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Por Hilda Cabrera
Continuando la propuesta, a partir de mañana se podrá ver Soledad
tango, de Carlos Pais, y en noviembre, Tres mujeres, un relato
de Laura Bonaparte adaptado por Graciela Holfeltz, con dirección de
Georgina Parpagnoli. Soledad... es una nueva versión de la
premiada Extrañas figuras (Premio Nacional de Teatro 1992--95),
pieza que Pais estrenó en 1993 y protagonizó Leonor Manso, quien esta
vez ejerce la función de directora, conduciendo a la actriz Perla
Santalla. Según el santafesino Pais (La procesión de los que suben,
La oca, Bar La Costumbre, Blues de la calle Balcarce),
el personaje no ha sido modificado: "Es una cancionista de tango que
está sola con sus fantasmas y cuenta aquella misma historia, pero bajo la
forma de un monólogo", apunta el autor en diálogo con Página/12
junto a Manso y Santalla, quien, en el rol de la cantante, reconoce que se
trata de una obra dura, por su contenido y por las exigencias de la
interpretación. Perla Santalla:
--Mi personaje es Violeta Echagüe, una mujer atormentada que ha querido
tapar con borracheras el dolor por el secuestro y la desaparición de su
hija durante la dictadura militar, y la conciencia de su propia decadencia
como cantante. Ella mezcla los tiempos: aquellos en los que brilló con
este otro presente colmado de reproches. Estos le llegan sobre todo a través
de la Beba, el personaje--fantasma que la acosa. La Beba es su
contrapartida, su conciencia, el sentimiento de culpa que fue acumulando
en todos esos años. La obra me exige traer personajes al presente y crear
con ellos mundos diferentes. Una dificultad que, creo, pude superar bajo
la mirada de Leonor, con quien trabajé también en su puesta de Esperando
a Godot. Carlos Pais:
--Lo interesante de este trabajo es que el espectador no lo va a percibir
como un unipersonal. Los personajes--fantasma aparecen sin que haya
necesidad de corporizarlos, o de utilizar un teléfono o un muñeco para
crear otros climas. Y éste es un mérito de Leonor, quien experimentó en
la dirección con una obra mía que, por otra parte, fue muy rechazada. Leonor Manso:
--Era Noche de parias y, claro, la estrenamos en 1994. En esa época
de auge de la farándula y la huevada a mí se me ocurrió poner
bultos en los pasillos de la sala, como si éstos fueran vagabundos
dormidos. ¿A quién podía gustarle eso? La gente se resistía a ver la
pobreza y la miseria. Negaba lo que era ya una evidencia. C.P.:
--Aquella obra partió de un hecho real. Sucedió en una plaza, donde un
hombre, con una excusa cualquiera, se acercó a otro y le dijo que se quería
matar. En esa historia mostraba a un país que se deshacía. Un país en
el que crecían los basurales y la marginalidad. L.M.:
--En la calle, y frente al teatro donde dábamos Noche..., había
gente como ésa y tipos que hasta poco antes se encontraban dentro del
sistema. Esto lo notábamos en las maneras y en la ropa que todavía
conservaban. C.P.:
--A pesar del rechazo, aquélla fue una experiencia interesante. Yo había
descubierto en Leonor su capacidad para dirigir durante un ensayo de Extrañas
figuras. Confío mucho en el talento de los actores que pasan a la
dirección, y más si son mujeres, porque la mujer tiene un sentido menos
individualista del hecho teatral. El actor piensa ante todo en él, en su
personaje; la actriz, en cambio, tiene siempre una idea generosa
respecto del espectáculo en el cual participa. L.M.:
--Lo que quisimos en Soledad... es trascender el caso puntual de la
protagonista. Por eso, además de la memoria sobre la hija desaparecida
está esa otra memoria alerta y crítica sobre los personajes que le
arrebataron a nuestro pueblo vidas y bienes. Es necesario no confundirnos
y recordar quién es quién. P.S.:
--La historia de esta Violeta Echagüe es una metáfora del despojo, y
tomar conciencia de eso es una forma de modificar el presente. Muchas
veces he pensado en el valor de la memoria. Siento terror a perderla. Para
mí es como perder la vida. L.M.:
--Esa pesadilla individual que tenemos todos de no ser por no recordar
no es una reflexión de esta obra, pero sí lo es la importancia de
recordar el pasado colectivo con total lucidez.
C.P.:
--En Soledad..., la hija desaparecida es Malena, como la del tango
de Manzi. Pienso en la memoria y en su contracara, el olvido, y en esa
frase maravillosa del poeta que dice: "Sus ojos son oscuros como el
olvido". Es cierto, no hay nada más oscuro que el olvido. Aquí
utilizo varias letras de tango. La principal es "Soledad", de
Alfredo Le Pera (y música de Carlos Gardel), que cuenta otra cosa, pero a
mí me pegó fuerte eso de un "desfile de extrañas figuras".
Cuando Violeta recuerda el día en que se llevaron a su hija, mezcla
fragmentos de diferentes tangos. Es su manera de contar. Ella no fue una
Madre de Plaza de Mayo. Como muchas otras madres se quedó paralizada,
pensando que nada malo iba a pasar y que su hija volvería. Fue difícil
para mí volver sobre esta obra, y lo digo por razones personales, pero lo
hice. No se puede negar la realidad, y por eso estamos hoy aquí
reflexionando sobre la memoria.
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