Por
Suzanne Goldenberg *
Desde Jerusalén
Un
hombre de mediana edad de Galilea fue el primer árabe-israelí
en llevar a cabo un ataque suicida. Ocurrió ayer, en un día
de atentados, explosiones, tiroteos y represalias desde helicópteros
artillados. La ciudadanía del kamikaze confrontó a Israel
con la perspectiva futura de librar una guerra contra un enemigo que lleva
dentro. Siete personas murieron en tres ataques separados por menos de
12 horas, una secuencia de hechos de fuego y sangre que resulta vertiginosa
aun si se tienen en cuenta los estándares de la Intifada.
En el más mortal de los ataques, un kamikaze se hizo volar a sí
mismo por los aires. Estaba cerca de un andén al aire libre en
una estación de trenes en la ciudad norteña y costera de
Nahariya, y explotó precisamente en el momento en que el tren llegaba
de Tel Aviv: mató a tres israelíes e hirió a varias
decenas. Estaba parado cerca, y oí una gran explosión.
Me llevó un minuto recuperar la conciencia, y entonces vi por todas
partes los vidrios que habían estallado y gente que corría
como loca, declaró un testigo a la televisión israelí.
La gente gritaba y estaba histérica, resumió.
La radio y televisión israelí dijo que el autor del atentado
suicida era Mohammed Shaqir Habishi, de 55 años y padre de seis,
habitante de la ciudad galilea de Kafr Abu Snein. El ataque podría
significar que un nuevo frente se ha abierto, el que enfrentaría
a Israel contra un enemigo interior: el millón de árabes
israelíes que son ciudadanos del Estado hebreo. El hecho también
parece demostrar que la propuesta de crear zonas paragolpes
en Cisjordania, donde se prohibiría el acceso a los palestinos,
no es una solución efectiva. Ayer el gabinete de seguridad de Sharon
admitió que habría aprobado una resolución en ese
sentido.
Trece árabe-israelíes murieron por disparos de la policía
antidisturbios israelí durante las protestas que convulsionaron
Galilea al comienzo de la actual intifada. Desde entonces, los árabes
israelíes se han mantenido distantes del levantamiento de los palestinos
en Gaza y Cisjordania. Sin embargo, funcionarios israelíes vienen
advirtiendo desde hace semanas que grupos militantes palestinos, como
Hamas y Jihad Islámica, están reclutando adeptos en las
ciudades del norte de Israel, capitalizando el resentimiento local por
la discriminación y el descuido a que fueron sometidos por sucesivos
gobiernos israelíes. Funcionarios de inteligencia israelíes
reconocieron que habían estado buscando a Habishi, descrito como
un militante de Hamas, durante 10 días.
Las tablas de sangre del día se abrieron temprano en la mañana,
cuando un jeep se adelantó a una combi que transportaba a maestros
israelíes que iban a una escuela en una colonia judía en
el valle del Jordán, en el perímetro oriental de Cisjordania.
Desde el jeep, abrieron fuego con un rifle automático. El conductor
y una profesora murieron, y tres otros fueron heridos.
Dos horas más tarde, Habishi explotó en el norte de Israel,
clavando en las carnes de la multitud que bajaba del tren de Tel Aviv
los clavos y fragmentos de metal propulsados por su bomba personal. Apenas
habían terminado las represalias con que los helicópteros
artillados israelíes respondieron a ese ataque siete misiles
lanzados contra dos oficinas de la organización Fatah de Yasser
Arafat y otro ataque en Jericó, cuando llegaron las noticias
de una segunda explosión dentro de los límites del Estado
hebreo.
Los testigos dijeron que un Peugeot rojo explotó al lado de un
semáforo en la encrucijada de Beit Lid cerca de la ciudad costera
de Netanya, incinerando al conductor y a cuatro vehículos, incluido
un ómnibus: 11 personas resultaron heridas. Según la policía,
el kamikaze se dirigía auna parada de ómnibus frecuentada
por soldados israelíes, pero su carga de explosivos habría
sido activado prematuramente.
La oleada de violencia al comienzo de la semana laborable en Israel profundizó
la sensación de asedio mientras el premier, Ariel Sharon, reunió
a su gabinete de seguridad para decidir las propuestas del ejército
de crear áreas de amortiguación en Cisjordania,
y decidir más represalias.
No hubo ningún reclamo inmediato de responsabilidad por la explosión
en Beit Jala, pero la rama militar de Hamas reclamó la explosión
de Nahariya y su rival Jihad Islámica dijo que había llevado
a cabo la emboscada en la ruta del Valle del Jordán. Un vocero
israelí cuestionó el valor de más conversaciones
con los palestinos (ver nota aparte). ¿Cuál es el
sentido de tales charlas cuando Arafat habla sobre la paz y después
se da vuelta para instigar actividades terroristas? Esto es lo que pasó
hoy, dijo Raanan Gissin, un vocero de Sharon. ¿Qué
es lo que quiere este hombre? ¿Quiere la paz, o quiere continuar
liderando una coalición de grupos terroristas y reinar sobre un
reino de terror?, concluyó. Desde la ciudad cisjordana de
Ramalá, un comunicado de la oficina de Arafat en la Autoridad Palestina
decía que condenaba todas las operaciones que eligen como
blancos a civiles israelíes y palestinos.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
LOS
INTENTOS DE NEGOCIACION
Palabras
bajo el fuego
No
hay duda de que la reunión entre (el líder palestino) Yasser
Arafat y (el canciller israelí) Shimon Peres tendrá lugar
esta semana. Las palabras del portavoz del enviado europeo para
Medio Oriente, Miguel Angel Morantinos, pretenden conjurar el peligro
que representan los hechos de ayer para la cumbre que se ha prometido
varias veces y nunca se realizó. El diario New York Times y un
alto funcionario de Arabia Saudita informaron que había otra cumbre
en puerta entre el líder palestino Yasser Arafat, el premier israelí
Ariel Sharon y el presidente norteamericano George Bush. La asesora de
la Casa Blanca en Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, dijo que aún
no hay nada en concreto. Los contactos diplomáticos se acentuaron
ayer ante la posibilidad de que se cerraran las puertas para la entrevista
Arafat-Peres, a realizarse en Egipto. En cuanto a la otra cumbre, la de
Arafat, Bush y Sharon, podría tener lugar a fines de este mes en
la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. Por ahora, nada por aquí,
nada por allá.
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