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AUDIENCIA SOBRE JUBILACIONES TRUCHAS
Confesiones riojanas

Por Irina Hauser

“Un día se me acercó un ordenanza y me preguntó si me quería jubilar. Yo sabía que no cumplía con las condiciones para retirarme pero igual le dije que sí”, admitió Mario Bazan, un cajero del Banco de La Rioja, al declarar ayer en la causa en la que se investigan 747 jubilaciones bancarias truchas. Entre las 12 personas que estaban citadas ayer a indagatoria como sospechosas, sólo Bazan y un chofer de la entidad bancaria aceptaron contestar las preguntas del juez Rodolfo Canicoba Corral y del fiscal Guillermo Marijuán. Ambos tropezaron en sus respuestas. Algunos de los imputados que se negaron a declarar, ni siquiera trabajaron en el banco. Los interrogatorios serán en total 148 y se tomarán durante este mes.
Gracias al ofrecimiento que describió, Bazan pudo jubilarse a los 36 años con 900 pesos por mes y a pesar de no cumplir con los 15 años de antigüedad exigidos, ya que había ingresado en 1988. Incluso aún sigue en el puesto de cajero en el Nuevo Banco de La Rioja. Según los expedientes jubilatorios que están en poder de la Justicia, su retiro fue gestionado con un contrato de locación de servicios apócrifo, supuestamente acordado con el banco en 1980, pese a que no era la modalidad de contratación habitual. “Ese documento es falso, lo debe haber hecho el muchacho que me ofreció la jubilación”, dijo Bazan. Sin embargo, la firma que figura en esos papeles es suya, según las pericias delos investigadores.
Antonio Barros, el otro hombre que aceptó declarar, fue chofer del directorio del Banco de La Rioja y –según la pesquisa judicial– no le alcanzaban los años de servicio para retirarse ni tenía antecedentes para hacerlo como jefe de división. Ayer sostuvo que los documentos que figuran en el expediente jubilatorio no son los que él presentó y le dio al juez una copia de su designación suscripta por el directorio. Cuando le preguntaron cómo podía explicar que su firma, como acreditó la pericia caligráfica, también figurara en un contrato de locación de servicios falso, quedó boquiabierto y sin poder dar ninguna respuesta.
Otras nueve personas desfilaron ayer –en un clima de nerviosismo– por el juzgado de Canicoba Corral, pero se negaron a declarar. Raquel Guillermina Arques, quien ni siquiera trabajó en el banco riojano, rompió en llanto y llegó a decirle al fiscal que todos los días reza por él. También se presentaron Patricia Aballay, Oscar Alaniz, Pedro Alanis, Blanca Almonacid, Ernesto Almonacid, Mario Avila, Néstor Barrionuevo y Vida Barrionuevo. El único que faltó a la cita fue Américo Avila.
Todos ellos se jubilaron a partir de los 37 años, con beneficios de 800 a 2600 pesos por mes, aunque la causa abarca también jubilados de 32 años y retiros de hasta 6800 pesos. Fueron citados por los delitos de defraudación y falsificación de documentos, ambos excarcelables.
Hoy declaran otras 12 personas. Entre ellas estaba citado Miguel Buongiorno, el masajista de Carlos Menem, pero mandó un escrito diciendo que no podrá acudir porque sufre “cirrosis hepática alcohólica y diabetes”. Más adelante será el turno de personajes como el profesor de tenis de Zulemita Edgar Romero Chacón, la ex diputada del PJ Marta Rivadera, y la prima del gobernador Angel Maza, Gladys Susana Maza.
Los funcionarios que intervinieron en la concesión de todas estas jubilaciones están siendo investigados por asociación ilícita, un delito que podría llevarlos a la cárcel. El fraude producto del reparto de retiros bancarios es cercano a los 60 millones de pesos. A nivel provincial, Marijuán está analizando la responsabilidad del gobernador Maza y de Diego Alvarez, su principal asesor de gobierno y ex integrante del Organismo Interjurisdiccional que otorgaba los beneficios. En el orden nacional, están en la mira el papel del ex ministro de Trabajo y actual titular de la AFIP Armando Caro Figueroa, de su sucesor en la cartera laboral, Antonio Erman González, del ex ministro del Interior Carlos Corach y del ex titular de Economía, Roque Fernández.

 

 

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