Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


La policía mandó a los cartoneros a quejarse al gobierno porteño

Los cartoneros que denuncian operativos para secuestrarles el papel juntado protestaron frente a la comisaría 33ª. Un jefe policial culpó al Ejecutivo. Y hoy harán una marcha hasta allí.

Por Cristian Alarcón

–¿Pero qué hacemos si ustedes no son los responsables? –preguntó una mujer abriéndose paso entre los suyos en la puerta de la comisaría 33ª, adonde había llegado la protesta de cirujas.
–¡Vayan a quejarse al Gobierno de la Ciudad! –le respondió el subcomisario Juan Carlos Poggi después de haber explicado que la Policía Federal no organiza los operativos en que a decenas de cartoneros se les “secuestra” el papel que juntan en las calles porteñas.
El segundo capítulo de esta larvada guerra de la basura se escribió ayer sobre las calles de Belgrano. Temprano, después de que la noche anterior volvieron a ser sancionados por “manipular residuos en la vía pública” y sus cargas, vaciadas en camiones de Cliba, los cirujas que viajan en el “tren blanco” desde el conurbano marcharon hacia el Centro de Gestión y Participación de Cabildo al 3100. Allí les negaron que los procedimientos fueran ordenados por el Ejecutivo. Sin embargo, anoche una fuente del gobierno le confirmó a este diario que “es cierto que hay una política de desalentar el cirujeo”. Aunque intentó relativizar el verbo: “desalentar no es reprimir”, dijo. Después de las aclaraciones policiales, los cartoneros decidieron marchar hoy a las 12 a la Jefatura de Gobierno.
La trama que protagonizan doscientas familias de José León Suárez –las mismas que cada día suben al tren blanco de TBA para ingresar por las noches a la ciudad en busca de papel– no alcanzaba ayer a quedar clara ni para ellos mismos. Organizados por grupos según las villas de las que vienen, estos cirujas son los que han acordado con la empresa de ferrocarriles un traslado diario en una máquina especialmente destinada a ellos y sus carros a cambio de abonos de 12 pesos cada 15 días. Son apenas una pequeña porción de las 100 mil personas que trabajan recolectando papeles en el área metropolitana, y de los 50 mil que entran a diario en la ciudad. En este caso cuentan con delegados encargados de recolectar el dinero para pagarle a TBA. Aun así ayer estaban desorientados.
No sabían exactamente a quién pedirle explicaciones por aquellos que la noche anterior –según denunciaron viene sucediendo hace quince días–, habían perdido el esfuerzo de una jornada a manos de los inspectores y la policía. Por eso, primero fueron hasta el CGP 13 con dos bombos que se agenciaron para la protesta. Allí los delegados fueron atendidos por el Coordinador del Plan de Prevención del Delito de la zona, Eduardo Venturino. “Desconocíamos la situación –le dijo el funcionario a este diario–. Por eso hicimos que ingresaran la queja. Plantearon que son perseguidos y que sus familias necesitan, que tienen hijos”. Ese reclamo continúa por vía administrativa hacia la Secretaría de Justicia y Seguridad. Una fuente del área dirigida por Facundo Suárez Lastra le dijo a Página/12 “no sabemos de dónde salió esta decisión, es probable que sea un acuerdo entre una de las empresas recolectoras de residuos y algún comisario”.
Pero tras la reunión con Venturino los cirujas avanzaron por Cabildo escoltados por dos patrulleros. “Vamos a la 33ª porque éstos nos dicen que el gobierno nada que ver, que es la cana”, explicaba Lidia Quintero, la delegada de Villa La Carcoba. Los caminantes de la soleada tarde de ayer los miraban circular por el asfalto con cierto extrañamiento. Rosa Cáceres le explicaba, mientras tanto a este diario, cómo la noche anterior le habían quitado la carga de su carreta por segunda vez. “La única cosa es que no opongamos resistencia. Pero no explican –contaba–. De repente nos encerraron tres patrulleros y una camioneta. Yo lloraba, le digo, porque da bronca y tristeza. Si esta noche me agarran no sé qué les doy a mis chicos mañana”. Luis Serrano, el marido de Rosa y padre de sus seis hijos, había contado una escena similar a este diario la tarde del martes.
Frente a la comisaría, ayer la escena fue desopilante. En un diálogo de gritos a falta de micrófonos, dos subcomisarios deslindaban responsabilidades ante el centenar de cirujas. “Nosotros no queremosjorobarlos”, decía el subcomisario Omar Bravo. Por la tarde, el legislador porteño del PJ Eduardo Valdez presentó un pedido de informes y comparó “esta persecución con la circular de la Policía Bonaerense” que ordenaba sacar de la vía pública a los chicos de la calle. Valdez recordó las declaraciones del jefe de gobierno, Aníbal Ibarra, el 5 de agosto pasado: “Tenemos el problema del cirujeo. No puede ser que miles de personas rompan las bolsas de basura y dejen todo tirado. Vamos a ser muy firmes para que no circulen carros tirados por caballos, incautaremos los caballos (...) y también los carritos”. Después de varias consultas, una fuente de la Secretaría de Medio Ambiente admitió anoche que los procedimientos “pueden haber sido decidido ordenados por algunos inspectores” de ese área. Lo que afirmaron con seguridad es que “es cierto que hay una política de desalentar el cirujeo”.

 

 

PRINCIPAL