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Por Raúl Kollmann
 Pocas son las cosas que están claras sobre el múltiple ataque de ayer. En principio, el arma fueron los aviones mismos, sin explosivos, que mataron a la mayoría de la gente, primero por el impacto, enseguida por la explosión del combustible, pero fundamentalmente por el derrumbe de los edificios. Según creen los especialistas, la existencia de suicidas al mando del aparato pone el 90 por ciento de las sospechas en el campo islámico, pero esto habla de algo muy vasto: palestinos, egipcios, afganos, seguidores del millonario saudí Osama Bin Laden y otras variantes, pero tal vez la más probable es la de un grupo islámico norteamericano. Hay sectas islámicas en Estados Unidos que tienen posturas antinorteamericanas y antiisraelíes aún más duros que los que activan en la zona del conflicto y tienen antecedentes de haber participado en atentados. El otro diez por ciento de las posibilidades �siempre en el terreno de las hipótesis que manejan los expertos� apunta a racistas o militaristas blancos, del estilo de los que armaron el atentado contra el edificio federal de Oklahoma. No hay antecedentes de que un grupo de esas características haya dispuesto de suicidas, pero últimamente esas organizaciones han crecido en su grado de fanatismo.
El arma
El comandante retirado de la Gendarmería, Osvaldo Laborda, quien actuó como experto en los dos atentados ocurridos en la Argentina, evaluó que por el efecto que se pudo ver en los edificios de las Torres Gemelas y en el Pentágono, el único arma que se utilizó fueron los propios aviones. Laborda sostiene que �no se advierten signos de utilización de explosivos. Por el color de la explosión y las llamas, todo indica que se trató del propio combustible de los aparatos. Pero esa explosión no fue determinante en los atentados, lo fundamental resultaron los derrumbes que produjeron�.
En una palabra, el daño fue producido sucesivamente de esta forma:
 Por el impacto de los aviones.
Por la explosión del combustible, unos 90.000 litros los Boeing 767 y unos 42.000 los 757.
Por el incendio y el humo que produjo el combustible.
Por el impresionante derrumbe de unos 30 pisos de las torres. El impacto de los aviones produjo una fractura en la columna vertebral de los edificios, haciendo que en pocos minutos se vinieran abajo. Este efecto ya se produjo en el atentado contra la AMIA, cuando la bomba cercenó las columnas de la mutual judía y la mayor parte de las víctimas murieron por el derrumbe.
La forma
La clave de todo el operativo fue que los terroristas accedieron a los aviones.
Utilizaron vuelos de cabotaje, que tienen menos controles.
Se concentraron en vuelos que pasaban cerca de Nueva York, de manera que el desvío no fuera de horas sino de apenas unos minutos, imposibilitando cualquier maniobra de defensa. Los aparatos que se incrustaron en las Torres Gemelas salieron de Boston y se desviaron casi enseguida. Los controladores aéreos por supuesto notaron el movimiento pero no hicieron nada. Incluso se resolvió anoche abrir una investigación después que se comprobó que no atinaron a nada aún con el desvío del segundo avión, es decir cuando ya se sabía que el primero se había incrustado en una de las torres.
Según el comandante Laborda, no es demasiado eficiente el sistema de control del ingreso a aviones en los vuelos de cabotaje ni existe una tecnología del todo adecuada para detectar punzones o cuchillos, que de acuerdo a la periodista de la CNN que viajaban en el avión que se estrelló contra el Pentágono, era la única arma que llevaban. Hay alguna chance de que para meter alguna pistola en los aviones, los terroristas hayan tenido el respaldo de alguna célula dormida.
Según coinciden los especialistas consultados por este diario, lo más probable es que los pilotos hayan sido asesinados después de las primeras maniobra de vuelo. En su lugar se habrían sentado al comando los terroristas suicidas con un mínimo entrenamiento. Aunque parezca increíble, según el cálculo realizado por un comodoro de la fuerza aérea, con un mes de práctica, un terrorista estaría en condiciones de pilotear el avión hasta las Torres Gemelas, ya que no se trata de maniobras complicadas por cuanto no hay que despegar ni aterrizar.
Poca gente
En este punto los especialistas no se ponen de acuerdo. Algunos hablan de que necesitaron, al menos, 30 terroristas bien entrenados para completar toda la operación. Otros creen que la cifra podría estar en la mitad, 15. La idea es que se necesitaron tres, cuatro o cinco efectivos para asaltar cada uno de los aviones y, además, equipos que hicieron la inteligencia y la coordinación. A ello hay que agregar toda la logística que incluye viviendas, vehículos, viajes y financiación.
Quién
Este es obviamente el gran interrogante para todos los investigadores. La existencia de unos 10 o 15 suicidas apunta hacia lo islámico ya que ese tipo de organización ha sido la única que los ha utilizado.
Sin embargo, esta primera definición abre otros interrogantes.
Podrían ser palestinos o libaneses. Las organizaciones como Hamas o la Jihad Islámica han utilizado suicidas, especialmente en el último año.
Los seguidores de Osana Bin Laden, aunque no hay pruebas categóricas de que haya contado con suicidas. En los dos atentados contra embajadas norteamericanas en Africa, en Kenya y Tanzania, no se pudo comprobar la presencia de hombres que se inmolaran. Tampoco en el último ataque contra el barco el USS Cole, en Sudán, se pudo verificar que haya actuado un suicida. Desde el punto de vista de sus objetivos, tal vez sea el primer sospechoso, porque siempre actuó contra blancos norteamericanos y hay versiones que indican que hace unas semanas habló de un ataque como el ocurrido ayer.
Los hermanos musulmanes u otros grupos. Fueron los que participaron de anteriores ataques y podrían haber actuado también esta vez.
Grupos islámicos norteamericanos. Es una de las hipótesis a la que más apuntan los especialistas. En el anterior ataque contra las Torres Gemelas, en 1993, actuó un grupo que encabezaba en el terreno espiritual un clérigo ciego, Abdel Rahmán. Un grupo similar fue detenido y condenado a cadena perpetua por planear un múltiple atentado que incluía el edificio de la ONU y el túnel que une Manhattan con Brooklyn. En ambos casos, se mencionó la participación de un experto en explosivos o de un cerebro que dió los toques definitivos, pero todo estuvo en manos de grupos islámicos norteamericanos.
Por último, no se puede descartar, aunque es la variante menos probable, a los racistas o militaristas blancos, del estilo de los que perpetraron el atentado contra Oklahoma.
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