Por
Juan José Panno
El
técnico de Brasil, Luiz Felipe Scolari, se siente bastante cómodo
cuando camina por los bordes del ridículo. Antes del partido había
pedido que le acercaran un papel para firmar el empate y había
exhortado a sus jugadores a que actuaran como los perros, que no dudan
en morder a quien cuadre si se trata de defender al amo. Seguramente,
en el entretiempo, cuando su equipo estaba 1 a 0 arriba, les repitió
las consignas y entonces los brasileños se metieron cerca de la
cucha defendida por Marcos y vieron cómo se daba vuelta el partido.
El técnico de Argentina, Marcelo Bielsa, es muchísimo menos
pintoresco que su colega brasileño; habla lo que tiene que hablar,
no es farolero para dar indicaciones y por lo general se muestra poco
expresivo ante el triunfo o la derrota. Ayer, sin embargo, se le escapó
el gesto de alegría, mientras cerraba el puño y decía
algo así como Vamos, carajo, en el cierre del partido.
Seguramente Bielsa imaginaba ese final feliz, cuando metió a Ortega
primero y a Gallardo después y cuando les pidió a los jugadores
que cambiaran la actitud y se dedicaran a jugar más y a pelearse
menos. Le salió bien esta vez al entrenador de la selección
porque Ortega tomó la manija que nadie había agarrado en
el primer período y Gallardo se asoció en el juego y en
el cabezazo del empate. Otra victoria para disfrutar, aunque el equipo
jugara por debajo de sus posibilidades.
El juego, que no fue técnicamente bueno aunque si intenso, empezó
con un gol insólito. Lateral de Roberto Carlos, salto de Rivaldo
y Ayala, en la entrada al área chica, sobre un costado y manotazo
de Burgos, cuando la pelota ya había entrado. Hoy, con tanta cámara
y ángulo derecho,invertido y travestido no hay duda: fue gol. En
otras épocas todavía se estaría discutiendo, como
aquella final de la Copa Intercontinental entre Independiente y el Inter
y un cabezazo de Mario Rodríguez que no pudo atrapar Sarti. Acá
dos cosas quedaron claras: que Burgos se mandó un macanazo reaccionando
tarde y que la pelota traspasó íntegramente la raya.
Shockeados, los defensores argentinos tardaron mucho en reaccionar y sobre
el pucho casi llega el segundo de Rivaldo. Brasil fue más que Argentina
hasta el final del primer tiempo; un poco por méritos propios y
otro poco porque Simeone y compañía se pusieron muy nerviosos
y quisieron compensar la falta de juego metiendo suela y poniendo cara
de malos. Los brasileños entraron en ese torbellino de fricciones,
patadas y empujones.
Argentina buscaba siempre por la izquierda y dejaba libre el otro lateral
para que Roberto Carlos subiera cuantas veces se le antojara sin riesgos
a sus espaldas, para juntarse con Rivaldo, que marcaba la línea
que los demás no seguían. Con ellos dos a Brasil le alcanzaba
parainquietar a Burgos y mostrar algo del linaje. Aimar no aparecía,
Crespo quedaba aislado y el Piojo jugaba casi todas mal. Solo Kily González
intentaba, aunque caía en la protesta y sumaba nervios. Poco de
Brasil y casi nada de Argentina dejó un primer tiempo sucio, confuso,
jugado a toda velocidad, pero con muy poquitas ideas y algunas emociones.
Todo cambió con la entrada de Ortega que se fue a jugar por la
derecha, a hacerse cargo del manejo de la pelota, la entrega precisa y
la pausa justa. Roberto Carlos no subió más; Rivaldo terminó
de volante tapón bis y todos los demás se empezaron a colgar
del travesaño. Le costaba al cuadro argentino arrimarse hasta Marcos
porque había demasiadas luces amarillas en el camino. Pero el porcentaje
de eficacia en el segundo tiempo fue excelente: tres llegadas, un tiro
en el palo y dos goles. El tiro en el palo fue de Crespo, desde un ángulo
muy cerrado, después de gambetear al arquero; los goles de Gallardo,
de cabeza tras un pase exacto de Ortega y Cris, en contra, luego de un
centro del Piojo López.
Lo merecía Argentina, por lo que levantó en el complemento
y más se lo tenía merecido Brasil por su actitud mezquina.
Scolari tendrá que buscar otras metáforas porque eso de
ser como perros quedó a la medida de lo que jugaron la mayoría
de sus dirigidos.
uno
x uno
Por
Adrián de Benedictis
Burgos
(4): Se quedó parado en el gol de Brasil y reaccionó
tarde cuando la pelota ya estaba adentro. Se mostró inseguro
y dio demasiados rebotes. Además, tampoco estuvo acertado
en el momento de cortar los envíos aéreos. A favor:
le ganó a Marcelinho en un mano a mano saliendo fuera del
área.
Vivas (6): Abusó del juego brusco y casi no se proyectó
en el primer tiempo. En la segunda mitad levantó su nivel
y logró afirmarse a medida que pasaban los minutos. En el
final terminó siendo uno de los destacados.
Ayala (6): Estuvo seguro como último hombre en el mano a
mano con Elber, pero perdió cuando salió a marcar
a la mitad de la cancha. Perdió la posición en el
gol de Brasil, y desacomodado, lo hizo en contra.
Samuel (7): Fue el más firme en la última línea
del conjunto argentino. No tuvo problemas para controlar a Marcelinho
y salió jugando siempre sin recurrir a los pelotazos largos.
Habilitó con precisión a López en el inicio
de la jugada del segundo tanto.
Zanetti (5): No mostró sus acostumbradas subidas por el sector
derecho. Perdió en la función de controlar a Roberto
Carlos y Brasil aprovechó esa zona para atacar. Tuvo una
chance de gol pero fue tapado por el arquero.
Simeone (5): Abusó del juego brusco y quiso hacerse dueño
del mediocampo con demasiados golpes. Luego de la amonestación,
el árbitro debió haberlo expulsado y lo perdonó.
En el primer tiempo casi convierte de cabeza.
Placente (5): No se mostró como salida por su carril y en
ese aspecto se notó la ausencia de Sorín. Descuidó
sus espaldas ante las subidas de Cafú.
Aimar (4): No logró convertirse en el conductor del equipo,
y Argentina lo sintió. Se lo vio demasiado estático
y cuando se tiró hacia la derecha perdió ante Roberto
Carlos.
López (4): Estuvo demasiado impreciso y no se entendió
con el resto. No explotó su habitual velocidad y tampoco
estuvo acertado en los envíos aéreos. En la única
que llegó con peligro, Cris convirtió contra su arco.
Crespo (5): Estuvo muy encerrado entre los centrales brasileños
y con pocos espacios para desplazarse. En su única oportunidad
para marcar su remate fue desviado por Marcos y pegó en el
palo.
González (6): Demasiado nervioso al comienzo, pero cuando
logró serenarse pudo desequilibrar. Le ganó en el
duelo a Lucio en varias ocasiones y probó bien de media distancia.
Se entendió bien con Gallardo en el final.
Ortega (7): Le cambió la cara al conjunto de Bielsa. Le alcanzó
con un solo tiempo para transformarse en una de las figuras del
partido. Participó en las mejores jugadas y en la asistencia
del primer gol.
Gallardo (6): Otro que jugó poco, pero pudo destacarse. Convirtió
el gol del empate con un preciso cabezazo y combinó bien
con Ortega.
Almeyda (-): Jugó muy pocos minutos.
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