Por
F. C.
La
Rosada elaboró el discurso con el que intentará desbaratar
la avanzada del alfonsinismo para instalar un gobierno de unión
nacional con el peronismo después de las elecciones de octubre:
insistirá en que quienes están detrás de la propuesta
ya manejaron las riendas del país y son, en cierta medida, responsables
de la crisis económica. Es el voluntarismo de las visiones
de quienes ya nos gobernaron, replicó ayer el vocero Juan
Pablo Baylac sobre la propuesta de unión nacional, insistiendo
en esta línea argumental. El Gobierno encontró ayer un inesperado
aliado en el candidato a senador de la Alianza en la Capital, Rodolfo
Terragno, quien coincidió con el presidente Fernando de la Rúa
en que no se puede lotear la administración incorporando
como funcionarios a dirigentes de otros partidos. En cambio, el gobernador
cordobés José Manuel de la Sota salió a pedir cambios
al sostener que el Gobierno no está a la altura de las circunstancias.
Sin pausa, el presidente de la UCR, Raúl Alfonsín, viene
tejiendo contactos para conformar una propuesta de unidad nacional con
el peronismo para después de las elecciones del 14 de octubre.
En la visión del alfonsinismo, la derrota en las urnas dejará
al gobierno en un estado de debilidad tal que se hará necesario
una confluencia de los principales partidos para que el sistema resista
ante una eventual debacle de los indicadores económicos. Ayer,
en una entrevista a Página/12, Alfonsín remarcó que
absolutamente desea que De la Rúa termine su mandato
y que la unión nacional servirá para fortalecer los requerimientos
nacionales ante los organismos financieros.
En el plenario del Comité Nacional de la UCR de la semana pasada,
Alfonsín detalló algunos de los puntos de ese programa de
unidad del que viene conversando con dirigentes políticos, empresarios
y sindicalistas. El programa incluiría la reprogramación
de la deuda externa y la incorporación de un subsidio para jefes
de hogar desocupados. Pero lo que más irrita al delarruismo es
la intención de colocar a un peronista a quien más
se menciona es al ex gobernador y candidato a senador Eduardo Duhalde
en la jefatura de Gabinete para certificar esa unidad en los hechos.
Para peor, ayer se confirmó que a mediados de mes se reunirá
el otro organismo de conducción partidaria del radicalismo, la
Convención Nacional que preside el gobernador entrerriano Sergio
Montiel, en donde se supone que las críticas a la gestión
económica de Domingo Cavallo se verán amplificadas, lo mismo
que la idea de un administración de común acuerdo con el
justicialismo.
Ayer, De la Rúa salió al cruce de la iniciativa en un reportaje
en el diario La Nación. Dijo que en los documentos que la semana
pasada sacaron la UCR y el PJ faltó sentido de autocrítica.
El justicialismo pudo haber dicho cómo evitar caer en este
tremendo endeudamiento, el déficit. El radicalismo, en el Gobierno,
declaró que estábamos en una economía de guerra,
repasó. También rechazó la posibilidad de hacer incorporaciones
de otros partidos luego de los comicios. No voy a partir al Gobierno
en pedazos, dijo. Lo de Duhalde, en tanto, le parece incomprensible.
Así el Presidente adelantó la línea teórica
con la que piensa hacerle frente a la avanzada de los sectores políticos
unionistas. Es decir, machacar en que quienes están
elaborando esta suerte de programa alternativo de gobierno fueron quienes
manejaron el país en las gestiones que lo precedieron por lo que
son responsables de la actual situación. Duhalde y Ruckauf
fueron los dos vicepresidentes del gobierno de Carlos Menem, que nos dejó
un lío bastante considerable, dijo Baylac.
Habitualmente crítico, ayer Terragno decidió ponerse del
lado de la Rosada. Se declaró no partidario de la idea de
juntar a todo el mundo en un gobierno y mucho menos si no
se sabe para qué: si nos juntamos todospara avanzar abrazados hacia
el precipicio, me parece terrible para la democracia.
En tanto, De la Sota en el día de otro triunfo electoral
en su provincia (ver página 5) castigó duramente a
la gestión aliancista y pidió, implícitamente, cambios.
El gobierno nacional no está a la altura de las circunstancias,
señaló, además de calificar sus acciones como lentas
y débiles. Otra de las voces críticas la aportó
el gobernador de la Alianza en San Juan, Alfredo Avelín, quien
aseguró que De la Rúa no tiene el apoyo de la gente. No
conozco ningún gobernante del mundo que triunfe sin respaldo popular.
Y el Presidente no lo tiene, opinó. Si no hay una política
nacional, no hay nada que hacer. Todo es un remiendo, un parche, que no
nos lleva a soluciones integrales, añadió.
OPINION
Por Mario Mazzitelli *
Bajar
el gasto, no la representación
Como
suele suceder en este país, un discurso reaccionario se ha
colgado de los reclamos y legítimas aspiraciones del pueblo
argentino.
Los socialistas comprendemos y compartimos el reclamo popular para
que se baje el gasto de la política, para reducir salarios
y privilegios de funcionarios y legisladores y para eliminar instituciones,
como los senados provinciales, que duplican innecesariamente las
representaciones y los gastos.
Algo muy distinto es la disminución del número de
diputados y concejales que representan a los ciudadanos. De llevarse
a cabo esta reducción, se requerirán más votos
para consagrar un legislador; se dificultará el acceso de
las minorías a los cuerpos legislativos y los ciudadanos
estarán peor representados. Sintetizando, se produciría
una mayor concentración del poder y tendríamos menos
democracia.
No es casualidad que este discurso aparezca en momentos en que el
modelo económico dominante encuentra graves dificultades
para mantener su legalidad (sanción de las leyes de ajuste)
en el marco del sistema democrático. Millones de ciudadanos
se encuentran descontentos con sus actuales representantes y seguramente
buscarán nuevas alternativas políticas donde depositar
su confianza.
También es bueno recordar que hubo una época en que
la política tuvo costo cero; en lugar del Congreso
de la Nación funcionaba la C.A.L. (comisión de asesoramiento
legislativo) integrada por un representante de cada fuerza armada.
El precio que pagó la Argentina resulta incalculable.
Sería importante no mezclar los temas; una cosa es bajar
el costo de la política y otra, muy distinta, reducir los
actuales niveles de representación popular.
* Candidato a senador por el Partido Socialista Auténtico.
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