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III festival internacional
 de buenos aires

PHILIP GLASS SE DESTACA EN LA PROGRAMACION MUSICAL 
Un artista de la repetición

 

Por Diego Fischerman

La actuación de la Banda de Casamientos y Funerales de Goran Bregovic abrirá hoy la programación musical del Tercer Festival de Buenos Aires. Las otras atracciones serán el saxofonista alemán Roger Henschel, quien actuará junto al Auryn Quartet, y el compositor Philip Glass, quien presentará en vivo su música para acompañar la proyección de Drácula. Compuesta originalmente para el Kronos Quartet, esta nueva versión que incluye teclados (tocados por el propio Glass y Eleanor Sandresky), flauta, clarinete, mezcla de sonidos en vivo, saxo, piccolo y clarinete bajo, será interpretada el próximo sábado 22, a las 20.30, en el Teatro Colón. La ejecución será simultánea con la proyección del film de Tod Browning que Bela Lugosi protagonizó en 1931.
Despreciado por el ambiente de la música clásica, apenas defendido por intérpretes como el violinista Gidon Kremer (que grabó su Concierto para violín y orquesta y lo toca frecuentemente en concierto) y recién hace poco aceptado en algunos cotos como el Festival de Salzburgo, que estrenó su última sinfonía �hasta el momento� en la edición 1999, Philip Glass gozó en cambio de un reconocimiento temprano por parte de un público más cercano al pop. Sin embargo, no fueron muchos los contactos de este autor con la música popular, si se exceptúa una canción que escribió para Patti Smith. Estudiante de violín a los seis años y de flauta a partir de los ocho, el camino del pope de esa versión ultratonal y regular hasta la exasperación del minimalismo estadounidense, tuvo que ver, como el de muchos de su generación, primero con la Julliard (donde fue alumno de Darius Milhaud entre otros) y luego con la peregrinación a las clases parisinas de Nadia Boulanger. Autor de la música de Koyaanisqatsi (un film producido por Francis Ford Coppola) y de Low Symphony (una supuesta sinfonía escrita sobre temas de Brian Eno y David Bowie para el disco Low), Glass escribió varias bandas de sonido para películas (Mishima, The Blue Thin Line) y, junto a Bob Wilson (el director teatral con quien suele colaborar), una ópera de cinco horas de duración llamada Einstein on the Beach. 
Su música para el Drácula de Browning fue el primer paso de una línea que continuó con La bella y la bestia de Jean Cocteau. �La partitura de Drácula �comentaba Glass a la revista especializada Le Monde de la Musique� deriva de los diálogos de Bela Lugosi. Cuando volví a ver esta película, antes de componer la obra, los movimientos en escena me recordaron las puestas de Wilson. De hecho, me imaginé la película como una nueva obra de Bob. Como si fuera una obra inacabada que yo debía completar.� Reacio a la definición de minimalista y, mucho más, a la de compositor tonal, Philip Glass caracteriza su estilo actual como �más cercano a la politonalidad, tal como fue desarrollada en los años �30 y �40 del siglo XX por músicos como Milhaud (mi profesor) y Arthur Honegger que, a su vez, hacía referencia a los polifonistas medievales�.
Con respecto a la repetición, uno de los sellos de su obra, Glass dice: �Es un error creer que funciona a la manera de un mantra, como muchos sostienen. El mantra es el sonido mismo. La repetición concierne a los sentidos. Se trata, como para Gertrude Stein, de descubrir la naturaleza misma del lenguaje, no la naturaleza del sonido. Es totalmente otra búsqueda. La repetición es una cuestión de estructura, es algo que tiene que ver más con el Samuel Beckett de Comédie (1963) que con cualquier mantra�. 

 

 

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