Por Cristian Alarcón
A orillas de las vías, en la estación José León Suárez de la línea Mitre, unos doscientos cartoneros discuten la necesidad de una marcha, de una protesta, de una reunión con algún gobierno, de la insistencia de su oficio en el extremo de la carcomida �pirámide social�. No saben por qué, ni por orden de quién, pero durante los últimos quince días, en diferentes puntos de la ciudad adonde llegan cada noche para juntar un ingreso que por familia llega a los 50 pesos por semana, varios de ellos perdieron todo lo que habían conseguido en la jornada. Denuncian que durante esos operativos policiales se les labran unas particulares actas por �manipulación de basura en la vía pública� y se los intima a que no regresen con sus carros, porque entonces terminarán quitándoles también eso. Por ahora, además de amenazarlos con una multa, dicen, los policías les expropian la carga para vaciarla en los camiones de la empresa Cliba. Fuentes del Poder Judicial de la ciudad confiaron a
Página/12 que tales actas sólo pueden ser hechas por un inspector municipal, y que por lo tanto, la mayoría de los procedimientos serían ilegales. Ellos anoche se embarcaban otra vez en la faena de sobrevivir, y se organizaban para protegerse de las requisas: �Si nos quieren sacar el cartón, vamos todos a la comisaría�, decían.
La asamblea de cartoneros es caótica y tiene su propio ritmo. Son unos doscientos carros los que cada tarde a las 18.30 salen desde José León Suárez en el Tren blanco, esos cuatro vagones que la empresa TBA ha destinado a transportar exclusivamente a los cirujas del norte del conurbano. A medida que llega una de las víctimas de las actas y los �secuestros� de basura los demás, mujeres, chicos, adolescentes, hombres jóvenes y mayores, van señalándolos y pidiéndoles a los gritos si han traído el papel que les hicieron. Luis Serrano, un chico de rulos rubios y lentes, se lo olvidó y casi corre para buscarlo. Pero antes cuenta que estaba parado en la esquina de Juramento y Arcos cuando le pidieron documentos. �Me hicieron cruzar a la vereda de enfrente, donde ya tenían a otro pibe, me tomaron los datos y me hicieron firmar el acta�. Le dijeron que esperara, debían �llamar al camión�. En pocos minutos apareció el basurero de Cliba y entonces los dos cartoneros vieron como la máquina se tragaba el esfuerzo de sus últimas horas, valuado en el millonario mercado de la basura, en unos 11 pesos.
Cecilia Prette sale de atrás de un grupo, con su caso. Anoche le pasó a su hijo, con el que intentan llenar ese bolsón que arrastran. �Me había ido a la vuelta, cuando volví un policía le había estado pateando el carro. �No vuelvan, no se puede más juntar acá�, le decía él y que nos dijera a todos los otros�. Lo de las advertencias se repite en cada caso.
Las actas, cuando se han labrado, van acompañadas de esa despedida informal. Aunque ha habido secuestros más informales aún: a Cristian, un chico de 17 años de ojos achinados que se esconde tras un gorro de lana, �directamente� le �metieron los cartones en un camión de esos volcadores�.
El Chino lo dice y la asamblea enardece. �Son ellos, entonces son ellos que nos están robando�, dice un hombre rodeado por las caras de unas cinco niñas. �¡Ellos, que nos dicen ladrones a nosotros!�, grita una mujer de anchas espaldas y cuenta cómo es que �cuando se robaron cualquier cosa nos paran y nos revisan los carros enteros para buscarnos�.
¿Cómo se comprende que la única salida para conseguir alimentos de estas familia merezca la sanción del Estado? ¿Cuál es el permiso que el Estado tiene para hacerse de los diez pesos que una jefa o jefe de familia, trabajando también sus hijos, logran hacer rebuscando en la basura? Ayer la Comisión Nacional de Erradicación del Trabajo Infantil, Conaeti, el organismo que esta en plena etapa de desarrollo de un programa social pensado para este sector, alertado por las denuncias que recibió se comunicó con la comisaría 37. �Allí un agente nos dijo que esto no era orden de nadie y que ellos reprimían por rutina a los que infringen elCódigo de Convivencia�, le dijo a este diario Leandro Halperín, presidente de la Conaeti.
Página/12 habló con voceros de la seccional, que negaron que se hubieran hecho procedimientos. Luego, altas fuentes de la justicia contravencional, explicaron que �en realidad existe una norma que impide juntar basura y que es el artículo seis de la vieja ley de faltas� pero que para hacerla cumplir �sólo puede intervenir la dirección General de Policía Municipal�. �La policía no puede secuestrarles nada ni tampoco hacerles el acta�, aclaró.
A punto de subir al tren blanco que los traería ayer a Buenos Aires, los cirujas seguían tratando de probar cómo los habían acorralado. Esteban Gutiérrez, de 54 años, y quien junta papel con sus hijos, nietos y esposa, dice que lo �agarraron un viernes, quince días atrás, en la zona de Corrientes y Maipú�. �Iban dos patrulleros, una camioneta del Gobierno de la Ciudad y un camión de Cliba. Ahora si vemos una luz nos escondemos�, cuenta mientras revuelve en su billetera vacía de dinero para encontrar el acta que le labraron. En el gobierno porteño los voceros desconocían ayer la existencia de una orden para que se realizaran procedimientos. Pero un llamado de última hora a esta redacción fue claro: �nos están vaciando los carros, son muchos patrulleros y la gente escapa, sale corriendo�.
�Es lo último que tenemos�
Rosa Belizán es una de las cien mil personas que, según una investigación de la Universidad de General Sarmiento, viven del cirujeo en la ciudad de Buenos Aires. Sus hijos, Miranda, de 13, y el varón de 12, la acompañan cada vez para llenar �el bolsón�, como le dicen a ese enorme paquete de papeles que van reciclando a medida que lo levantan de la calle, o de la mano de los porteros que �de buena onda� les entregan lo que los porteños dejan en la puerta de sus departamentos. Así es que, sin ir todos los días porque algunos la hernia no la deja moverse, al cabo de diez hace casi cincuenta pesos.
Rosa está en ese cincuenta por ciento que llegó con los últimos cinco años de la crisis al cirujeo y que antes estaba integrado al sistema productivo, tenía un empleo. En su caso era su marido el que �ganaba bien como chofer de clearing bancario�. Pero quedó afuera y pronto �las deudas de los créditos fueron comiéndonos�. Desde hace dos años se impone un recorrido que su hija cuenta de memoria: �de Villa Urquiza hasta Colegiales, y a veces, también hasta Carranza�. Pero cada vez hay más carritos en la ciudad y se hace difícil sacar diez pesos por la tarea. Ahora ante estos testimonios que escucha de sus compañeros Rosa tiembla. �No quiero pensar que me quiten esto. Esto es lo último, nosotros no vamos hacerles caso porque es lo último que tenemos, lo único, no hay más donde vayamos�. |
La organización de los cartoneros
Guardería para chicos
Por C.A.
El nivel de marginalización al que han sido sometidos los cirujas no les impide estar organizados. Por lo menos lo están los que manejan los doscientos carros que se suben cada día al �tren blanco� de TBA. Lidia Quintero, una mujer que pasó de ser empleada de una empresa de limpieza a buscar comida en los tachos para sus seis hijos, y finalmente a trabajar a diario juntando cartones, es la delegada de los cirujas que viven en la Villa Carcoba, de San Martín. Otro delegado tiene la Villa Curita, cuyos habitantes también tienen su lugar en el tren, a cambio del abono pautado en 12 pesos cada quince días. Lidia es además parte del Programa de Erradicación de Trabajo Infantil en este sector marginal de la economía, y espera que dentro de un mes comience a funcionar el primer jardín maternal para hijos de cartoneros.
El programa en el que Lidia intenta hacer participar a los suyos depende de la Comisión Nacional Para la Erradicación del Trabajo Infantil, Conaeti. Y está en su segunda fase: la formación de un grupo de 22 mujeres que serán �madres cuidadoras� de los chicos menores de seis años que ahora deben acompañar a sus padres en el recorrido. Un equipo técnico ya ha realizado un diagnóstico de la situación y una vez capacitadas las madres, se abrirá el jardín maternal. La tercera etapa del programa será la del blanqueo de la actividad a través de la organización de una cooperativa para que los cartoneros puedan vender lo recolectado en grupo.
�Entramos en la actividad por la presencia de los chicos�, dijo ayer a este diario el presidente de la Conaeti, Leandro Halperín. Halperín intentaba también descubrir si existía una orden para que se realizaran los operativos contra los cirujas. �Esto no tiene explicación. Cuando se esta en crisis de confianza, económica, de credibilidad, empezar por quienes están intentando trabajar con una actividad digna es un error inconcebible�, planteó.
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