Por
Carolina Bilder
Desde Madrid
La semana pasada, antes de salir de viaje, usted revocó los
llamados a declaración indagatoria del ex jefe de la SIDE Fernando
de Santibañes y de Alberto Flamarique y del senador José
Genoud en la causa por los presuntos sobornos en el Senado. La Oficina
Anticorrupción se quejó por su decisión, al igual
que el fiscal Delgado, en lo que se interpretó como una desvinculación
de estas personas de la causa.
En primer lugar, fue el doctor Liporace quien fijó esas indagatorias
e inmediatamente renunció. Yo me hice cargo del juzgado y cuando
llegué las suspendí porque no conocía la causa. Necesitaba
conocerla para poder tener una opinión fundada sobre si la sospecha
para mí era lo suficientemente grave como teóricamente lo
fue para él. Mientras tanto, la causa estaba apelada en la Cámara
Federal y yo producía medidas de prueba. En estos 6 meses de producción
de medidas de prueba, las que se han acumulado en este expediente de ninguna
manera establecen un grado de sospecha para estas tres personas que tenga
la entidad suficiente como para llamarlos a indagatoria. Habría
que pensarlo al revés: ¿qué es lo que debería
haber hecho yo a criterio de la Oficina Anticorrupción o del fiscal
Delgado? ¿Producir la indagatoria sin prueba para oponerles qué
cosas a la excusa que ellos podrían llegar a dar? ¿Con qué
objeto hubiera producido yo la indagatoria si con la prueba que tengo
hasta este momento no puedo producir un pronunciamiento de mérito
posterior? ¿Eso es lo que debí haber hecho para que ellos
se quedaran conformes? Yo me manejo con la prueba y hasta el momento no
ha dado el fruto necesario. Pero de ninguna manera mi resolución
implica el cierre de la causa.
Entonces, si la causa no se cierra, ¿cómo se encaminará
de ahora en adelante?
De
ninguna manera en la resolución se establece que De Santibañes,
Flamarique o Genoud hayan quedado desvinculados de la causa. Ahora todos
están en las mismas condiciones, estas tres personas y los otros
11 senadores: todos están sospechados y estamos tratando de juntar
la prueba necesaria como para que ese estado de sospecha progrese y entonces
sí reeditar estas indagatorias y llegar tal vez a un pronunciamiento
de mérito. Por eso me parece confuso lo expresado por la Oficina
Anticorrupción y por el fiscal Delgado. Por otra parte quiero señalar
que celebro que la OA se interese en el resultado de la causa, porque
en esta causa, con este tiempo, no se había presentado. De manera
que celebro que el Poder Ejecutivo se preocupe de causas donde varios
de sus ex miembros han tenido una imputación tan severa. Y me alegro
de que colabore y me sugiera medidas y caminos a seguir.
¿Habrá nuevas medidas de prueba?
Hay muchas medidas de prueba todavía por delante que se establecieron
también en esa resolución del viernes que, curiosamente,
llama tanto la atención. Y muchas otras que ya se habían
ordenado antes y que están en elaboración. Por ejemplo,
es muy importante distinguir entre la pericia que hizo la Oficina Anticorrupción
respecto de los dos cheques que la fiscalía cuestionaba, de la
verificación posterior que se haga de cada uno de los documentos
que la SIDE acompañó para justificar esos gastos. Todo eso
todavía no está hecho y yo estoy ordenando hacerlo. Lo mismo
que la pericia contable sobre la investigación patrimonial de todos
los imputados, incluso de estas tres personas. Eso se está haciendo.
En consecuencia, yo necesito contar con esa prueba para decir de
todas estas personas existe prueba para estas tres, o para estas cuatro,
y entonces tomar las declaraciones interrogatorias que correspondan. Esta
es la situación. No hay ningún secreto ni nada raro en esto.
Las suspicacias respecto de esa resolución están unidas
al hecho de que justo ahora su pliego para ascender a camarista tiene
la firma del Presidente y espera la aprobación, precisamente, de
la Comisión de Acuerdos del Senado. Hay quienes llegaron a mencionar
un acuerdo con el Gobierno, recordando que un mes atrás usted dijo
que tenía la certeza de que los sobornos existieron, aunque la
causa carecía de pruebas.
Sigo teniendo la certeza de que algo ilícito aconteció
en la sanción de la Ley de Reforma Laboral y esa convicción
es la que me anima a seguir investigando. Si no, hubiera cerrado la causa.
Pero ocurre que la prueba puede alcanzar para tener una sospecha general,
pero puede no alcanzar a la hora de determinar claramente las responsabilidades.
Yo no puedo afirmar hoy fulano y mengano fueron los que pagaron;
sultano y perengano fueron los que cobraron a tal día, a tal hora
y en tal lugar. No tengo pruebas para decir eso hoy. Yo lo lamento,
he hecho todo lo posible, pero no las tengo. Lo que no significa que no
siga sospechando y consecuentemente siga investigando. Por otra parte,
y en relación con mi eventual ascenso a la Cámara Federal,
me parece que esas especulaciones son fruto de las típicas mentes
retorcidas que todavía existen en la Argentina y que tratan de
vincular cosas que no tienen nada que ver. Me parece una infamia si alguien
me acusa de que estoy en algún negocio o en algún acuerdo
con el Gobierno, cuando todos los que me conocen saben perfectamente bien
de mi compromiso y de mi independencia para con la investigación
de los casos que me han tocado. Si yo hubiera especulado en algún
momento con mi eventual ascenso, jamás hubiera sacado en marzo
de este año la nulidad de las leyes, ni hubiera procesado por actos
de corrupción al primer funcionario de este gobierno (Tognieto),
que también tiene que aprobar mi pliego. O jamás hubiera
investigado al establishment económico como lo hice el año
anterior. Este concurso por el que estoy aspirando se inició en
mayo de 2000 y el último examen que rendí lo hice el 5 de
diciembre. De manera que Liporace todavía era el juez y yo no tenía
idea de que iba a quedar a cargo de esta causa. Y, por último,
yo no produje ningún pronunciamiento de mérito que implique
la incriminación o la desincriminación de ninguno de los
imputados. De manera que no entiendo por qué me va a premiar el
Gobierno. Nunca dije esta persona es inocente o esta persona es culpable,
porque todavía estoy investigando. Es cierto que quedé en
la terna para que el Presidente elija. Ganar es una aspiración
personal, un anhelo de justicia personal, pero perder no me hubiera vuelto
loco. Seguiré cumpliendo con mi tarea como lo hice durante todos
estos años. Yo no soy un juez que se haya caracterizado por ser
amigo del poder. Y creo que eso está muy claro.
En relación con la investigación por el presunto enriquecimiento
ilícito de Alberto Kohan, ¿le han respondido los exhortos
que envió a Suiza, a las Bahamas y las Caimán para saber
si tiene cuentas a su nombre?
Todavía no he tenido respuestas. Hasta el momento, lo único
que hubo fue un señalamiento del procurador suizo respecto de que
en el caso del enriquecimiento ilícito ellos no tienen una norma
equivalente en su jurisdicción. De manera tal que informarían
lo que se les pidió, pero no bloquearían las cuentas en
base a una investigación que tuviera como objeto el enriquecimiento
ilícito.
En la conferencia que acaba de dar señaló que la sociedad
apoya en un 80 por ciento la nulidad y la inconstitucionalidad de las
leyes de Obediencia Debida y Punto Final. ¿Qué sucede en
otros ámbitos, como el judicial, en donde hasta el momento no hubo
otros jueces que se hayan pronunciado con fallos similares al suyo?
Creo que si, hasta el momento no hay un acompañamiento de
otras resoluciones judiciales, no es necesariamente porque la Justicia
no comparta la decisión, sino porque existen otros factores que
hacen que tal vez se esté esperando que los tribunales superiores
confirmen o no lo queyo hice. Por supuesto que eso ayudaría. Pero
va a haber que esperar a que haya nuevas presentaciones que obliguen a
los jueces a pronunciarse, o que la Cámara resuelva esta cuestión
y luego ver qué es lo que sucede con las víctimas. Vamos
a tener que esperar a que se produzcan
las investigaciones de cada caso, luego la prueba y recién ahí
tomar una decisión. Las declaraciones de inconstitucionalidad y
nulidad no se pueden tomar de oficio. De manera tal que habría
que investigar primero si existen otras presentaciones en ese sentido.
Sé que las hay en el interior del país, pero no sé
si las hay en la Capital. En relación con los demás juicios
que se están llevando a cabo, por ejemplo el del Plan Cóndor
o el del plan sistemático de apropiación de bebés,
o los pedidos de colaboración de distintos jueces del exterior
respecto de la detención de ciudadanos argentinos, no necesariamente
implican una decisión como la que he tomado yo para llevar adelante
esas acciones.
La decisión está ahora en manos de la Cámara
Federal y luego llegará el pronunciamiento de la Corte Suprema.
En caso de que el fallo sea confirmado, ¿cómo afrontará
la Justicia los nuevos juicios que probablemente se reinicien contra los
militares? ¿Comparte la idea de crear un tribunal especial?
A mí no me gusta la idea de tribunales o comisiones especiales.
Nunca dieron buen resultado. Creo que los jueces tienen el suficiente
bagaje técnico como para hacerse cargo de esta situación
si se los ayuda con los recursos necesarios, tanto técnicos como
de personal. En caso de que esto se lleve adelante y verdaderamente se
reabran todos los juicios que se supone se van a iniciar, estimo que el
Consejo de la Magistratura o la Corte van a tener que establecer alguna
clase de refuerzo de personal, de espacio físico y de recursos
materiales. De todos modos, no será ningún impedimento el
hecho de no contar con esos medios, aunque sí será una situación
que conspirará contra la velocidad en el trabajo.
Desde un punto de vista internacional, ¿este nuevo escenario
influiría en el desarrollo de los procesos que otros jueces llevan
adelante fuera de Argentina, por caso, el de España?
No sé si va a repercutir en España. Tal vez sí.
Pero yo estoy del lado de la vigencia plena de una jurisdicción
universal y me gustaría que hubiera proceso aquí y que hubiera
proceso allá. Porque esto demostraría que no es solamente
un problema de la Argentina, sino que es un problema de la comunidad internacional
en su conjunto. No me gustaría que los procesos se detuvieran en
España porque se iniciaron los procesos en Argentina, porque eso
implicaría un retroceso en pos del anhelo de jurisdicción
o de justicia universal. Sería perfectamente posible que coexistan.
En la conferencia de prensa con periodistas extranjeros, se refirió
a unos recientes pedidos de colaboración que le envió Garzón
para la detención de ciudadanos argentinos. ¿Quiénes
son esas personas y a qué causas se refiere?
Aún no lo sé. Es una información extraoficial
porque ocurrió cuando yo me encontraba ya fuera de Argentina. Todavía
no he analizado esos pedidos, pero en el caso de Garzón me está
pidiendo la detención de 18 personas en relación con las
causas que lleva adelante en España por genocidio, torturas y terrorismo.
De manera que me ocuparé de esto cuando regrese a Buenos Aires.
El
día en que Cavallo dio cátedra en El Escorial
Por C. B.
Tiene
adelante a un auditorio más bien joven, español y
latinoamericano, como oyentes que se esfuerzan por comprender su
discurso de tono jurídico apoltronados en las primeras butacas
del salón en el que desde hace tres días sólo
se habla de derechos humanos, periodismo, violencia y globalización.
En las filas de atrás el público es algo mayor; hay
pocos argentinos, pero está la delegación de la Asociación
Argentina Pro Derechos Humanos de Madrid, que también se
acercó a las jornadas del curso de verano que organiza la
Asociación Reporteros sin Fronteras y la Universidad Complutense
en El Escorial.
El juez federal Gabriel Cavallo está ahí, lejos del
escenario habitual en el que se mueve en Buenos Aires. No hay actuaciones
judiciales, ni un Comodoro Py con reporteros que disparan flashes
en su cara. Parece encontrarse a gusto en el rol académico
asignado, de riguroso traje oscuro con corbata a tono y camisa blanca,
como primer orador de esta jornada. Hay expectativa en la sala porque
luego llegará el turno del juez español más
buscado por la prensa así como por los terroristas de ETA,
Baltasar Garzón, y el ambiente se recalentará otro
poco.
Cavallo da por finalizada su exposición. Fueron 30 minutos
de lectura de un texto repleto de terminología jurídica,
en los que levantó la vista sólo unas pocas veces
para observar al público. Explicó la normativa jurídica
en relación con la libertad de prensa y de expresión
e incluyó un recuento de los principales hechos en los que
los periodistas argentinos tuvieron que vérselas con la Justicia
como consecuencia del ejercicio de su profesión. Ahora abandona
su postura rígida y acepta responder, distendido, a las preguntas
con las que se inicia una especie de debate que se transforma en
un recorrido anacrónico por el pasado y el presente argentinos:
¿cómo se comportaron los jueces durante la dictadura?
¿Fue investigada la Triple A? ¿Hay espacio para un
nuevo golpe militar? ¿Qué opinó la sociedad
y la prensa cuando declaró la nulidad de las leyes de Punto
final y Obediencia Debida?
El detalle anecdótico tiene lugar cuando un español
despierta con su pregunta las risas del auditorio: Bueno,
tal vez no me lo vaya a contestar... pero yo quisiera saber si Cavallo
(el ministro) puede estar involucrado en el tráfico de armas
con Menem. Risas generales y corte a primer plano de Cavallo
(el juez): No lo sé, no soy el juez que lleva adelante
ese procedimiento, se ataja.
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POR
QUE GABRIEL CAVALLO
Por C. B.
Frente
a frente con Garzón
El juez
federal Gabriel Cavallo atendió a la prensa extranjera en
la localidad madrileña de El Escorial, el jueves 30, luego
de dar una conferencia en el curso de verano que organiza la Universidad
Complutense y Reporteros Sin Fronteras bajo el título La
información perseguida: violencia, periodismo y globalización.
Ante una pregunta sobre el trabajo de cooperación que lleva
adelante con el juez español Baltasar Garzón, respondió:
Aunque parezca mentira, no nos conocemos personalmente, si
bien hemos hablado varias veces por teléfono. Diez
minutos después, abriéndose paso a codazos entre escoltas
y movileros cazadores de declaraciones, apareció el mismísimo
Garzón. El español y el argentino se estrecharon las
manos y la imagen de ese primer y ansiado saludo que se extendió
por segundos quedó registrada en una decena de cámaras
de televisión. Más relajado, Cavallo atendió
luego a Página/12. Respondió a las críticas
que desataron sus últimas decisiones en la causa por los
presuntos sobornos en el Senado, conversó sobre su eventual
ascenso a la Cámara Federal y analizó los escenarios
posibles que se abren si se confirma su declaración de inconstitucionalidad
y nulidad insanable de las leyes de Obediencia Debida y Punto final.
Precisamente por este fallo, y por las derivaciones que puede alcanzar,
el juez argentino se ha ganado el reconocimiento del público
español.
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