Por Carlos Escudé *
�Un lugar peligroso�
|
A partir de este momento el mundo es un lugar mucho más peligroso. La posibilidad de que se realizaran atentados de esta magnitud fue oficialmente reconocida por el gobierno norteamericano desde la orden ejecutiva librada por el presidente Clinton en 1994, pidiéndole al Congreso poderes especiales para enfrentar este tipo de problemas. A partir de ese momento, todos los años en el aniversario de la emisión de esa orden ejecutiva la Casa Blanca envía una carta al Congreso que fue aceptada renovando los poderes especiales y además de eso ampliándolos. En 1999 Clinton dijo que era prácticamente seguro que en los próximos años un acto terrorista de gran magnitud se produciría en territorio norteamericano, y pidió al Congreso unos tres mil millones de dólares más para intentar prevenir este tipo de fricción. Motivos no faltan: la proliferación de organización de actividades terroristas, de su atomización, al aumento de su capacidad logística y de su poder destructivo �mediante la adquisición de armas de destrucción masiva� y lo peor, cómo controlarlo, lo que es casi imposible sin instaurar limitaciones a las libertades, al movimiento de personas, totalmente contrarias al espíritu de la democracia liberal norteamericano occidental. Estados Unidos ahora presenta enormes disyuntivas, a nivel externo e interno: en un caso, si no contraataca a los presuntos responsables esto va a ser considerado como debilidad, y va a sufrir más atentados, pero si contraataca posiblemente genere también una reacción en cadena de ataques. Además, aunque todavía no se sabe quién es el responsable de lo que ha ocurrido, sabemos que grupos violentos de las más diferentes orientaciones y motivaciones festejan aunque ellos no hayan sido quienes cometieron el atentado. Es decir, fundamentalistas islámicos lo más sospechosos, tienen poco que ver con los terroristas palestinos también violentos que responden a una reivindicación territorial más que a un fundamentalismo de tipo religioso. No obstante ello, frente al ataque a un común enemigo, Estados Unidos, se nutren mutuamente, de modo que ingresamos a un período muy peligroso, porque Estados Unidos no tiene más remedio que contraatacar, pero ese contraataque significaría más violencia. A nivel interno, esto es una derechización de la opinión pública norteamericana y un gobierno de derecha como el actual seguramente aprovechará esto a ambos niveles. Si lo de ayer se repite, vamos a terminar con un Estados Unidos menos libre, porque este tipo de violencia no se puede controlar. El futuro es muy oscuro y la Argentina es parte, ya fue víctima de grandes atentados en la década del noventa, es decir, nadie está protegido en el mundo actual. Nos conviene ser sólidos aliados de quienes tienen algunas herramientas más que nosotros para defender al mundo libre.
* Especialista en Relaciones Internacionales. |
|