Por Alfredo Grieco y Bavio
Cada día, la tasa Tobin recibe más adhesiones verbales. El impuesto sobre las transacciones financieras internacionales ha sido suscrito ya por 687 parlamentarios, en su mayoría de Europa, pero también de América del Norte. El llamamiento Mundial de Parlamentarios por la Tasa Tobin busca promover que parlamentos y gobiernos aprueben legislaciones para instaurar la tasa propuesta, en una versión diferente, hace unos 30 años por el Premio Nobel de Economía James Tobin. Después de Francia, cuyo premier Lionel Jospin anunció por televisión que se había convertido en el campeón de la tasa, ayer fue el turno de Alemania. El canciller socialdemócrata Gerhard Schroeder admitió estar dispuesto a discutirla. Su ex jefe partidario, Oskar Lafontaine, fue más lejos al anunciar su participación personal en la red Attac (Asociación por una Tasa sobre las Transacciones Especulativas para Ayuda a los Ciudadanos).
Bélgica, que este semestre preside la Unión Europea, incluyó un debate sobre este polémico impuesto en el orden del día de la próxima cumbre del Consejo de ministros de Finanzas de la Unión Europea (Ecofin), que se celebrará los próximos días 22 y 23 en Lieja. Una contracumbre, organizada por Attac bajo la forma de Congreso, promete convocar a globalifóbicos en el campus de la Universidad de Lieja.
Los promotores del manifiesto, en su mayoría eurodiputados, mantuvieron su primera reunión en Bruselas en junio del pasado año. Posteriormente, el Parlamento Europeo rechazó por un solo voto una iniciativa a favor del impuesto. En los últimos 30 años, apunta el manifiesto, las transacciones financieras diarias en el mundo pasaron de 70.000 millones de dólares a más de 1,5 billones de dólares. En buena parte el incremento no corresponde a intercambios de bienes y mercancías, sino a maniobras de especulación que en ocasiones provocan fuertes crisis financieras en países con economías débiles.
El ex presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) Oskar Lafontaine se unió al movimiento antiglobalización asociándose a Attac, según divulgó ayer el semanario suizo Die Weltwoche. �Apoyo a Attac porque persigo los mismos objetivos que la red desde hace muchos años�, confirmó Lafontaine, ex ministro de Finanzas del gobierno del canciller Gerhard Schroeder, y el �hombre más peligroso de Europa�, como lo caracterizó cuando lo era la prensa conservadora británica.
En la Unión Europea (UE), el primer ministro francés Lionel Jospin fue el primer líder en apoyar la posibilidad de poner en marcha ese impuesto, que no cuenta con el apoyo ni de su ministro de Finanzas, Laurent Fabius, ni de los Gobiernos de Alemania, Bélgica o Reino Unido. De hecho, varios dirigentes europeos han presionado para que el Ecofin no incluyera ese punto en el orden del día.
Por su parte, el canciller federal alemán Gerhard Schroeder dio ayer un característico giro, para reubicarse a la vez ante su colega francés y su ex jefe partidario. Por primera vez se mostró dispuesto a hablar sobre la conveniencia de la tasa Tobin, pero no sin indicar que es �sólo un instrumento y con eso se queda corto� para alcanzar los objetivos a los que se quiere llegar con un gravamen de este tipo. Las declaraciones fueron pronunciadas en Berlín durante una conferencia económica del SPD.
Si en los hechos Schroeder se aproxima lo suficiente a la tasa, esto puede fortalecer el eje París-Berlín en un momento que conviene a ambos jefes de gobierno. Jospin convirtió a la tasa en el tema central de su discurso a la nación de la �rentrée� (el regreso de las vacaciones). De ese mismo discurso, su teleaudiencia esperaba enterarse si Jospin sería el candidato socialista para las presidenciales de 2002. Esta confirmación faltó, pero su embanderamiento con la tasa Tobin fue interpretado como un claro signo a los electores más a la izquierda, aquellos que lo castigaron en las últimas elecciones municipales. Schroeder manifestó ayer su interés en dialogar en el contexto de la amistad franco-alemana. Claramente,Schroeder defendió ayer �la politización de la globalización�. Como en el caso de Jospin, el canciller alemán ya fue acusado de defender una propuesta sin duda noble, pero dirigida ante todo a su propio electorado.
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