La
Conferencia Mundial contra el Racismo comenzó el pasado 31 de agosto
con una previa que ya se las traía: un foro de las ONG pidió
el desmantelamiento del Estado judío, su aislamiento y escribió
en borrador una resolución que igualó sionismo con racismo
para incluirlo en la declaración final. Por otra parte,
Estados Unidos envió a Durban una delegación de diplomáticos
de mediano nivel, con el veto de Bush para que no fuera Colin Powell,
secretario de Estado norteamericano claro indicio de qué
importancia se le dio al tema. Y esto fue la antesala de un encuentro
internacional que centralizó y todo indica que seguirá
así un debate en el conflicto de Medio Oriente, donde Israel
se sintió atacada por un grupo de musulmanes que impusieron la
agenda demasiado a su gusto. Las declaraciones de Fidel Castro, que habló
de genocidio por parte de Israel contra el pueblo palestino,
echaron más leña al fuego. El lunes las cosas llegaron a
mayores, y Estados Unidos e Israel retiraron sus delegaciones de Durban.
Ayer la Unión Europea dio el ultimátum: o se retiraba el
lenguaje antisemita del texto, o la UE se retiraba del encuentro. El premier
francés Lionel Jospin, que dista de ser un aliado incondicional
de Israel, declaró su firme decisión de retirar a su país
de Durban si persistían las asimilaciones entre sionismo y racismo.
Una dura negociación entre europeos, árabes y africanos
sobre el tema de Medio Oriente enmarcó la conferencia antirracismo
y descentró otros temas de agenda, sobre todo porque los grupos
se empecinaron con el conflicto israelí-palestino. Una muestra
clara fue el pedido de los árabes que los africanos los apoyaran
con el texto de carácter antiisraelí, y a cambio,
ellos los respaldarían con el pedido de los países africanos
para que Occidente declare su arrepentimiento por el pasado de trata de
esclavos -que podría representarles a las potencias un costo material.Medio
Oriente es un chivo expiatorio, no es tanto el asunto de las reparaciones
de esclavitud, cuanto la política interior de los países
africanos como los árabes , que son dictatoriales y que les conviene
desviar la atención, declaró desde Durban a Página/12
Shimon Samuels, presidente del Centro Wiesenthal. Asimismo, Samuels confirmó
que la Unión Europea ayer instó a aceptar un texto desprovisto
de lenguaje antiisraelí y que Mary Robinson tendría
que aceptarlo porque a ella le conviene que la conferencia sea un éxito.
Robinson es la secretaria general de la conferencia de Durban y alta comisionada
de la ONU sobre Derechos Humanos. Desde que el 2 de setiembre se aprobó
el documento de la discordia, numerosas ONG lo rechazaron, así
como la UE que habló sobre el carácter regional
del conflicto de Medio Oriente que no debería tratarse en Durban,
y Francia, que ayer amenazó por primera vez con abandonar el encuentro.
Y en contrapartida, el delegado palestino en Sudáfrica, Suleiman
Al-Hesser, sugería que si los europeos se iban y las negociaciones
se frustran, la Conferencia podría vincular Medio Oriente
y las reparaciones pedidas por la esclavitud en una condena global a Occidente.
Al respecto, Samuels dijo a Página/12 que el bloque árabe,
más el musulmán que tomó la posición más
dura, frustró con ella a los africanos musulmanes que quieren tratar
temas como el Sida, la esclavitud, o los indígenas. Y que
los palestinos, ayer más achicados, se atrevieron a decir
que si todo iba bien, se debía a su generosidad por
salvar la conferencia.
Todavía falta ver cómo siguen las pugnas hasta la declaración
final. El cierre será mañana, en el caso de que las diferencias
entre los países no dejen un panorama de desolación y desencuentro
para este tercer encuentro sobre racismo, que ha terminado pareciéndose
demasiado a un escenario de lucha de todos contra todos.
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