Por
Sarah Boseley *
Desde Londres
Trece
de las principales publicaciones médicas del mundo lanzan hoy un
ataque abierto contra los ricos y poderosos laboratorios, acusándolos
de distorsionar los resultados de la investigación científica
en busca de ganancias. The Lancet, el New England Journal of Medicine,
el Journal of the American Medical Association y otras importantes revistas
acusan a los gigantes de los medicamentos de usar su dinero o amenazar
con retirarlo- para atar a los investigadores académicos a contratos
que les impiden informar con libertad y exactitud sobre los resultados
de las pruebas de drogas.
Los científicos, a menudo de universidades con problemas presupuestarios,
pueden ver cortado su acceso a los datos crudos reunidos en la experiencia,
que les dirían hasta qué punto está funcionando la
droga y si hay efectos secundarios. Pueden quedar fuera del diseño
de la investigación y pueden tener sólo una participación
limitada en la interpretación de los resultados.
Estos términos son draconianos para científicos que
se respeten, pero muchos los aceptaron porque saben que si no lo hacen,
el sponsor encontrará alguien más que lo hará. Y,
desgraciadamente, aún cuando un investigador tenga una intervención
sustancial en el diseño de la experiencia y la interpretación
de los datos, los resultados del estudio pueden ser sepultados antes que
publicados si son desfavorables para el producto del sponsor, dice
el comentario, que será publicado esta semana en 12 de los periódicos.
El British Medical Journal incluirá un editorial separado con el
mismo mensaje.
Los editores dicen que el estudio producido para ser publicado puede ser
distorsionado en pro de los intereses de la empresa farmacéutica,
que espera obtener grandes ganancias de una nueva droga. También
signifca una traición hacia el paciente, que ha aceptado tomar
parte en lo que él o ella cree es una investigación para
ayudar a encontrar nuevos y mejores tratamientos para una enfermedad.
Richard Horton, editor de The Lancet, dice que pretenden iniciar un debate
sobre aquello que se les dice a los pacientes cuando firman el consentimiento
para intervenir en un estudio. El paciente debería saber
quién está en control del estudio. ¿Es usted mi
doctor o el científico que lleva adelante el estudio quien
lo controla o es el laboratorio? Nunca se les dice nada por el estilo.
Actualmente, el consentimiento informado del paciente es un invento.
Los científicos académicos no tienen muchas opciones y terminan
aceptando las restricciones impuestas sobre ellos, dijo, porque saben
que de otra forma los fondos que necesitan para la experimentación
irán al creciente número de organizaciones privadas de investigación.
Estas organizaciones el año pasado en Estados Unidos recibieron
el 60 por ciento de las becas de investigación que otorgan las
compañías farmacéuticas.
Cuando el laboratorio controla las pruebas, la información recogida
y la elaboración del estudio, dice Horton, la investigación
será presentada para favorecer el producto que hace esa compañía.
Creo que esto sucede todo el tiempo, sin duda en la mayoría de
los estudios que involucran nuevas drogas. Para el laboratorio, estamos
hablando de su ganancia. Hay un choque de intereses.
Los editores pedirán a todos los autores que den a conocer datos
sobre su propio rol y el del laboratorio que financia el estudio. Algunos
editores reclamarán una declaración firmada de los autores
de que aceptan la responsabilidad de la experiencia. Si la compañía
tiene el control total de los datos, los journals no publicarán
los estudios.
* The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
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