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COMENZARON AYER LAS JORNADAS DE DISCUSION DEL PLAN FENIX
Sin temores a los tabúes económicos

En el marco de la Facultad de Ciencias Económicas, un grupo de economistas de reconocida trayectoria académica debate un plan alternativo al actual modelo. La refinanciación de la deuda con una quita, el cambio del régimen previsional de AFJP y el abandono del tipo de cambio fijo son algunas de las ideas.

Por Claudio Scaletta

“El objetivo de la economía política es el proveer a la subsistencia del pueblo” y “éste es también nuestro objetivo”. La frase del fundador de la economía moderna, Adam Smith, y su aquiescencia con ella fue expresada ayer en la apertura de las jornadas de discusión para elaborar la propuesta del Plan Fénix, en el marco de la Facultad de Ciencias Económicas. El ave mítica que resurge de sus cenizas es, para los economistas que participan en la construcción de la nueva alternativa, la mejor parábola de la realidad argentina actual tras un cuarto de siglo de acérrimo neoliberalismo. La lenta construcción de consensos iniciada a fines de 2000 concluirá hoy con la propuesta final que cuestiona los principales tabúes económicos de la última década: la refinanciación de la deuda con una quita, el cuestionamiento al régimen previsional de AFJP, el abandono del tipo de cambio fijo y la implementación de políticas activas de promoción sectorial.
En el día previo al lanzamiento definitivo del Plan Fénix, el auditorio tenía la calma propia de su ámbito académico. Y aunque se escuchó que “no importa su perfección, no hay plan económico que puede funcionar sin un poder político”, prácticamente no había políticos en el auditorio. Apenas el ministro de Economía de Santa Fe, Carlos Mercier y el ex dirigente agrario Humberto Volando. El predominio era de profesores universitarios y funcionarios de la Facultad de Ciencias Económicas con alguna inquietud de discutir el actual modelo.
“Los dos objetivos esenciales que nos unen son avanzar hacia una mayor equidad, lo que exige una política permanente de inclusión y distribución del ingreso, y el desarrollo económico, es decir aumentar la torta para eliminar los juegos perversos de suma cero”, expresó Jorge Schvarzer en el acto de apertura. “Estos objetivos, necesarios pero no suficientes, han sido criticados y amenazados desde hace 25 años”, agregó. Los efectos son no sólo tres años de estancamiento en los que el producto cayó un 5 por ciento, “una auténtica depresión”, sino una nueva década de virtual estancamiento, con un crecimiento del producto del 3 por ciento en la década, que se reduce a 2 si se considera el ingreso por habitante.
Para salir de esta situación, se afirmó, se necesita refinanciar la deuda externa con una quita. “El Estado no está en condiciones de pagarla”, continuó Schvarzer, “y eso deberían saberlo los acreedores honestos”. Luego, deben recuperarse las políticas activas, tanto en materia monetaria como crediticia. Además, debe protegerse el mercado interno, pero “no como en el pasado, sino como una base para salir hacia el mundo desde el Mercosur”. Básicamente este es el núcleo del Plan Fénix: “queremos decir que hay alternativas a doblegarse al chantaje cotidiano de los mercados financieros”, completó Schvarzer.
El presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, Julio H. Olivera, consideró a su turno que la necesidad de una alternativa al actual modelo “no es una postura ideológica: estatismo contra liberalismo, planificación central versus economía de mercado, sino una cuestión científica susceptible de ser tratada objetivamente”. En aras de un análisis que contribuya “a la dilucidación de la realidad económica argentina y de las posibles alternativas a las políticas económicas tradicionales”, Olivera consideró que “el diagnóstico del Plan Fenix se aparta de las versiones tradicionales acerca de la etiología de la crisis. Su premisa mayor consiste en que el desequilibrio primario es el concerniente a la producción y la ocupación”. Por ello, “la actual depresión no es un retroceso coyuntural, que en virtud de la ley inherente a las oscilaciones cíclicas, haya de ser seguido de manera indefectible por una fase ascendente de la producción y el empleo. No es una alteración transitoria del equilibrio, sino una deficiencia crónica, una debilidadestructural destinada a persistir”, al menos, “mientras la oferta de bienes públicos no alcance el nivel indispensable para la plena utilización de los recursos productivos”, concluyó.
Arturo O’Connell, quien tuvo a su cargo detallar los principales puntos en discusión, sintetizó antes el espíritu general al describir a los economistas ortodoxos: existe “un grupo de practicantes de nuestra profesión que los medios han dado en llamar ‘los economistas’, cuya actitud es de aceptación absoluta de la actual realidad”, explicó. “Aceptación que además, está acompañada por una defensa sin mella de las políticas que se han venido aplicando. Son poseedores también de un elitismo iluminado. Según ellos, todos los que discrepamos somos ignorantes, irresponsables, no hay debate porque la ciencia económica parece haber alcanzado conclusiones incontrovertibles. Todo quienes opinan distinto estaríamos mintiendo o hablando desde la ignorancia”, completó. “Pero acá estamos en la Facultad de Ciencias Económicas mostrando que también hay otros economistas que no son ‘los economistas’ y que creen que se puede hacer algo distinto”, concluyó.
Entre las propuestas enumeradas por O’Connell se destacan:
- Una reconversión productiva que abarque al país entero y donde no haya lugar a expresiones tales como “la inviabilidad de algunas economías regionales.
- Reprogramacióm (con quita incluida) del pago de la deuda del sector público.
- Reconsideración de la “bomba de tiempo” del sistema de jubilaciones privado.
- Desindexación de las tarifas de los servicios públicos que incrementan sus valores por la evolución de la inflación estadounidense.
- Recuperación de la política monetaria a través del abandono del tipo de cambio fijo y flexibilización del sistema bancario.

ABRAHAM GAK, COORDINADOR DE LA CONVOCATORIA
Cómo se diseñó la propuesta

Por C.S.

Abraham Gak es el coordinador de la Cátedra Libre de Desarrollo Humano Leopoldo Portnoy de la Universidad de Buenos Aires, en cuyo ámbito surgió, a fines del año pasado, la inquietud de sumar voluntades y trabajo con miras a la construcción de un programa económico alternativo.
–¿Como surgió la idea de una propuesta económica desde la Universidad?
–Desde la revista Enoikos habíamos decidido hacer un número dedicado al análisis de los problemas centrales de la Argentina. Para ello convocamos a distintas personalidades, entre ellas, al director de la carrera de Economía, Víctor Beker, a Aldo Ferrer, a Julio Olivera. Y buscando cuáles eran los problemas del país, Julio Olivera propuso la construcción de una propuesta alternativa y él mismo la bautizó Plan Fénix. A raíz de ello invité a más economistas y, como es habitual, ellos dijeron que primero debía hacerse un diagnóstico. Olivera se enojó, sostuvo que no era necesario simplemente porque el actual modelo estaba muerto.
–¿Costó lograr acuerdos para un proyecto común entre tantos economistas?
–Primero acordamos comenzar a redactar documentos, que se hicieron circular por correo electrónico. Y desde marzo acordamos reunirnos todas las semanas, cosa que hicimos religiosamente todos los jueves a la mañana. En cada reunión había una parte de presentación de temas. Esto se grababa y un grupo de jóvenes economistas se dedicó a hacer resúmenes para ver dónde estaban los consensos.
–¿Cómo se amplió la lista de participantes?
–Bueno, a medida que surgían las inquietudes íbamos llamando a los expertos. Y aunque no todos venían a todas las reuniones y muchos viajaban al exterior, el correo electrónico fue una herramienta de comunicación importante. Creíamos que éramos alrededor de 100, pero como muchas veces la realidad se encarga de modificar las expectativas, empezamos a recibir propuestas desde distintas universidades del país.
–¿No cree que faltan también economistas de las nuevas camadas?
–Es verdad, es algo que tenemos que cambiar. Pero creo que la presentación de este Plan recibirá una andanada muy dura de los sectores ortodoxos y teníamos que ofrecer un frente muy sólido para salir a enfrentarlos. Esperamos estar en todos los ámbitos de discusión.
–¿Cree que en algún momento tendrá que existir algún tipo de articulación con el poder político?
–Notablemente observo que el poder político hasta ahora, salvo excepciones, no ha participado. Hemos mandado invitaciones prácticamente a todos los legisladores que podían entender esta propuesta, pero no han dado señales. Creo que van a esperar. Todos los cambios al principio provocan miedo.

 

 

 

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