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León Gieco de entrecasa, en una noche para fans e incondicionales

El �ensayo abierto� en una peña se convirtió en una fiesta, que cerró con una versión de su más que clásico �El país de la libertad�.

Por K.M.

La peña El Desalmadero, en el barrio de Villa Crespo, quedó definitivamente chica para el ensayo abierto con que León Gieco anticipó a su público la presentación en vivo de Bandidos rurales, su notable nuevo disco. Allí estaban el santafesino, distendido y dispuesto a extenderse didácticamente acerca de cómo hizo cada uno de los temas –en qué consiste un sampler, las dificultades de llevar al vivo ciertos arreglos, las historias detrás de la composición–, y unos quinientos fans e incondicionales que coreaban la mayoría de las canciones. “Gracias por nacer León, sos el más grande”, expresaba una bandera colgada del primer piso del local, marcando el clima del encuentro. León se cansó de recibir piropos y agradecimientos, que tributó contando historias vinculadas a sus comienzos, entregando reflexiones sobre los músicos de su generación, detallando cómo fue pensado y grabado el nuevo disco. Entre otras cosas, el músico se declaró durante la velada como un fanático del trabajo con máquinas programadas, que aportan a la música y no le restan, según dejó claro.
En rigor, Gieco ya había estado tocando en El Desalmadero el viernes y el sábado, pero acompañando la presentación del cantautor Duende Guernica y de Medio Viático, el grupo de rock que armaron sus “plomos”. El domingo fue el turno de los temas de su nuevo disco, la mayoría grabados con los músicos estadounidenses de James Taylor. En este ensayo, León los tocó junto a Luis Gurevich (autor de la música de la mayoría) en teclados, Eduardo Rogatti en guitarra, Aníbal Forcada en bajo, Marcelo García en batería y Tancredo en violín y mandolina. “Charly es el único menemista que me cae bien”, bromeó en un momento. Luego, amplió el chiste: “Pensándolo bien, podríamos organizar algo para tocar en Don Torcuato. Eso sí, yo con Bolocco no toco”. Relajado, cariñoso y carismático, encontró tiempo para regalar un vino a una de sus muchas fans y varios discos a los chicos presentes. “Esta es una inversión, apuesto a que cuando crezcan me sigan comprando”, explicó.
Gieco habló en extenso sobre “La memoria”, la canción en que repasa los grandes temas pendientes, “clavados en la memoria”, desde los asesinatos de los padres palotinos y el obispo Angelelli, la obediencia debida y el punto final, hasta la AMIA. “Como vienen las cosas, a esta canción le voy a tener que seguir agregando estrofas continuamente”, afirmó. “Creo que en cinco años más va a durar una hora y media”. Le siguieron “Canción para luchar”, “La guitarra” y “Viejos amores”. Después de pasar por todo el disco llegó “Bandidos rurales”, o las historias de Vairoletto, Mate Cosido, Juan Moreira y otros “bandidos populares de leyenda y corazón, queridos por anarcos, pobres y pupilas de burdel”.
Sobre el final subieron el santiagueño Raly Barrionuevo y Andrés Giménez, de A.N.I.M.A.L., para hacer “Guantanamera”, “Pensar en nada”, “Los salieris de Charly” y “El embudo”, mientras Javier Calamaro miraba mezclado entre el público. Cuando empezaba a armar Medio Viático, que cerraría la noche, Gieco, confeso admirador de Bob Dylan, improvisó un acústico de “Hombres de hierro”, al que agregó el estribillo de “Blowin’ in the wind”. La cuestión era cómo abandonar un escenario que no contaba con salidas alternativas y estaba saturado de gente.Gieco, armónica en boca, tocando “En el país de la libertad”, se abrió paso entre la gente, como un profeta atrave-sando una multitud de fieles.

 

 

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