Por
David Cufré
La
semana siguiente a su asunción como ministro de Economía,
Domingo Cavallo visitó la sede de la Unión Industrial para
participar de un seminario sobre pequeñas y medianas empresas.
Para entonces, el mediterráneo ya había dicho que el peso
estaba sobrevaluado un 20 por ciento, que el principal problema económico
era la falta de competitividad y que ajustar el gasto en plena recesión
era suicida. Ayer, en la celebración del Día de la Industria,
el presidente de la central fabril, José Ignacio de Mendiguren,
volvió a hablar de esos temas en presente. En el estrado estaban
Fernando de la Rúa y Cavallo, a quienes el industrial dirigió
sus palabras. El ministro primero y el Presidente al cierre del acto,
tomaron el guante y le respondieron que la devaluación y el default
no son solución, temas que no se habían planteado en los
discursos, pero que sobrevolaron durante toda la ceremonia.
El contrapunto dejó marcadas las líneas por donde pasa el
debate económico estos días de manera muy clara. El Gobierno
está abroquelado en la defensa del déficit cero, confiando
en que semejante prueba de apego a la ortodoxia económica produzca
una caída del riesgo país y de las tasas de interés.
En un clima más relajado, concluyen, las fuerzas productivas volverán
a asomar la cabeza y entonces habrá reactivación. Siguiendo
esa hipótesis, De la Rúa señaló que parece
que estamos superando la crisis, porque aumentan los depósitos
y los datos de la recaudación de agosto son bastante positivos.
Parado en la vereda de enfrente, De Mendiguren había diagnosticado
en su discurso que el sector productivo se encuentra en estado de emergencia
y, por ende, se necesitan medidas de emergencia para sobrellevar
el momento. Y más conceptualmente, había reclamado discutir
un proyecto de Nación que nos entusiasme a todos. Ese planteo
se está traduciendo en los contactos que mantienen empresarios,
sindicalistas y dirigentes del radicalismo, el justicialismo y el Frepaso
para estudiar eventuales salidas alternativas a la crisis. Entre ellas,
algunos sectores analizan abandonar la convertibilidad y reprogramar la
deuda. Esto último ya lo planteó públicamente Raúl
Alfonsín durante la Convención Radical del último
viernes.
En la UIA se habla de reeditar una suerte de Pacto de la Moncloa
criollo. Incluso existen gestiones para tener como invitado especial de
la próxima Conferencia Industrial que se realizará
entre el 25 y el 27 de este mes a alguno de los dirigentes españoles
que participaron de aquella experiencia dos décadas atrás.
Lo que se busca es alcanzar un gran acuerdo político que permita
rediscutir el modelo económico y con quienes fueron sus principales
beneficiarios, como las privatizadas y el sector financiero. De Mendiguren
dijo que en pos de ese acuerdo está dispuesto a sentarme
en una misma mesa con los que me gustan mucho y los que me gustan poco.
El Gobierno cree ver detrás de esos movimientos políticos
un plan para desestabilizarlo, como lo denunció el vocero presidencial
Juan Pablo Baylac (ver páginas 2/3).
De la Rúa y Cavallo también avanzaron sobre el tema, aunque
desde otro ángulo. Ambos aprovecharon para incentivar los miedos
a una devaluación, pero lo hicieron a modo de defensa ante los
cuestionamientos por la política económica que llevan adelante.
El Presidente enfatizó que hay que derrotar a los que dicen
que la Argentina tiene que ir al default o a la devaluación,
y subrayó que su gobierno es de consenso, de respeto y convoca
a todos, pero debe ponerse racionalidad. Levantando el tono de voz,
De la Rúa le contestó a De Mendiguren: Usted le habla
sólo al Presidente, pero el Presidente no puede resolver todos
los problemas, los debemos resolver entre todos. Y advirtió
que son muchos los que aplauden a los pesimistas.
A su turno, Cavallo dijo que debemos diagnosticar bien la raíz
del problema de la recesión: El endeudamiento indiscriminado
nos llevó aquedarnos sin crédito. Ahora tenemos que eliminar
el déficit para volver a ser creíbles. Tras reafirmar
que no se moverá de la política de déficit cero,
pese a los pedidos de medidas de emergencia de sus anfitriones,
Cavallo enfatizó que es muy importante que no comencemos
a echar la culpa a quienes nos prestaron, sino a los que pidieron prestado.
En ese momento, alguien del público le gritó: Ese
fuiste vos, pero el ministro no llegó a escucharlo. Cavallo
terminó diciendo que no podemos hacer como Brasil y dejar
caer los salarios en pesos por una devaluación. Eso no es solución.
Suben
los depósitos
Domingo
Cavallo estudia la posibilidad de que el próximo canje de
deuda, en el cual se lanzarían bonos garantizados por el
Tesoro estadounidense, se realice sin la intervención de
bancos que coordinen la operación, con el objetivo de ahorrarse
las comisiones. En el último megacanje, Economía pagó
150 millones en comisiones bancarias, operación por la cual
tanto Cavallo como su segundo, Daniel Marx, fueron cuestionados
en la Justicia. La intención del nuevo canje que se
realizaría dentro de tres a cuatro meses es aliviar
los vencimientos de los próximos años emitiendo títulos
con costos más bajos que los actuales. Esta posibilidad formó
parte del último acuerdo con el FMI. Precisamente, desde
que se firmó el pacto, los depósitos se vienen recuperando.
El jueves pasado, los plazos fijos crecieron 104 millones. Aunque
la suba de los depósitos totales trepó a 282 millones.
Sin embargo, esta mejora no evitó que se pierdan reservas
del Banco Central: 341 millones en un solo día. Fuentes bancarias
dijeron que el viernes las reservas se engrosaron en 90 millones.
Debido al feriado en Estados Unidos, ayer hubo poca actividad bursátil.
Las acciones cayeron 0,3 por ciento con un volumen de operaciones
de apenas 307 mil pesos, el monto más bajo del año.
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DIALOGO
DE PAGINA/12 CON UN HOMBRE DE LA BANCA
Los
escenarios de la city
Por
Claudio Zlotnik
La
moneda está en el aire. Hay que esperar hasta las elecciones para
saber si nos salvamos o nos caemos. La frase, expresada ante Página/12
por uno de los banqueros más influyente de la city, refleja el
estado de ánimo que predomina en el sistema financiero. Afirmó
que entre sus colegas se cree que el acuerdo con el FMI sólo le
permitió al Gobierno ganar tiempo, sin que el éxito esté
asegurado. Por el contrario, estima que para cumplir con las metas firmadas
hace apenas dos semanas en Washington, Domingo Cavallo debería
aplicar un ajuste cercano a los 2000 millones de dólares en el
último trimestre del año. Algo que en las propias entidades
financieras creen inviable. Entonces, en los bancos más fuertes
del mercado prevén dos escenarios. Uno, de crisis con el reinicio
de la corrida con desenlace imprevisible. El otro, conflictivo pero con
el Fondo aceptando un desvío de las metas, a condición de
que el Gobierno profundice el ajuste en 2002 con un acuerdo político
con las provincias.
El salvataje del FMI llevó tranquilidad a la city. Básicamente
porque se frenó la fuga de depósitos, e incluso se registraron
días de saldos positivos. El inminente ingreso de 6260 millones
de dólares de la línea del FMI y otros 1500 millones del
crédito contingente del Banco Central inyectarán liquidez
en el sistema. No obstante, los banqueros temen que en octubre, después
de las elecciones, termine la paz.
En la teleconferencia que el equipo económico ofreció el
viernes pasado con inversores de Wall Street, antes de dar a conocer el
Memorando con el FMI, el viceministro, Daniel Marx, se comprometió
a subejecutar gastos por 2500 millones y, de esa manera, llegar al rojo
fiscal de 6500 millones comprometidos. Para lograrlo, Cavallo repetiría
el recorte del 13 por ciento en los salarios públicos y en las
jubilaciones (1300 millones); otros 300 millones por el ajuste en la ANSeS
y el resto (900 millones) por un aumento de la recaudación. Y prometió
que si la economía no repunta, recortaría los fondos a las
provincias. Sin embargo, en varios bancos estiman que para cumplir con
el desequilibrio de 6500 millones, Economía debería recortar
gastos por casi 2000 millones.
Pese al respaldo que dan en público, los banqueros son críticos
de la gestión de Cavallo. No sólo por la idea de ampliar
la Convertibilidad al euro, sino también por no haber conseguido
metas más laxas con el Fondo. Acordó un objetivo incumplible.
No entiendo el motivo por el cual algunos miembros del equipo económico
son triunfalistas, señaló el banquero a este diario.
Con ese panorama, el hombre de la banca piensa que el día después
de las elecciones no sólo traería novedades políticas
(una reorganización general en el Gobierno), sino también
económicas, con la urgencia de asegurar el cumplimiento de las
metas fiscales. Al respecto, imagina un gran acuerdo nacional para recortar
el gasto público para compensar el eventual incumplimiento. Y convencer
así a los inversores internacionales y a la administración
Bush de que la Argentina, en el 2001, mostrará una recuperación
económica.
En ese escenario, Cavallo pondría en marcha la reestructuración
de deuda que está negociando el Tesoro estadounidense. El banquero
especula que con esa operación se lograría la postergación
de vencimientos de capital e intereses por 30.000 millones en los próximos
cinco años, a través de un canje con bonos garantizados
por el Tesoro y con rendimientos inferiores a los que en la actualidad
circulan en el mercado.
LA
UIA TRABAJA PARA OCTUBRE
Operación
consenso
Por
Raúl Dellatorre
Hace
ya largo rato que la Unión Industrial avizoró que sus intereses,
como empresarios, no lograban representación ni defensa en los
partidos políticos que se acercaban al poder, una vez que quedaban
entrampados en las reglas de juego establecidas por el neoliberalismo
en la última década. Junto a la Comisión de Pastoral
Social de la Iglesia y un sector del sindicalismo encabezado por Juan
Manuel Palacios y Hugo Moyano, fueron tejiendo un entramado que alguna
vez buscó plasmarse en un compromiso hacia todos los candidatos
que iban a disputar por el gobierno nacional en octubre de 1999, y más
adelante como un eventual acuerdo multisectorial en defensa de la industria
y el trabajo nacional. En ninguna de estas oportunidades la idea tuvo
concreción, pero las circunstancias y la profundización
de la crisis han llevado ahora a José Ignacio de Mendiguren, presidente
de la UIA, al centro de la escena con ese mismo proyecto. Sólo
que ahora, además de la industria y el trabajo, se plantea salvar
también al Gobierno.
De Mendiguren fue el jueves último eje de la convocatoria y anfitrión
(en su domicilio) de un cónclave que reunió a Fernando de
la Rúa, su jefe de Gabinete Chrystian Colombo, Eduardo Escasany
del Banco de Galicia (y titular de la Asociación de Bancos) y los
sindicalistas Palacios y Moyano. Hoy la situación nos obliga
a buscar coincidencias (...), a explorar medidas que hagan más
fácil de llevar el ajuste, sobre todo para los jubilados y los
asalariados de menores recursos (...); cualquier cosa que se instrumente
debe contar con una garantía de paz social por lo menos por un
año, fueron las breves referencias del titular de la UIA
a aquélla reunión.
Junto a otros dos dirigentes empresarios, Pablo Challú (lobbysta
de los laboratorios) y Héctor Massuh (papelero), De Mendiguren
viene impulsando una política de consenso en torno
de un programa de redistribución que favorezca la demanda interna
y las cuentas de los exportadores industriales. En la coyuntura, la reprogramación
de la deuda y una flexibilización de la convertibilidad
(eufemismo por devaluación) son condimentos indispensables, consideran.
Por supuesto que, para trabajar desde la UIA, De Mendiguren cuenta con
el respaldo de grupos industriales de peso, como Techint.
La rosca política que se está armando es una red de
contención para el gobierno para después del 14 de octubre,
porque va a una derrota segura, explica una voz cercana a estos
encuentros. Cavallo no está entre los convidados, y ayer no disimuló
su incomodidad al visitar la sede de la UIA en el Día de la Industria.
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