OPINION
Eso, caca
Por Martín Granovsky
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Roberto Mangabeira Unger es un brasileño famoso como profesor en Harvard. No bien se formó la Alianza, en 1997, Mangabeira viajó a la Argentina para un congreso internacional y estuvo cinco días dedicado a escandalizar a políticos radicales y del Frepaso con una pregunta: �Devaluar, ¿es imposible?�. Ni siquiera consiguió un no. Directamente, nadie le contestaba. Eso, caca. Después recorrió el ambiente académico. �Yo busco ideas delirantes sobre la economía, el gasto social, la gestión del Estado y las finanzas�, explicaba. �¿Me podría dar una?� Se fue sin nada. Eso, caca.
En los últimos diez años la Argentina no devaluó su moneda pero sí su sistema de pensamiento. Lo hizo al santificar la restricción impuesta por las cosas �fundamento de la famosa ética de la responsabilidad, eufemismo por �razón de Estado�� y confundir todos los planos. La restricción externa imponía límites a los economistas profesionales. Éstos a los políticos. Los políticos a los funcionarios. Y todos a los académicos. Así, la función de la universidad como centro del pensamiento, incluso del pensamiento delirante, terminó atosigada por el escaso margen de maniobra de la gestión pública. Investigación y pragmatismo pasaron a ser la misma cosa, hasta fusionarse en una suerte de taylorismo intelectual menos imaginativo, para colmo, que aquel personaje de Giancarlo Gianini �una pezza, un culo, una pezza, un culo� en la cadena de montaje.
La restricción está clara. La Argentina no tiene crédito, los servicios de la deuda ocupan una proporción intolerable del gasto público, las AFJP quedaron asociados a los bancos hasta formar una pinza sobre la economía, los estudiantes argentinos saben mucha menos matemática que cualquier país europeo de desarrollo medio, la burguesía industrial con vocación autónoma se murió hace casi 30 años con José Gelbard y la licuación política de la Alianza golpeó al centroizquierda con una nueva frustración. Pero, ¿todos esos datos son verdaderamente inamovibles como un accidente de la naturaleza?
A esta altura, es absurdo pensar la realidad con criterio iluminista. La Razón abriendo, ella sola, el camino de la verdad y la justicia. También es ridículo gobernar mediante el delirio. La realidad, en ese caso, termina aniquilando la voluntad pura hasta desacreditar toda voluntad. Lo cuestionable es que todo delirio sea malo y todo intercambio de ideas en serio, hasta polemizando con violencia o explorando a fondo cada camino, deba ser condenado.
Sería ideal que la UBA ofreciera, al final del debate, un plan imaginativo y sensato. Sería una lástima que solo se encerrara en sí misma y �eso, caca� acabase imitando el promedio gris del Gobierno. |
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