Por
Felipe Yapur
Están
todos nominados para la Justicia, gritó Soledad Silveyra
con los brazos en alto desde un banco y estallaron los gritos y aplausos
de las más de quinientas personas que se apretujaban frente a la
actriz y candidata a diputada por el ARI. A su lado, Elisa Carrió
sonreía mientras repartía cientos de besos y respondía
ante los pedidos de trabajo que nosotros no prometemos nada. Sólo
les digo que no votaremos jamás contra los pobres. Ocurrió
en la villa Carlos Gardel de Haedo, partido de Morón, hasta donde
llegaron los candidatos del ARI, un barrio que según los
lugareños nunca es visitado por políticos.
Durante el trayecto hacia Haedo, en la camioneta que transportaba a Carrió
y a alguno de sus candidatos se respiraba buen humor. La líder
del ARI señalaba a Silveyra y le decía a sus acompañantes:
Ella es la culpable de que yo tuviera que pintarme. Con Solita no
se puede salir con la cara lavada. La actriz y conductora de TV
sólo atinaba a sonreír.
En la villa, ya se encontraban los candidatos bonaerenses a diputado Ariel
Basteiro, Mario Cafiero, Jorge Giles y el postulante a senador, Jorge
Barracchia. Alrededor de ellos, una nube de hombre, mujeres, niños
y niñas esperaban a las caras más famosas del ARI. Mirá
toda esta gente, se sorprendió Silveyra cuando vio la muchedumbre
que corría hacia ellas. Son divinos, alcanzó
a decir Carrió cuando se escuchó el golpe de los chicos
y grandes contra los vidrios de la camioneta.
La actriz sorprendió a todos, incluso a sus propios compañeros,
cuando prácticamente se zambulló sobre la gente. Silveyra
está de campaña y lo demostró con una palabra que
repetía a cada una de la personas que se le acercaba: Ayúdenos.
La villa
El agua corre por los pasillos de la villa. El perfume que despide no
es de los más agradables. En muchas de las casillas se vende algo,
pan, golosinas, una moto, una bicicleta, pero no se ve a nadie comprando.
Una clara muestra de pobreza y desempleo.
Carrió y sus candidatos caminan por estos angostos pasillos. De
todos lados, gente llega corriendo hasta ellos. Los chicos, los más
entusiasmados, al principio piden plata, una moneda, un patacón.
Pero de repente todo cambia, alguien grita que tenía un autógrafo
de Silveyra, la de Gran Hermano. A partir de ese
momento, el trozo de cualquier papel se transformó en un objeto
preciado, apenas un poco más valioso que una lapicera.
Las preferencias estaban bien definidas. Los movileros de las radio FM
locales se dedicaron a acosar a Carrió. Esta no dejaba de responder
sobre el futuro la reunión que el presidente Fernando de la Rúa
mantuvo con Raúl Alfonsín: No me interesa el encuentro,
ni lo que puedan decir, afirmó para luego referirse a la
convocatoria a la unidad nacional: Es la unidad de los que se robaron
el país y acá está la unidad del pueblo, advirtió.
De repente, las preguntas se interrumpieron. Carrió estalla en
una carcajada cuando escucha que un niño le grita a otro: ¡Vení,
ahí está la gorda de Gran Cuñado!,
en referencia a una parodia a políticos que realizaba el programa
El Show de VideoMatch.
Los más jóvenes y las mujeres, en cambio, se agolpaban alrededor
de Silveyra. Todos querían estar
con ella. Una jovencita lucha por acercarse, con las manos se hace espacio
hasta que llega a Solita, le da un beso, la actriz la mira, le sonríe
y espera que la adolescente hable. La jovencita se anima y con la manos
unidas en rezo, le suplica: Por favor, te ruego, te suplico, que
no se vaya Pablo, le dice refiriéndose a uno de los participantes
del reality show que conduce la actriz, que sin dejar de reír,
le acaricia la cara y responde: Mi amor, yo no decido eso, perdoname.
La chiquilina asiente resignada pero aprovecha y le pide un autógrafo.
El pasillo por donde venían desemboca en un pequeño descampado
que hace las veces de plaza y/o canchita de fútbol. En la otra
punta, desde la puerta de la capilla Virgen de la Asunción, se
escucha a todo volumen cumbia villera. A parar, a la comisaría,
dice la canción y Solita se transforma. Comienza a moverse, a bailar
y los demás le siguen el paso.
Nominados
Carrió ríe, pero también está seria. Su rostro
es una rara mezcla de sensaciones. Luego contará que la penurias
que la gente le relata la agobiaron y por eso pidió permiso para
ingresar a la capilla. Adentro lloró mientras unas mujeres le acariciaban
la cabeza. Ramona Lucero, de 73 años, le agradece que haya llegado
hasta el barrio: Somos gente muy ignorada. Usted nos da fuerza.
Una de las mujeres le abre paso a Ani, una de las monjas del Sagrado Corazón
que trabajan en la villa, se sienta al lado de Carrió, la consuela
y le dice la admira: Me encanta su valentía, es tan frontal.
Siga adelante. Lilita se seca las lágrimas, le agradece y
se levanta.
Afuera, Solita anuncia que la radical disidente va a hablar. Micrófono
en mano, la actriz organiza, pide silencio y arenga a la gente desde arriba
de un banco: Acá no importa Gran Hermano, hay
un país que se está viniendo abajo, y lo que importa es
la palabra de Carrió. Es la palabra de una mujer que está
tratando que todos puedan vivir en un mundo mejor. Gracias Carrió,
dijo. Mientras la gente la aplaudía, Basteiro le comenta a Jorge
Rivas: Esta mina es una fiera. No sólo anima, también
baja línea.
Lilita fue directo al grano: Lo que ustedes tienen que saber es
que se vienen momentos aún más difíciles. Pero este
grupo de diputados y senadores tiene el compromiso de garantizar las cuatro
certezas que necesita cualquier persona: casa, comida, trabajo y que sus
hijos tengan educación. Les advirtió que el ARI no
tiene dinero, somos pobres, pero la verdad y la justicia van a triunfar.
Vivimos una etapa de máxima oscuridad, de angustia. Es como un
parto. Sentiremos mucho dolor, pero les aseguro que va a nacer un nuevo
pueblo, con mayor igualdad.
Cuando todo terminó y mientras regresaban en la combi a la Capital
Federal, Lilita le preguntó a Silveyra cómo la había
pasado: Fantástico, me encantó, respondió
la actriz.
Los
malabares para conseguir dinero
Por
F. Y.
Por
estas horas, dos son los temas que tienen preocupados a los integrantes
del ARI, el partido que lidera Elisa Carrió. Por un lado
está el financiamiento de la campaña y, por el otro,
la instalación de los candidatos cuya intención de
votos crece cuando aparecen al lado de Carrió. Ambos temas
están íntimamente relacionados.
Conseguir dinero para la campaña no es un tema menor en el
ARI, sobre todo si su conductora amenazó con expulsar al
candidato que reciba dinero de empresas. Ayer, poco antes de partir
hacia la villa Carlos Gardel de Haedo, éste fue el principal
tema de conversación. Por ahora, y para conseguir dinero
para pagar la impresión de las boletas, se decidió
realizar una megacena. Soledad Silveyra se comprometió a
conseguir artistas, músicos y el local. No perdió
tiempo, mientras viajaba llamó a diferentes gremios y empresarios
propietarios de estadios. Fue directamente al grano, confesó
que el ARI no tiene dinero y les pidió que les cedieran los
predios. Dicen que hay al menos dos que le dieron un sí.
La caminata también sirvió para que ya no hubiera
dudas sobre el problema que es la instalación de los candidatos
del ARI. Ayer, mientras la gente se agolpaba alrededor de Carrió
y Silveyra, el resto de los candidatos bonaerenses se desplazaban
sin dificultad entre la multitud. Nadie los reconocía como
tal.
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