Por
Juan José Panno
De 4 partidos, Boca no había ganado ninguno y Chacarita no había
perdido ninguno. Boca había marcado sólo 3 goles; Chacarita,
9. Los antecedentes numéricos volaron por el aire, hechos pedazos,
al final del encuentro que Boca ganó por 3 a 1. Claro que los números
también pueden quemarse si se los toma como punto de referencia
de actuaciones y merecimientos. Dicho de otro modo: Boca, que no jugó
bien, venció merecidamente, pero la diferencia de dos goles fue
exagerada.
El partido se coloreó un poco con el golazo de Gaitán (lejos,
lo mejor de la tarde); la volea espectacular de Guillermo, en el cierre;
el fervor de las dos hinchadas y la expectativa que generó la reaparición
de Riquelme. Y empalideció con el pobre arbitraje de Brazenas;
las flojas actuaciones de Schiavi y Martínez; la actitud extremadamente
conservadora de Chacarita; la escasez de situaciones de gol y la sensación
de que no pasaba nada sobrevolando casi todo el tiempo la Bombonera. O
sea: más malas que buenas.
En el primer tiempo, Boca llegó una sola vez y fue un golazo. Gaitán
arrancó por el medio, con un exacto pelotazo para Guillermo, quien
devolvió la sutileza con un toque a la entrada al área;
Gaitán recibió, pasó limpiamente entre los centrales
de Chacarita, encaró a Vivaldo, lo gambeteó muy bien abriéndose
hacia su izquierda y definió con un zurdazo cruzado. El número
17 de Boca, que tiene la desgracia de que es un candidato firme al cachetazo
y es normalmente el blanco de la impaciencia de los hinchas de Boca, se
merecía un gol así, un gol acorde con sus reales posibilidades.
Después, como para justificar a sus críticos implacables,
hizo un penal pavote y polémico que le dio a Chacarita el empate.
Tocando con precisión, tratando de jugar siempre, arriesgando,
redondeó una buena actuación, de lo mejorcito desde que
está en el club azul y oro. El penal mencionado se produjo a poco
del final del primer tiempo; antes, Córdoba había salvado
dos cabezazos de gol, uno de Quinteros y otro de Moreno. ¿Había
sido superior Chacarita? No. Había aprovechado algunos espacios
que le abría un rival más obligado a ir al frente. Parado
con firmeza atrás sin desprender demasiado a laterales y volantes,
el equipo de Chiche Sosa esperaba agazapado y casi le sale bien.
En el segundo tiempo entró Riquelme y ya se sabe la influencia
psicológica que ejerce sobre propios y extraños, pero lo
cierto es que el 10 no jugó bien y dejó claro que le falta
fútbol luego del parate. Boca liquidó el partido no por
Riquelme, ni por ninguno en especial; lo ganó porque acertó
en un cabezazo de Schiavi con ayudín. Y en todo caso, porque siguió
manteniendo una actitud más generosa en la búsqueda del
arco rival. Chacarita, mezquino, recordó a Córdoba cuando
se quedó 12 abajo y entonces, de contra, los de Bianchi pudieron
alargar la diferencia en un jugadón de Jorginho que desperdició
Clemente, y en otra de Clemente (había entrado como 4 bis, como
bombero de Martínez) que se fue cerca. Sobre la hora, Riquelme
empujó a medio mundo y Guillermo pescó una fantástica
media vuelta. El broche, a una semana del Superclásico.
LA
HINCHADA AZUL Y ORO, FELIZ
El
romance con Román
Por
F.M.
Finalmente
se concretó ayer la tan ansiada vuelta del volante Juan Román
Riquelme al primer equipo de Boca, después de casi tres meses de
ausencia, debido a una lesión en su rodilla derecha. Jugó
sólo los últimos 45 minutos y se lo vio extraño a
su juego, con más errores que aciertos, pero su sola presencia
en el campo alcanzó para que sus compañeros sacaran pecho
y se animaran a jugar un poco mejor y para que los defensores de Chacarita
tuvieran una preocupación extra, aunque la resolvieron sin mayores
problemas.
Pasaron 73 días desde el último partido que había
jugado Román, la final de la Copa Libertadores ante el Cruz Azul,
en la Bombonera. Casi tres meses en los que el conjunto de Carlos Bianchi
no ganó ni un partido; sumó dos derrotas y cuatro empates.
Y ayer volvió Román, y volvió el triunfo. Aunque
la entrada del volante, que fue recibido por un interminable aplauso de
los hinchas locales, no fue decisiva en el resultado, ya que no aportó
demasiada claridad en la ofensiva. Falto de fútbol y no del todo
bien físicamente, el talentoso volante, a cuyas espaldas se montó
la marca de Rivero, fue apenas un bosquejo de sí mismo, un dibujo
incierto, aunque claramente esperanzador, sobre todo si se piensa en lo
que el equipo tiene aún por delante: Cerro Porteño el miércoles,
por la Copa Mercosur, y el próximo domingo el Superclásico
con River, nada menos.
Está claro que Bianchi no exigirá a Riquelme a disputar
estos próximos dos encuentros completos. La idea es que el volante
continúe sumando unos minutos más ante los paraguayos y
que llegue lo mejor posible frente a River, ya que un triunfo en el Monumental
ante el puntero al menos compensaría en algo el flojísimo
comienzo de Boca en este Apertura.
Su actuación fue correcta para un jugador que hacía
dos meses y medio que no jugaba. Pienso que tuvo bastante actividad a
pesar de la marca, y que se desenvolvió bastante bien, dijo
Bianchi sobre la vuelta de Román.
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