Samuray
Por
Antonio Dal Masetto
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Estoy preocupado por mi tendencia a decir lo que pienso sin meditarlo
antes. Las palabras se me caen de la boca, no lo puedo evitar. Me pasa
todo el tiempo, con el portero, con los vecinos, con cualquiera que me
presenten. Es una incontinencia que me trae problemas porque, obviamente,
hay cosas de sí mismo que nadie quiere escuchar. Da la casualidad
de que recibo una tarjeta del licenciado Almayer anunciando la apertura
de su Academia de Técnica Samuray Decir y No Decir. Voy a verlo
y le explico.
La suya es una adicción como cualquier otra, se cura me
dice Almayer. Para nuestro curso hemos adaptado el Harakure, el
breviario del samuray, y también el Bushido, que es el camino del
guerrero. La mayor virtud del samuray es prever, adivinar y anticipar
el movimiento del otro. Por lo tanto, como le resultará fácil
deducir, la vida del samuray está basada en el ocultamiento. Lo
primero que usted debe instalar en el centro de su cerebro es esta idea:
La verdad es mi enemiga.
Voy a esforzarme por conseguirlo.
Ahí tiene a uno de nuestros alumnos sentado en la posición
del loto. Ahora el maestro lo someterá a una prueba. Preste atención.
Usted se quedó con un vuelto acusa el maestro.
Le juro que no, maestro dice el alumno, se me habrá
caído, debo tener un agujero en el bolsillo.
¿Agujero? En la cabeza le voy a hacer un agujero grita
el maestro mientras lo sacude con una vara de bambú.
¿Por qué le pega? pregunto.
Se equivocó. Debió contestar: ¿vuelto?, ¿qué
es un vuelto?, nunca vi un vuelto en mi vida, nunca oí esa palabra,
la desconozco, ¿qué quiere decir vuelto?, ¿a qué
lengua pertenece?
¿No le está dando demasiado duro con el bambú?
El rigor forja el carácter. Un samuray tiene que estar siempre
listo, nunca se sabe en qué momento le tocará reprimir un
ataque. Veamos ese otro alumno.
Lo acuso de intentar seducir a mi esposa acusa el maestro.
Le juro que no, jamás pondría los ojos en la esposa
de mi maestro se defiende el alumno.
El maestro lo muele a palos con la vara de bambú.
Otro error me explica Almayer. El alumno debió
decir: Maestro, eso es imposible, cómo voy a tratar de seducir
a su mujer si a mí me gustan los hombres.
Creo que voy entendiendo el mecanismo.
Ahora le mostraré el video de una diputada egresada de nuestra
academia. Tendrá oportunidad de ver a una verdadera samuray en
acción. En la primera parte del video le preguntan si ella cobra
una jubilación de privilegio además de su sueldo. Ahí
va la respuesta. Obviamente, ella dice que no. Observe la expresión,
la mirada, la elección de las palabras y la firmeza al negar, que
es donde se demuestra el temple de un samuray. ¿Qué le pareció?
Impecable, me convenció absolutamente, lo dejó fuera
de combate al preguntón. Tengo una duda, ¿qué pasa
si a una lo pescan in fraganti en medio de una mentira bien gorda?
Justamente a eso quería llegar. Acá viene la segunda
parte del video con nuestra egresada de honor. De nuevo el entrevistador:
En la entrevista anterior usted me aseguró que no cobraba
una jubilación de privilegio y esto que tengo en la mano es su
última liquidación por 5000 pesos.
¿Y ahora?, ¿cómo se sale de ésa?
Una auténtica samuray es indestructible. Fíjese la
serenidad, en este momento nuestra laureada está conectada directamente
con el Buda. Observe el contraataque. El Buda habla a través de
su boca. Me sé de memoria larespuesta, permítame que la
repita con ella: La verdad, señor, es que por más
que lo piense no sé por qué le dije eso. Por más
que le dé vueltas y le dé vueltas no sé por qué
se lo dije. Como comprenderá fue sin querer y me hago cargo de
mi error. Pero no hubo intención. Y lo invito a recordar que en
la vida lo que vale es la intención. Y además también
lo invito a reflexionar que no hay nadie en este mundo, ya sea que pertenezca
al pasado, al presente y por consiguiente también al futuro, que
merezca menos confianza y sea más peligroso que aquel que jamás
ha cometido un error.
Más que contundente digo, me gustó el
ejemplo, ¿cuándo empiezo el curso?
Mañana puede empezar. Mientras tanto no se haga promesas
a largo plazo. Sólo propóngase no decir la verdad durante
las próximas 24 horas. El resto viene por añadidura.
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