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DE LA SOTA VA A LA ELECCION DE CONVENCIONALES
Hoy votan el modelo Córdoba

En julio se votó un referéndum para eliminar el Senado. Hoy es el segundo paso rumbo a la reforma constitucional local. El cálculo presidencial de De la Sota y las listas desprolijas.

El gobernador cordobés sigue en su plan presidencial que arrancó con el plebiscito y continúa hoy.

Por Mónica Gutiérrez
desde Córdoba

Con la misma indiferencia que caracterizó la consulta popular de julio pasado, los cordobeses vuelven hoy a las urnas. Eligen 133 convencionales que reformarán la Constitución provincial, un paso más en la vertiginosa carrera que José Manuel de la Sota inició a mediados de año para mostrar al país cómo se reducen los costos de la política. Las propuestas mayoritarias –Unión por Córdoba y UCR– plantean un sistema unicameral, aunque con diferencias en la forma de representación. El gobernador ya logró instalar a nivel nacional el modelo Córdoba para el achicamiento de las legislaturas provinciales. En esta elección, De la Sota se juega un nuevo escalón que lo acerque a su aspiración presidencial.
El próximo, según sus deseos, debería ser la elección de la Legislatura ya transformada, el 14 de octubre, aun cuando la Justicia advirtió que esos plazos son inconstitucionales. El proceso de reforma en Córdoba estuvo teñido de apuros y de cuestionamientos; el socialismo pidió a última hora la suspensión del comicio porque faltaba el decreto del Ejecutivo convocando a las elecciones de hoy.
Según las encuestas, la mayoría de los cordobeses no sabe qué tiene que votar hoy, y ni qué hablar de los candidatos y sus propuestas. Igual, se estima que la obligatoriedad del voto llevará a las urnas a un porcentaje similar al que concurrió el 22 de julio, cuando el gobierno les preguntó a los cordobeses si estaban de acuerdo con reducir la Legislatura a la mitad y establecer un sistema unicameral. Entonces fue el 75 por ciento del padrón, que en su mayoría contestó el sí que esperaba el gobernador.
A partir de ahí todo fue un juego de truco. El radicalismo desafió a que el cambio se precipitara a octubre y no esperara al 2003; el oficialismo dobló la apuesta y entre ambos aprobaron la ley que declaró la necesidad de la reforma, que incluye ese único punto. Después vinieron los bloopers y los olvidos. De la Sota firmó un decreto donde llamaba a elegir 70 legisladores el 14 de octubre, dando por hecha la reforma. El Tribunal Superior resolvió que esa norma era inconstitucional, exigió que se respete el cronograma original de elecciones y advirtió que tampoco la Convención Constituyente podrá apurar los plazos para cambiar lo que se va a elegir en octubre, a riesgo de volver a intervenir. “A veces son más importantes los votos que los fallos”, le contestó De la Sota a la Justicia, evidenciando que impulsa la reforma a cualquier precio y que los tiempos lo acucian.
La elección de hoy y el trabajo de la Constituyente definirán en gran parte el futuro de la vida política cordobesa. Tanto la coalición gobernante como el radicalismo proponen una cámara única con 70 integrantes. Unión por Córdoba quiere que la mitad represente departamentos y los otros 35 se elijan por distrito único con el sistema proporcional D’Hont. La UCR propone que las bancas se distribuyan por el mismo sistema, pero con 26 legisladores departamentales y 44 por distrito único. Las cuatro listas restantes son las del Frepaso, que deja en manos de la Convención el número de legisladores, el Partido Intransigente, que promueve que se mantenga el sistema bicameral, el vecinalismo e Izquierda Unida, que propone elegir un representante cada 25 mil habitantes.
El control del Legislativo sobre la gestión del Ejecutivo fue el tema central en la escasa campaña que realizaron los partidos de la oposición. Con un congreso provincial acotado, De la Sota, dicen, se garantiza un control casi nulo para el resto de su gestión.
La hija de Olga Riutort (esposa de De la Sota), María Victoria Flores, que con sólo 23 años y cuarto año de abogacía podrá ser constituyente y la inclusión de Jorge Bodega, el senador acusado de cobrar una coima de 400 mil dólares para aprobarle al gobierno la ley de privatizaciones, son las dos “perlitas” de la lista de Unión por Córdoba. Pero el gobernador desoye críticas y disfruta del logro de haber instalado su modelo de reducción de los costos de la política en el escenario nacional.

 

Los enredos con la ley

El apuro por reformar llevó a cometer errores de todos colores. El primero fue determinar quién nombra los jueces si no hay Senado, descuido de los legisladores cuando sancionaron la necesidad de la reforma. Luego, el blooper mayor: De la Sota convocó a una elección para octubre para cargos que no existen todavía y el máximo tribunal de la provincia anuló el decreto. Para más, el viernes a última hora, el Partido Socialista pidió a la jueza electoral Martha Vidal que suspendiera los comicios de hoy, porque faltaba un instrumento fundamental: el decreto del Ejecutivo llamando a elecciones. Sólo existen la ley 8947 que declara la necesidad de la reforma y el decreto 1699, que promulga la ley.
Las consultas de este diario obtuvieron dos respuestas diferentes: mientras desde la Secretaría Legal y Técnica de la gobernación aseguraron que el llamado a elecciones está en el decreto 1699, lo que no es real, Vidal argumentó que la ley y su promulgación le alcanzaban para dar inicio al proceso electoral. En cambio, para el asesor jurídico del PSP, Ramón Molina Herrera, los comicios que no se fundan en un decreto del Ejecutivo son “nulos de toda nulidad”.

 

OPINION
Por Eduardo Aliverti

El caballo de San Martín

Según parece, convocarán a una consulta popular para que se responda de qué color era el caballo blanco de San Martín.
Comparado con cualesquiera otros de la tragedia nacional, es un hecho menor y hasta gracioso. Aunque muchos se indignan no sin razón porque, es cierto, plebiscitar la baja en el costo de la política es, antes que ridículo, repugnante: repugna que gasten para preguntar si se quiere gastar menos; repugna que quieran hacerlo en forma inmediatamente posterior a una elección nacional y repugna que sean capaces de disfrazarse con ropas de “obligatoriedad democrática” para hacer una movida en torno de semejante pavada.
Pero obsérvese: lo hicieron a horas del acuerdo con el FMI y lo harán de modo tal que una sucesión de episodios encadenados tenga la posibilidad de quitar el eje de atención sobre la economía. Campaña electoral, elecciones, plebiscito. Termina siendo otra tontería suponer que con eso alimentarán al circo hasta el punto de que sustituya al pan, pero el valor de lo simbólico no es una estupidez: demuestra la urgencia de gesticular frente a los acreedores con la trampa caza-bobos del gasto de la política; y enseña finalmente que si deben recurrir a artilugios tan burdos es porque ni ellos creen que lo acordado con el Fondo tenga algún grado de sustentabilidad. La única apuesta es detener la corrida bancaria. Con eso tratar de llegar a octubre y después de la paliza a recibir en las urnas mejor ni se pregunta, porque lo más optimista que se escucha en los hombres de Gobierno es que esa paliza permitiría intentar que algún peronista ocupe la Jefatura de Gabinete; armar así la gestión de “salvataje nacional” con que insiste el payador Alfonsín y que el incendio sea compartido. Lo más optimista. Porque otro escenario son las elecciones presidenciales anticipadas (que en la intimidad es lo que desea más de un miembro del oficialismo para que se termine de una vez esta tortura).
En medio de tan deprimente cuadro, hay luces que se encienden. Enfrente de una minoría privilegiada constituida por virtuales mafias –de las que la llamada “clase” política, gasto incluido, es como mucho un apéndice menor– hay una masa cada día más inmensa de derrotados, con dos componentes: indigentes y pobres; y pequeña burguesía en quiebra o al borde ella. Hay resistencia, movilizaciones, piquetes, paros, protestas.
Eso ofrece una gran duda. ¿Será posible que de tamaña cantidad de oprimidos no aparezcan la fuerza y los líderes capaces de acabar con tan pocos?

 

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