El australiano Lleyton Hewitt ganó el primer torneo de Grand Slam de su carrera al conquistar el Abierto de tenis de Estados Unidos venciendo por 7-6 (7-4), 6-1 y 6-1 al estadounidense Pete Sampras. Hewitt fue muy superior ante un rival que acusó el esfuerzo de haber jugado la semifinal el día anterior, y logró su cuarto triunfo ante Sampras en su primera aparición en una final de Grand Slam.
“Es increíble, soñé con este momento, jugar una final de Grand Slam y ganarla. Le agradezco a la gente por el respaldo en esta semana. Le pegué a la pelota bien y fui mejorando con cada partido”, dijo Hewitt tras celebrar su triunfo en casi 2 horas acostándose de espaldas sobre el cemento de la cancha central de Flushing Meadows.
Para rematar el festejo arrojó la muñequera a la tribuna, saludó a su entrenador Darren Cahill y besó a su novia, la jugadora belga Kim Clijsters.
“Lleyton es increíble, el muchacho es tan rápido... Esas piernas, quisiera tener algo de esas piernas”, dijo Sampras ante la sonrisa de Hewitt y la mirada melancólica de su esposa, Bridgette Wilson. “Perdí ante un gran campeón, un gran jugador demasiado bueno hoy”, agregó con total caballerosidad.
Hewitt llega a la cima con 20 años, en una escalada prodigiosa desde su aparición en el circuito en enero de 1998, cuando ganó el torneo de Adelaida con 16 años en su segunda entrada en el cuadro principal de un torneo del circuito mayor. La clave del partido fue el primer set. Allí se dieron dos hechos decisivos: Sampras perdió –en el primer game del partido– su saque tras 87 juegos consecutivos sin cederlo, y 40 minutos después cedía su cuarto tie break en 16 jugados desde Wimbledon. Dos golpes muy duros para el delicado edificio sobre el que se apoyaba la estructura del juego de Sampras.
El contraste de las vestimentas entre ambos jugadores era notorio. Sampras, de inmaculado blanco como si jugara en Wimbledon. Hewitt, con la gorra invertida en su cabeza, pantalones negros y camiseta roja con una raya amarilla en la espalda. El contraste en el juego también fue notable.
Pese a que Sampras recuperó el servicio perdido al quebrar en el segundo game en cero el de Hewitt, su inseguridad con el saque, donde no alcanzó ni el 60 por ciento de efectividad con el primer servicio, lo perjudicaría a lo largo del partido. Cuando el estadounidense, tras recuperarse de un 0-3 para igualar en tres, cedió el tie break en 7-4 tras 47 minutos de juego, el partido quedó prácticamente cerrado. No sólo porque Sampras parecía ausente, un fantasma en relación con el del resto del torneo, sino también porque Hewitt comenzó a tornarse casi infalible. Sus últimos 13 games fueron de fábula: sólo tres errores no forzados.

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