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PERREN DECLARO POR LOS ROBOS A DESAPARECIDOS
El negocio de la represión

El capitán de navío (R) Jorge Perrén fue llevado a declarar ante el juez Claudio Bonadío en la causa por �desapoderamiento de bienes�.

Por Susana Viau

Ayer a las 8.30 fue trasladado al juzgado federal Claudio Bonadío el capitán de navío (retirado) Jorge Enrique Perrén para declarar en el marco de la causa que investiga el desapoderamiento de bienes del empresario mendocino Victorio Cerutti, el contador Horacio Palma y el abogado Conrado Higinio Gómez. Perrén asumió la responsabilidad del secuestro de “Gabriel”, seudónimo del entonces jefe del área de finanzas de Montoneros y actual periodista Juan Gasparini. Perren afirmó que “Gabriel” tenía el grado de “oficial segundo” de la organización, lo que equivalía al de general de brigada o contraalmirante en la nomenclatura del ejército y la marina. Dada su importancia, agregó, resolvió que su detención fuera practicada por un alto oficial y la misión le tocó al teniente de navío Juan Carlos Rolón. Respecto de las preguntas referidas a aspectos más concretos de la investigación, Perrén respondió sistemáticamente “no me acuerdo”.
La precisión de Perrén acerca de la importancia del rol de Gasparini (“Gabriel”) en la estructura de la organización y la necesidad de emplear para ello personal de alta jerarquía, entraría en colisión con el texto de la presentación que elevara por escrito a Bonadío. Allí Perrén sostenía que los Grupos de Tareas estaban integrados por oficiales jóvenes y de baja graduación y ellos estuvieron bajo su mando entre 1976 y 1977, cuando Perren se desempeñaba como jefe de Operaciones de la Unidad de Tareas 3.3.2. El oficial, que se presentó el viernes, luego de que el jueves Bonadío impartiera contra él una orden de detención, parece dispuesto a desmarcarse de la actitud asumida por quien fuera conducción de la Armada. Para eso, su estrategia apunta a aceptar las responsabilidades derivadas de su condición de jefe y, al mismo tiempo, desligarse de las acciones de pillaje y latrocinio que no han prescripto y dieron lugar a la investigación de la Justicia federal.
No obstante, fue Rolón el primero en recordar que las actividades que se le imputan estaban inscriptas en decisiones tomadas por la cadena de mandos. Al igual que Perrén, al ser llevado ante el magistrado se había mostrado ofuscado por las preguntas relativas al desapoderamiento de bienes de desaparecidos, en tanto reivindicó el rol jugado en la represión a la guerrilla. Con posterioridad, Rolón fue sometido a un careo con Marcelo Camilo Hernández, uno de los sobrevivientes de la Escuela de Mecánica de la Armada. Sin embargo, el ex miembro del Grupo de Tareas de la ESMA se negó a dialogar con su víctima, aunque admitió que a Montoneros le fue incautada una elevadísisma cantidad de dinero y que esa suma fue llevada a la casa del entonces director de la Escuela de Mecánica, almirante Rubén Jacinto Chamorro.
Con Perrén son ya seis los marinos detenidos y sospechados de conformar una asociación ilícita destinada a despojar de sus bienes y mediante coacción a las personas secuestradas. Excepto Perrén y Rolón, en líneas generales el resto de los imputados parece haber adoptado una estrategia común, incluido su antiguo jefe el ex almirante Emilio Eduardo Massera. La línea esbozada por los defensores apunta a denunciar que éstos son objeto de una conspiración alentada por quienes formaron parte de las organizaciones armadas. Pero no son sólo militares los involucrados en la investigación: también están detenidos el cuidador de caballos Aldo Maver (que tuvo en su poder los caballos de carrera robados al abogado Gómez) y el escribano Arnaldo Dardano, que legalizó esos traspasos. Bonadío solicitó, además, el desafuero de la jueza en contencioso administrativo federal Emilia Marta García, para esas fechas empleada de la escribanía de Ariel Sosa Moliné y síndico y accionista de las sociedades creadas por Massera para apropiarse de 25 valiosas hectáreas en Chacras de Coria que pertenecían a Cerutti, Palma y Gómez.

 

 

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