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LA SOCIEDAD POST-APARTHEID MALTRATA A LOS INMIGRANTES DE ZIMBABWE
Negro contra negro en Sudáfrica

Que Sudáfrica sea la sede de la Conferencia Mundial de la ONU contra el Racismo es altamente simbólico, por haber sido la cuna del �apartheid�, pero siete años después del fin de ese régimen hay un nuevo racismo: el de los negros sudafricanos contra los de Zimbabwe.

Manifestantes zimbabwenses defienden
a Robert Mugabe y sus expropiaciones a los blancos.

Por Pía Díaz *
Desde Johannesburgo

Lo que realmente asusta a Mashinga Homera no son los alambres de 2500 voltios ni las patrullas del ejército a lo largo de la frontera. El tiene pánico a los mejores centinelas de Sudáfrica: los temibles cocodrilos del río Limpopo. “Los soldados y la policía sudafricana tienen buenos modales, no nos golpean y disparan al aire. Cuando me detienen y me deportan a Zimbabwe, inmediatamente intento cruzar de nuevo. Pero los cocodrilos son un tremendo problema. Ellos no tienen modales”, dijo el joven de 25 años, que trabaja ocasionalmente como obrero de la construcción.
Homera es uno de los 47.469 zimbabwenses que fue capturado este año por la patrulla sudafricana a lo largo de los 288 kilómetros de frontera que separa a ambos países. Sólo en 1996, 14.651 personas fueron capturadas en la misma zona. El dramático aumento se debe a la caída en picada que sufre la economía de Zimbabwe desde hace dos años. La policía estima que por cada indocumentado que detienen muchos otros logran pasar. El pueblo sudafricano no siente piedad alguna por estos extranjeros. Con una tasa de desempleo cercana al 40 por ciento, el trabajo es un bien escaso y toda competencia es mal vista. Este descontento generalmente se expresa de manera violenta. Hace pocos días dos jóvenes zimbabwenses fueron salvados de ser linchados en Soweto, donde un barrio entero los acusaba de ser los culpables de una serie de robos. Los chicos, de 16 y 21 años, ahora están detenidos y a la espera de un juicio.
Para la gente del resto de Africa, la actitud sudafricana es desconcertante. La gran mayoría de los miembros del Congreso Nacional Africano en el exilio recibieron entrenamiento, ayuda y casa en países como Zimbabwe, Zambia, Botswana y Mozambique. Ello a pesar de que al hacerlo se exponían a soportar ataques militares del gobierno blanco sudafricano.
“El comportamiento de Sudáfrica sobre este tema (la xenofobia) nos avergüenza. Mi interacción con el Ministerio del Interior no me da ninguna confianza en esta materia. Somos intolerantes con estas personas y usamos excusas para culparlos de crímenes y otros problemas, algunas veces sin razón. Tenemos que cambiar nuestras actitudes y mentalidad”, dijo Barney Pityana, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Sudáfrica.
Las críticas de Pityana se dirigen básicamente contra la policía, acusada casi cotidianamente de maltrato a extranjeros. Estos extranjeros son casi siempre negros y algunas veces incluso se trata de sudafricanos que tienen la mala suerte de ser demasiado oscuros. Todavía está fresco en la memoria el video que mostró a un grupo de policías blancos golpeando y lanzando a sus perros contra dos mozambiqueños indocumentados.
En la policía, como en las Fuerzas Armadas, el personal participa en cursos destinados a sensibilizarlos respecto de los problemas raciales. Este proceso es lento, costoso y difícil sobre todo para los blancos que fueron acondicionados a ver al hombre negro como el enemigo y ahora tienen que aceptar que el jefe es alguien de color.
El racismo y la xenofobia son temas latentes en esta sociedad que hace tan sólo siete años terminó con el “apartheid”, sistema que separó a blancos y negros durante más de 40 años. Curiosamente en las encuestas el racismo no figura como uno de los problemas principales. Los primeros lugares los ocupan la falta de empleo, la criminalidad y la falta de vivienda. Tan sólo el noveno lugar en la escala de preocupaciones es ocupada por el racismo, de acuerdo a una encuesta encargada por el Instituto de Relaciones Raciales realizada por el sociólogo Lawrence
Schlemmer. Incluso el 50 por ciento de aquellos que dicen que el racismo es un factor importante en sus vidas jamás han experimentado un acto racista de manera personal. “Ciertamente temas relativos al racismo y antipatías raciales no dominan los problemas en las interacciones sociales en Sudáfrica (...) La experiencia cotidiana en el país no está llena de fricciones raciales”, explica Schlemmer, recientemente designado director de la Fundación Helen Suzman.
Pero Schlemmer admite que el asunto cambia cuando se le pregunta a los encuestados directamente por el racismo y qué importancia la persona le atribuye al tema. El 65 por ciento de los encuestados dijo no tener confianza en sus compatriotas, aunque el 48 por ciento de los adultos encuestados y 49 por ciento de la población negra dice que las relaciones raciales han mejorado en los últimos años. Sólo el 25 por ciento cree que la situación se ha deteriorado. Entre los blancos son los “afrikaners”, cuyos líderes crearon el “apartheid”, los que son más pesimistas, con un 44 por ciento que cree que las relaciones interraciales han empeorado.
La encuesta refleja la percepción que se obtiene tras escuchar “El show de Tim Modise” en SAFM, la principal cadena de radio sudafricana. El popular moderador es una de las pocas figuras negras que es igualmente respetado por blancos y negros y su programa es un foro abierto cada mañana donde el público da a conocer sus preocupaciones. No importa cuál es el tema del día, vivienda, distribución de la tierra, el salario mínimo que debe ganar una empleada doméstica, si el presidente Mbeki debe obtener un nuevo avión presidencial, al final siempre se termina discutiendo sobre los beneficios que han tenido históricamente los blancos versus las desventajas de las diferente etnias negras. Nunca faltan aquellos que opinan que ya es hora de que el hombre blanco pague sus culpas, como el blanco o blanca que aseguran que ellos nunca se enteraron de que existía el apartheid.
Para Pityana el problema radica en que el “apartheid” dejó fuertes secuelas en el pueblo sudafricano, lo que muchas veces impide a la gente enfrentar la realidad del racismo. “Negamos que ello existió porque el racismo nos avergüenza por lo que se convierte en algo que no sabemos cómo enfrentar. Pero debemos enfrentar el racismo de hoy, no sólo el del pasado. Aunque ello es difícil porque las estructuras del pasado aún permanecen en todas las áreas de la sociedad. Basta ver la representación de blancos y negros en la vida científica, cultural o profesional: allí todavía se refleja la estratificación del apartheid, su cultura y sus valores. Todavía los valores europeos siguen siendo los más importantes y minamos la tradición africana. Mire los nombres de las calles y de nuestras ciudades, como Johannesburgo o Pretoria, que siguen reforzando el pasado, porque ellos hablan de una historia de conquista. Actualmente no hay nada que valore el heroico pasado del pueblo sudafricano”, dijo.
“Sudáfrica sigue siendo muy racista. Y tomará mucho tiempo el que podamos sobreponernos a esto. Debemos dedicar mucho tiempo y esfuerzo a la educación y al deporte. Tenemos que cambiar la manera en que uno siente el ser sudafricano. Siete años son demasiado poco tiempo. La Conferencia Mundial contra el Racismo es un paso en la dirección correcta”, concluye Pityana.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 


 

AUSTRALIA PRESIONADA PARA RECIBIR A LOS AFGANOS
De este barco no se va nadie

La odisea de los 438 refugiados afganos a la espera de asilo ante las costas australianas continúa. Ayer, Nueva Zelanda y la pequeña república de Nauru ofrecieron a Australia una solución al conflicto provocado por su negativa a que los 438 clandestinos, salvados de un naufragio por el carguero noruego “Tampa”, desembarquen en su territorio, pero un juez prohibió que el barco abandonara las aguas australianas. A última hora de ayer, la decisión tomada por el juez federal australiano Tony North hizo surgir dudas sobre ese plan, que debía permitir a Canberra deshacerse de los clandestinos repartiéndolos entre los dos países de acogida.
La solución al problema distaba de ser brillante para los refugiados, ya que Nauru, una isla del Pacífico Sur, es no sólo uno de los países más pobres del mundo, y carece de agua potable, sino que es un Estado internacionalmente aislado por su condición como lavador de fondos provenientes del tráfico de armas y drogas de la mafia rusa. Pero la decisión del juez, que convocó para hoy a la audiencia donde se decidirá el destino de los refugiados, encendió una luz de esperanza para los afganos, cuya odisea, de todos modos, estaba destinada a seguir, ya su recepción por Nueva Zelanda y Nauru iba a ser temporaria, a la espera de que se llegara a una solución definitiva. Y, apretando desde otro lado las clavijas sobre Australia, el propietario del “Tampa”, anclado frente a la isla de Christmas con los 438 clandestinos y los miembros de la tripulación a bordo, declaró ayer en Oslo que este barco no será utilizado para llevarlos a Nueva Zelanda y Nauru. Su posición coincidió con la del canciller noruego Thorbjoern Jagland, quien consideró que “la actitud rígida de Australia” en este asunto “mina las convenciones de la ONU sobre los refugiados”.
El gobierno derechista de John Howard decidió negar el permiso de entrada a los refugiados basado en la inminencia de las elecciones y en el hecho de que Australia está siendo ganada por un nuevo sentimiento xenofóbico y antiinmigrante, signado por la emergencia del partido One Nation. Pero una organización defensora de las libertades civiles, el Victorian Council for Civil Liberties (VCCL), para que se permitiera a los refugiados desembarcar en la isla de Christmas y pedir asilo político en Australia, alteró ayer el plan de juego, cuando el juez decidió congelar el traslado de los refugiados. La pelota vuelve a estar en el campo australiano, y el resultado puede ser un boomerang para el gobierno.

 

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