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Hubo un tiempo en que Capusotto, Alberti y Casero trabajaban juntos

La señal I-Sat transmitirá desde el viernes 14 viejos programas del ciclo �Cha Cha Cha�, comenzando por los de la temporada de 1996.

Por Emanuel Respighi

Un grupo de benévolos policías federales intentan cambiar la conducta de los presos... mediante una terapia de canciones y cuentos infantiles. Un profesor hindú de yoga ofrece tranquilas clases de meditación a los televidentes. La inefable Telescuela Técnica enseña al público el valor de saber usar cada herramienta para una actividad hogareña distinta. Estas y muchas otras cosas disparatadas ocurrían durante los años del menemismo consolidado en un programa de televisión que se ganó a fuerza de disparates ser parte de un culto. Visto desde el futuro, que es hoy, “Cha Cha Cha” también fue una cantera de figuras televisivas de peso, si se tiene en cuenta que allí trabajaron Alfredo Casero, Diego Capusotto y Fabio Alberti y, por si eso fuera, poco Mex Urtizberea, Favio Posca y Humberto Tortonese. La buena noticia al respecto es que desde el viernes 14, por I-Sat, volverán a emitirse un puñado de los programas del ciclo durante el año 1996, cuando se emitía bajo el título de “El estigma del Dr. Vaporeso”.
El programa, cuya figura central y usina creativa era Alfredo Casero, remite a tiempos de una televisión con muchísima más capacidad de riesgo. Bajo la línea estilística de un humor ácido, cargado de modismos y códigos callejeros, con buenas dosis de interpretación, “Cha Cha Cha” sentó un nuevo standard de calidad y contexto para la realización de programas humorísticos televisivos. “Todo x 2 pesos” (lunes a las 23 por Canal 7) hubiese sido imposible, como experiencia y como práctica, de no haber mediado su hermano mayor, más allá de internas entre los responsables. Casi todos, por otra parte, venían de la cantera de “De la cabeza”, el programa pionero del estilo de humor televisivo que campeó en los 90, surgido a partir de una idea de Roberto Cenderelli, el creativo responsable de programación de América TV a principio de la década.
Las sátiras corrosivas del paquete de sketches de “Cha Cha Cha” podían llegar a resultar por sí solas incoherentes, pero dentro de la (i)lógica del programa constituían un bombardeo sistemático de un lenguaje bizarro que hasta ese momento no tenía cabida en la televisión. Las cosas no fueron fáciles para el programa: el sketch en el que Alberti interpretaba a un pastor que recreaba la vida de Peperino Pómoro le daba en la ceja a distintos estamentos de poder, que veían en un discurso incoherente y una gesticulación mañosa un verdadero atentado a la moral y las buenas costumbres. El canal que entonces manejaba Eduardo Eurnekian se las veía en figurillas para mantener el programa.
La Fundación Católica Argentina del Mañana presionó públicamente en 1995, el año de la reelección de Menem, a los anunciantes del programa para que levantaran la publicidad. Lo hizo “en aras de la elevación cultural y moral”, bajo la certeza de que algunos sketches constituían “una grave ofensa” por su lenguaje “irreverente, blasfemo y discriminatorio”. La temporada que I-Sat presentará, cuyos derechos de transmisión compró a América porque Casero nunca llegó a registrar el programa, está plagada de referencias a este episodio, canalizadas a través de la creación de personajes poco menos que increíbles.
En una época en la que el humor irreverente e hiperkinético de “Todo x 2 pesos” parece parte del discurso más o menos natural de la televisión y que pocos parece ofenderse por ciertas parodias o grotescos, examinar los programas viejos de “Cha Cha Cha” desde el punto de vista de los conflictos que generaban en su época bien podría llevar a la conclusión de que hay aspectos en que la sociedad argentina evoluciona. El de la tolerancia para con el humor, que a veces opera de espejo deformado de la realidad, pero espejo al fin, por ejemplo.

 

 

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