rosada. Con la provincia en
quiebra, cercado por la rudeza con que Eduardo Duhalde ha tomado las riendas
del peronismo bonaerense de cuya estructura fue excluido,
Ruckauf aprovechó las necesidades delarruistas para construir un
nuevo escenario que lo favoreciese. Audaz, el gobernador viajó
hasta el viejo estudio de Storani de la calle de Uruguay para exponer
su oferta y mejorarla a los ojos del Ejecutivo nacional: si Fredi hubiese
aceptado transformar a la provincia en banco de pruebas de la cohabitación,
tal como propuso el gobernador, su posición hubiese sido más
sólida a la hora de presentarla ante Chrystian Colombo, jefe de
Gabinete de De la Rúa.
Colombo escuchó al enviado ruckaufista, Diego Guelar, sin entusiasmo.
¿Por qué el Gobierno aceptaría que la pata
peronista de la cohabitación fuese el mandatario bonaerense,
cuyas capacidades de administrador saltan a la vista en los resultados
que obtuvo en su provincia, que no maneja la estructura del PJ en su distrito
y cuya relación con el resto de los gobernadores de su partido
es más que fría? La negativa del jefe de Gabinete fue previsible.
En el Gobierno imaginan otros escenarios. Uno de ellos, quizás
el más claro, lo expuso Horacio Tomás Liendo, asesor de
Domingo Cavallo y candidato a senador por la fórmula menemista-cavallista-delarruista
de la ciudad de Buenos Aires. Liendo fue uno de los invitados a las reuniones
que semanalmente realiza, en la sede de la UOCRA, un grupo de dirigentes
peronistas. El gremialista Gerardo Martínez tiende la mesa cada
siete días a Susana Decibe, Juan Pablo Lohlé, Jorge Remes
Lenicov, Oscar Lamberto, Felipe Solá, Arturo Lafalla, Alberto García
Lema y Eduardo Amadeo quienes, a su vez, convidan a una figura. Por la
sede gremial han pasado Domingo Cavallo, Juan Carlos De Pablo y Rosendo
Fraga, entre otros. Una semana atrás fue el turno de Liendo, quien
imaginó el día después del 14 de octubre
de la siguiente manera:
Nuestra propuesta para después de las elecciones es la unidad
nacional Liendo no contuvo su carcajada, acompañada por los
presentes, y continuó con un regente...
¿Quién? preguntó uno de los anfitriones,
sabiendo la respuesta.
Cavallo.
¿No está un tanto chamuscado? repreguntó,
irónico, otro de los presentes.
Se va a levantar. Si reprogramamos entre 20 mil y 40 mil millones
de la deuda, el EMBI+ (riesgo país) caerá a 800 puntos,
las tasas van a bajar drásticamente y vamos a salir de la recesión.
Bajo estas condiciones, Cavallo va a ser el regente categorizó
Liendo.
Ese escenario es el que intuye Eduardo Duhalde para contemplar a Domingo
Cavallo en su esquema de cohabitación. Detalle que el pretor del
peronismo bonaerense se cuida de revelar en sus cada vez más frecuentes
charlas con Raúl Alfonsín sobre el asunto.
Duhalde se imagina en el mismo sitio que Ruckauf ha pensado para sí
en un gobierno conjunto post-octubre y sabe que, de producirse tal alquimia,
tiene más chances que el gobernador. El candidato a senador descarta
un cómodo triunfo en las senatoriales que lo promovería
nuevamente a la carrera presidencial dentro del peronismo. Pero necesita
validar sus condiciones de hombre de Estado. La vidriera de
una Jefatura de Gabinete con poderes ampliados para timonear la transición
hasta 2003 sería, según entiende el ex gobernador, el sitio
desde donde hacerlo, además de un inmejorable bastión desde
el cual vencer las resistencias que despiertan los candidatos bonaerenses
al interior del peronismo.
Las tenidas a las que se entregan ambos contrincantes bonaerenses tienen
nerviosos a más de un dirigente de cada partido. La enervante desconfianza
de Duhalde y la reserva blindada de Alfonsín han ocultado los detalles
de los planes que tejen para la Argentina post elecciones.
Pero el radical expuso con crudeza los trazos fundacionales de cualquier
hipotético gobierno de unidad nacional que lo tenga como socio.
Lo hizo el viernes, en el Comité Nacional, donde quedó más
que claro que la exclusión de Cavallo es condición sine
qua non para cualquier experimento de gobierno.
Duhalde recibió el mensaje.
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