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SUDAFRICA JUGO UNA CARTA FINAL PARA TRATAR DE SALVAR LA CONFERENCIA DE DURBAN
La cumbre del racismo (perdón, contra el racismo)

La lucha de todos contra todos resultaba hasta anoche el único saldo concreto de la cumbre de la ONU contra el racismo que termina hoy en Sudáfrica. Las diferencias dominantes son sobre Israel y la cuestión palestina.

Hasta el último minuto, la Cumbre sobre el racismo que termina hoy en Durban y su texto final –un verdadero campo de batalla– estuvieron sometidos a negociaciones entre posturas que no dejaban de reconocerse como “irreconciliables”. Sudáfrica –en su calidad de país anfitrión– presentó ayer una nueva propuesta que eliminaba el lenguaje anti-israelí con el fin de frenar la retirada europea. Sin embargo, los países árabes -que en un principio la sometieron a examen– anticiparon su rechazo si no se hacían determinadas “enmiendas”, mientras Sudáfrica insistía en que el tiempo se acababa y que la suya era una propuesta del tipo “tómela o déjela”.
La propuesta sudafricana fue el último intento de conciliar posiciones. Se logró tras una noche de idas y vueltas diplomáticas, apremiadas por la amenaza de los países de la Unión Europea de retirarse si se mantenía el primer borrador presentado por los países árabes y musulmanes, en el que se condenaba a Israel por practicar el apartheid, y se equiparaba al sionismo con el racismo. La cumbre, de esta manera, parecía precipitarse al más absoluto de los fracasos, habiendo fallado tanto en promover una posición constructiva para Medio Oriente como en dirimir si la concreción práctica de las condenas al racismo deben operar de ahora hacia adelante -como proponían las naciones occidentales avanzadas– o retroactivamente -con indemnizaciones y reparaciones del Primer Mundo al Africa por su historia de tráfico de esclavos, como proponía Africa–. De hecho, los africanos se quejan del énfasis que los árabes depositaron en la cuestión de Medio Oriente, para no hablar de la hererogénea colección de manifestantes que llevaron a la conferencia una panoplia de temas que fueron rápidamente olvidados.
La solución de compromiso que encontró Sudáfrica para Medio Oriente fue eliminar cualquier acusación contra Israel y, a la vez, expresar la preocupación por el sufrimiento del pueblo palestino bajo la ocupación extranjera, además de subrayar su demanda de un Estado propio. Así, la pirueta con la que se ensayó un acuerdo fue que en vez de la fórmula que igualaba el sionismo con el racismo –que ya había provocado la retirada de las delegaciones israelí y estadounidense el lunes pasado– se condenaba la intolerancia religiosa, en un párrafo inclusivo del antisemitismo: “Con gran pesar, constatamos el aumento del antisemitismo y el antiislamismo en varias partes del mundo, así como el levantamiento de movimientos racistas y violentos que se basan en el racismo y en ideas discriminatorias contra judíos, musulmanes y comunidades árabes”. El texto, además, incorpora una condena al Holocausto y reconoce “el derecho inalienable del pueblo palestino a la autodeterminación y a un Estado independiente y reconocemos el derecho a la seguridad de todos los Estados de la región, incluyendo Israel, y llamamos a todos los Estados a apoyar el proceso de paz para su conclusión rápida”.
“Es una respuesta mínima a nuestras inquietudes. Nadie está plenamente satisfecho, pero cuando uno ve los textos que han circulado antes, éste es un progreso genuino”, dijo el portavoz de la Unión Europea, Koen Vervaeke. En un primer momento, el representante en Sudáfrica de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Suleiman Al Hersee, dijo estar “estudiando el texto”. Más tarde, se anunció su rechazo pero se abrió la posibilidad de “enmendarlo” por lo que las discusiones siguieron aún avanzada la noche a pesar de que las delegaciones europeas adelantaban que la propuesta de compromiso no habilitaba más que “tomarla o dejarla”.
En medio de la indefinición de las últimas horas de ayer, el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, declaró no descartar “la esperanza de obtener un buen resultado”. Y agregó: “Es una lástima que una o dos cuestiones hayan dominado, y que no hayamos podido tener la discusión y el debate equilibrados que hubiéramos deseado”. Por otro lado, el balance de la secretaria general de la Conferencia, Mary Robinson, no dejaba de tener un costado optimista: valoraba que, durante la semana delencuentro, en todo el mundo se haya hablado sobre los temas relacionados al racismo.
A la vez, los distintos delegados dieron a entender que se realizaban avances en la manera de admitir y plantear el otro tema polémico de Durban: el tráfico de esclavos africanos por las antiguas potencias coloniales. Sin embargo, nada estaba dicho aún sobre si las naciones que practicaron la esclavitud deberían pedir disculpas y pagar compensaciones a los países de Africa.

BENJAMIN ORON, EMBAJADOR ISRAELI
“Todo fracasó por los árabes”

Por Mercedes López San Miguel

La Conferencia mundial contra el Racismo en Durban, cuyo inicio estuvo marcado por la retirada de las delegaciones israelíes y norteamericanas, fue “parte de una estrategia política contra Israel para monopolizar la atención en el problema de Medio Oriente”, según enfatizó en diálogo con Página/12, el embajador de Israel, Benjamín Orón.
–¿Quién es el responsable del fracaso de Durban?
–Es quien transformó esta conferencia, que debía ser para tratar los graves problemas de racismo, en un festival antiisraelí y antisemita. Estados Unidos, cuando vio que no había grandes posibilidades de llegar a un texto de consenso, que la conferencia no tenía ninguna razón y no se hablaría de ningún caso en particular y que todo se había transformado en una guerra política –y no en un esfuerzo de un plan de acción de combate al racismo– se retiró de la Conferencia con justa razón. Y para Europa lo mejor fue llegar a un texto consensuado de la declaración final, lo cual no niega la posibilidad que otros países se retiren.
–Precisamente al texto al que se llegó depuró el lenguaje antiisraelí y quitó la acusación a Israel de genocida, pero advirtió sobre el derecho inalienable de los palestinos a la autodeterminación y bregó por la paz en Medio Oriente. ¿Qué opina?
–Todos los textos son de compromiso, con aspectos más o menos negativos. Hay un problema de principio: esta es una conferencia contra el racismo, la xenofobia, etc. Están las Naciones Unidas, la Asamblea General, el Consejo de Seguridad, muchos organismos que tratan los conflictos como el nuestro. En primer lugar, el objetivo de esta conferencia debía haber sido fijar normas universales de cómo combatir los fenómenos terribles de racismo, intolerancia y similares y de allí debía salir un mensaje universal. En segundo lugar, debieron haberse concentrado en aprobar un plan de acción identificando los instrumentos para llevar eso adelante. Se focalizó un sólo conflicto como si no hubiera otros problemas en el mundo.
–¿No era de esperar que se iba a focalizar este tema?
–Supongo que sí, sobre todo, viendo la reunión preparatoria regional -del grupo asiático– en Teherán: muchos países árabes pusieron todo eso de la equiparación sionismo con racismo y demás en el documento original, que no tendría que estar en la declaración y mucho menos en el plan de acción; fue parte de una estrategia política contra Israel para monopolizar la atención de la Conferencia en el problema de Medio Oriente. No fue una sorpresa, principalmente después de Teherán. Pero éstas no eran nuestras expectativas, siendo nosotros auspiciantes de la conferencia, porque creímos que Israel no podía estar ausente.
–¿Durban fue una pulseada a favor de los árabes?
–Se perdió más de la mitad de la conferencia con el conflicto de Medio Oriente y eso provocó una reacción contraria, porque imagino que muchos quieren discutir otros problemas. Todo quedó reducido por el monopolio de los países árabes sobre la agenda de la conferencia.
–¿Cómo podría definir esta III Conferencia contra el Racismo?
–Como lamentable, porque fue la primera conferencia del siglo XIX y en ella se sacó de los diccionarios las peores definiciones sobre Israel y se las aplicó a Medio Oriente; también se relativizaron y banalizaron los conceptos como genocidio o limpieza étnica. Si todo es un genocidio, entonces nada es un genocidio.

 

EMBAJADOR PALESTINO SUHAIL AKEL
�Israel fue condenada�

Por M.L.S.M.

“Si las declaraciones que están en los papeles no se ajustan a la realidad, eso no significa que Israel no sea sinónimo de estado racista”, dijo Suhail Akel, embajador de la Autoridad Palestina en Argentina, en diálogo con Página/12, a propósito de la última propuesta sudafricana de declaración final para la Conferencia contra el Racismo en Durban. Esa propuesta parecía anoche la última posibilidad de evitar el naufragio total de la reunión.
–¿Rechazan el texto reformulado de la Conferencia de Durban que eliminó la acusación a Israel de genocidio?
–Primero que nosotros no comprendemos el motivo por el cual Israel y Estados Unidos se retiraron de la cumbre; en cuanto a la fuerte posición de los organismos no gubernamentales, más de 3000 presentaron un proyecto por demás claro que condena a Israel de racismo, apartheid y de estado fascista, de modo que si esto no se tuvo en cuenta para la declaración final y se intentó suavizar la propuesta, nos parece bien. Israel puede tener la adhesión de Estados Unidos para retirarse y para evitar ser condenado en los papeles de la declaración final; sin embargo, no podrá detener la conciencia de los palestinos ni de los israelíes progresistas que ven en los líderes de Israel una política de ocupación, de apartheid y de limpieza étnica sobre el pueblo palestino. Estamos muy preocupados por el aumento del antisemitismo de Israel, el antisemitismo en contra de los semitas palestinos. Buscamos que el mundo tome conciencia de lo que ocurre. Israel no salió airoso, está condenado en la conciencia de muchos.
–¿Y los árabes sí salen airosos?
–Mire, es la tercera conferencia contra el Racismo que se hace y ha corrido la misma suerte de las anteriores: concientizar al mundo definitivamente a aceptar sus errores por un mundo más digno. Aquellos que esclavizaron deben reparar, del mismo modo deben ser reparados nuestros refugiados palestinos. No podemos seguir con una política VIP, en que algunos tienen derechos y otros no.
–¿Fracasó la conferencia?
–No, porque hubo libre expresión y los que estaban a favor de la impunidad y la ilegalidad se retiraron, lamentablemente. Nosotros hubiésemos querido que se quedaran, pero igualmente el mundo estuvo ahí. La señora Mary Robinson hizo lo posible por continuarla y reclamó seguir. Si las declaraciones no se ajustan a la realidad en los papeles, no significa que Israel no sea sinónimo de estado racista.
–¿Y la actuación de la Unión Europea, que dio un ultimátum en favor de un texto más neutro?
–La UE habló de la condena al sionismo. Nosotros no fuimos a Durban a condenar al sionismo, sino a hablar de racismo de Israel contra nuestro pueblo. El sionismo ya fue condenado por Naciones Unidas el 10 de noviembre de 1975 como una expresión de racismo y de discriminación. La UE en distintas oportunidades ha condenado a Israel de ser un país expansionista y ha citado todas las resoluciones de la ONU que consideran a Israel la potencia ocupante. En estas últimas horas, el representante de la UE, Javier Solana, está haciendo lo posible para que se ponga fin a la violencia y haya una reunión entre Yasser Arafat y Shimon Peres. Es lo que nosotros queremos, que se ponga fin a la ocupación y al terrorismo de estado de Israel.

 

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