Por Raúl Dellatorre
La recesión mundial se vio reflejada en el comercio exterior de la Argentina con un descenso del 5 por ciento de los precios de los productos exportados y del 3 por ciento de los importados. La depresión interna, en tanto, repercutió sobre los volúmenes comprados al exterior, que registraron una variación negativa del 17 por ciento. Como consecuencia de esta evolución y de un aumento del 4 por ciento en los volúmenes exportados, el mes de julio arrojó un saldo positivo de la balanza comercial de 586 millones de dólares, acumulando en los primeros siete meses un resultado superavitario de 2585 millones.
Con todo, la observación de las exportaciones desagregadas por rubro indican el grado de dependencia del país, en materia de divisas, de los productos de escasa elaboración. Los tres principales rubros de exportación en los siete primeros meses del año fueron Cereales (1690 millones de dólares), Residuos y Desperdicios de industria alimentaria (1362 millones) y Petróleo Crudo (1352 millones). Entre los tres, representan el 28 por ciento de las exportaciones totales en el período.
Los cereales son fundamentalmente materia prima para su industrialización en Brasil (compra la tercera parte de las ventas argentinas) y en la Unión Europea. Residuos y desperdicios son productos secundarios de la industria para su consumo como forraje en países europeos, es decir, para ser convertidos en carne y competir con la industria frigorífica local. Finalmente, el petróleo crudo ha dejado de tener como destino principal a Brasil, para ser reemplazado por Chile y España, donde Repsol YPF lo exporta para su procesamiento en sus propias refinerías.
A estos rubros principales de exportación le sigue la industria automotriz (material de transporte terrestre), con 1292 millones de dólares facturados al exterior en siete meses. La suba del 27 por ciento con relación al año pasado se debe, fundamentalmente, a la abrupta caída en las ventas internas, lo que motivó a las terminales a enviar gran parte de su producción local a sus filiales en el continente e incluso a sus casas matrices en Europa, como una suerte de subsidio a las plantas locales para no quedar totalmente inactivas.
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