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�SOLEDAD TANGO�, de Carlos Pais
Metáfora del despojo

Leonor Manso dirige a Perla Santalla en una historia dolorosa, hilada
por una serie de letras de tango. La obra integra el ciclo "Jueves de 
la memoria", que viene desarrollándose en el Teatro del Pueblo.


Santalla es una cantante en decadencia, entregada al recuerdo.
�Soledad...� es una relectura de �Extrañas figuras�, de 1993.

Por Hilda Cabrera

La aspiración de los organizadores del ciclo Jueves de la memoria es "poner el teatro al servicio de los derechos humanos sin que deje de ser teatro". Los responsables son los integrantes de la Fundación de Dramaturgos Carlos Somigliana (SOMI), quienes el 8 de julio pasado iniciaron en el Teatro del Pueblo (Diagonal Norte 943) una programación destinada a resguardar la memoria. Las funciones se realizan a las 21 en la pequeña sala Teatro Abierto y con una entrada accesible de 3 pesos. En ese espacio se presentaron ya dos obras breves: Sesión de gimnasia, del rosarino Jorge Savoia, interpretada por Marta Degracia, y Tema: La muerte, escenificación de un texto del escritor Antonio Dal Masetto, con actuación de Jesús Berenguer. La actriz y directora Ana María Casó tuvo a su cargo los dos montajes.

  Continuando la propuesta, a partir de mañana se podrá ver Soledad tango, de Carlos Pais, y en noviembre, Tres mujeres, un relato de Laura Bonaparte adaptado por Graciela Holfeltz, con dirección de Georgina Parpagnoli. Soledad... es una nueva versión de la premiada Extrañas figuras (Premio Nacional de Teatro 1992--95), pieza que Pais estrenó en 1993 y protagonizó Leonor Manso, quien esta vez ejerce la función de directora, conduciendo a la actriz Perla Santalla. Según el santafesino Pais (La procesión de los que suben, La oca, Bar La Costumbre, Blues de la calle Balcarce), el personaje no ha sido modificado: "Es una cancionista de tango que está sola con sus fantasmas y cuenta aquella misma historia, pero bajo la forma de un monólogo", apunta el autor en diálogo con Página/12 junto a Manso y Santalla, quien, en el rol de la cantante, reconoce que se trata de una obra dura, por su contenido y por las exigencias de la interpretación.

  Perla Santalla: --Mi personaje es Violeta Echagüe, una mujer atormentada que ha querido tapar con borracheras el dolor por el secuestro y la desaparición de su hija durante la dictadura militar, y la conciencia de su propia decadencia como cantante. Ella mezcla los tiempos: aquellos en los que brilló con este otro presente colmado de reproches. Estos le llegan sobre todo a través de la Beba, el personaje--fantasma que la acosa. La Beba es su contrapartida, su conciencia, el sentimiento de culpa que fue acumulando en todos esos años. La obra me exige traer personajes al presente y crear con ellos mundos diferentes. Una dificultad que, creo, pude superar bajo la mirada de Leonor, con quien trabajé también en su puesta de Esperando a Godot. 

  Carlos Pais: --Lo interesante de este trabajo es que el espectador no lo va a percibir como un unipersonal. Los personajes--fantasma aparecen sin que haya necesidad de corporizarlos, o de utilizar un teléfono o un muñeco para crear otros climas. Y éste es un mérito de Leonor, quien experimentó en la dirección con una obra mía que, por otra parte, fue muy rechazada.

  Leonor Manso: --Era Noche de parias y, claro, la estrenamos en 1994. En esa época de auge de la farándula y la huevada a mí se me ocurrió poner bultos en los pasillos de la sala, como si éstos fueran vagabundos dormidos. ¿A quién podía gustarle eso? La gente se resistía a ver la pobreza y la miseria. Negaba lo que era ya una evidencia.

  C.P.: --Aquella obra partió de un hecho real. Sucedió en una plaza, donde un hombre, con una excusa cualquiera, se acercó a otro y le dijo que se quería matar. En esa historia mostraba a un país que se deshacía. Un país en el que crecían los basurales y la marginalidad.

  L.M.: --En la calle, y frente al teatro donde dábamos Noche..., había gente como ésa y tipos que hasta poco antes se encontraban dentro del sistema. Esto lo notábamos en las maneras y en la ropa que todavía conservaban. 

  C.P.: --A pesar del rechazo, aquélla fue una experiencia interesante. Yo había descubierto en Leonor su capacidad para dirigir durante un ensayo de Extrañas figuras. Confío mucho en el talento de los actores que pasan a la dirección, y más si son mujeres, porque la mujer tiene un sentido menos individualista del hecho teatral. El actor piensa ante todo en él, en su personaje; la actriz, en cambio, tiene siempre una idea generosa respecto del espectáculo en el cual participa.

  L.M.: --Lo que quisimos en Soledad... es trascender el caso puntual de la protagonista. Por eso, además de la memoria sobre la hija desaparecida está esa otra memoria alerta y crítica sobre los personajes que le arrebataron a nuestro pueblo vidas y bienes. Es necesario no confundirnos y recordar quién es quién.

  P.S.: --La historia de esta Violeta Echagüe es una metáfora del despojo, y tomar conciencia de eso es una forma de modificar el presente. Muchas veces he pensado en el valor de la memoria. Siento terror a perderla. Para mí es como perder la vida.

  L.M.: --Esa pesadilla individual que tenemos todos de no ser por no recordar no es una reflexión de esta obra, pero sí lo es la importancia de recordar el pasado colectivo con total lucidez. 

  C.P.: --En Soledad..., la hija desaparecida es Malena, como la del tango de Manzi. Pienso en la memoria y en su contracara, el olvido, y en esa frase maravillosa del poeta que dice: "Sus ojos son oscuros como el olvido". Es cierto, no hay nada más oscuro que el olvido. Aquí utilizo varias letras de tango. La principal es "Soledad", de Alfredo Le Pera (y música de Carlos Gardel), que cuenta otra cosa, pero a mí me pegó fuerte eso de un "desfile de extrañas figuras". Cuando Violeta recuerda el día en que se llevaron a su hija, mezcla fragmentos de diferentes tangos. Es su manera de contar. Ella no fue una Madre de Plaza de Mayo. Como muchas otras madres se quedó paralizada, pensando que nada malo iba a pasar y que su hija volvería. Fue difícil para mí volver sobre esta obra, y lo digo por razones personales, pero lo hice. No se puede negar la realidad, y por eso estamos hoy aquí reflexionando sobre la memoria.  

Que los parió, dice Posca

El actor Favio Posca debió suspender una gira teatral por Uruguay con El perro que los parió debido a que el Teatro Del Notariado levantó sus funciones previstas para septiembre en Montevideo. �El 26 de agosto llegamos a exhibir El perro... en una función para prensa, y dos días después me dijeron que el show era �amoral� y no querían que se hiciera�, apuntó Posca. �En un punto, pueden decir lo que quieran. El problema es que hay una censura. Les puede gustar o no el show, pero todos somos libres de levantarnos e irnos. Lo imperdonable es que no me dejen hacerlo: ahora, más que nunca, quiero volver y hacerlo, porque a la gente no pueden prohibirle y hay un montón de público a favor, además de 30 medios periodísticos que salieron a respaldar el espectáculo.�

 

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