Por
Richard Norton-Taylor,
Ewen MacAskill y Ian Black
Desde Londres y Bruselas
Estados
Unidos ha abierto consultas con Gran Bretaña y sus demás
aliados occidentales para armar una cruzada contra el terrorismo islámico
tras los ataques a Nueva York y Washington en los que murieron miles de
personas. Por primera vez en sus 52 años de historia, la Organización
para el Tratado del Atlántico Norte invocó el artículo
5 de su carta, que establece que un ataque contra cualquiera de sus Estados
miembros puede ser considerado un ataque contra todos. Esto implica la
posibilidad de un apoyo europeo automático para cualquier acción
de represalia que decidiera emprender Estados Unidos.
La OTAN
está diseñando un plan de emergencia para un ataque conjunto
contra Afganistán. Si es que realmente aparecen pruebas, como se
está anticipando, de que el millonario saudí Bin Laden y
su grupo están por detrás de los ataques. El histórico
anuncio desde la sede de la OTAN en Bruselas llegó entre informaciones
de que el blanco de uno de los aviones secuestrados era la Casa Blanca
y el avión personal del presidente Bush, Air Force One. Tenemos
información creíble de que ambos (Casa Blanca y avión)
eran los blancos de los terroristas, y de que el avión que impactó
en el Pentágono podría haberse dirigido a la Casa Blanca,
dijo Sean McCormack, vocero del Consejo de Seguridad Nacional del presidente
Bush.
El régimen talibán en Afganistán se verá sometido
a una presión cada vez más intensa por parte de Washington
para que entregue a Bin Laden o enfrente las consecuencias. La reacción
inicial de los talibanes fue rehusarse a extraditarlo.
En los planes de contingencia que se preparaban, una invasión requeriría
decenas de miles de tropas de tierra: el equivalente a la escala de la
fuerza desplegada en Kosovo. Esta era la información que fuentes
de la OTAN manejaban ayer por la noche. Esta fuerza, que llevaría
semanas reunir, no excluía la posibilidad de ataques misilísticos
iniciales, dijeron las mismas fuentes.
Ya en la mañana el presidente Bush había advertido a los
norteamericanos que ellos debían enfrentar una larga y dura lucha
contra el enemigo terrorista, y ya en ese momento había dado pistas
acerca de una operación internacional. Cualquier ofensiva multinacional
requeriría casi seguramente fuerzas británicas, que ahora
están preparándose para un gran ejercicio y despliegue en
Omán. También requeriría del activo apoyo de Rusia,
añadieron las fuerzas. Pero los países de la OTAN se muestran
muy confiados de asegurarlo.
Bush conversó con el premier británico Tony Blair durante
el día, y con otros líderes europeos, e insistió
en que no incurriría en ninguna reacción refleja de la que
hubiera que arrepentirse luego. Blair y Bush estuvieron de acuerdo en
que lo vital es avanzar de forma coordinada hacia esa acción unida.
Fuentes de inteligencia desde la norteamericana CIA al británico
MI6, y a fuentes francesas, alemanas, rusas e israelíes eran
ayer unánimes en apuntar como sospechosos número 1 a los
partidarios de Osama Bin Laden. Sin embargo, todas las fuentes también
coincidían en algo: en que no tenían la prueba de que fuera
así.
Para la vasta coalición que espera formar, Estados Unidos aspira
a un gran apoyo de la ONU. El Consejo de Seguridad, en una resolución
aprobada ayer por unanimidad, se manifestó decidido a combatir
con todos los medios disponibles actos terroristas como amenaza a la paz
internacional y la seguridad. El secretario general de las Naciones
Unidas, Kofi Annan, y los 15 miembros del Consejo de Seguridad condenaron
nuevamente al máximo los espantosos ataques terroristas
de ayer y expresaron sus debidos pésames. El 56 período
de sesiones de la Asamblea General comenzó ayer con un minuto de
silencio en memoria de las víctimas de los atentados terroristas.
La asamblea, en la que tiene voto cada uno de sus 189 miembros, tendría
que haber sido inaugurada el martes, pero fue suspendida después
de que el edificio de las Naciones Unidas fuera evacuado. EstadosUnidos
aspira, por una vez, a tener un amplio apoyo también en este recinto.
Claves
-
En su primer mensaje de ayer, el presidente norteamericano George
W. Bush calificó de actos de guerra los atentados.
- La respuesta militar está siendo preparada en el contexto
de una gran coalición, en la que EE.UU. incluye a la OTAN y
en la que aspira a incluir a naciones islámicas.
- La OTAN reunida en Bruselas invocó ayer por primera vez en
sus 52 años de historia el artículo 5 de su carta, según
el cual una agresión contra uno de sus miembros es una agresión
contra todos. Esto podría obligar a Europa a solidarizarse
casi automáticamente con cualquier acción de
represalia norteamericana.
- El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas votó por unanimidad
una condena a los atentados, y EE.UU. espera aun el apoyo de la Asamblea
General. |
COMO
BUSCARA ESTADOS UNIDOS AL TERRORISTA Nº 1
Como
una aguja en un pajar
Por
Rory McCarthy
y Ewan MacAskill
Desde Islamabad y Londres
Estados
Unidos tiene satélites espía sobre el Océano Indico
que son capaces de proveer imágenes de Afganistán tan detalladas
que pueden identificar colillas de cigarrillos. Pero, pese a toda su tecnología,
Estados Unidos ha sido incapaz durante cinco años de encontrar
al hombre que se encuentra al tope de la lista de Buscados,
Osama Bin Laden. Incluso antes de los ataques del martes, Osama Bin Laden
había sido acusado por más de 500 asesinatos. El FBI ofreció
una recompensa de cinco millones de dólares por su captura, pero
el hombre ha demostrado ser elusivo.
El líder
del movimiento terrorista al-Qaida rara vez duerme en el mismo lugar por
dos noches seguidas, tanto de acuerdo con sus partidarios como con fuentes
de inteligencia. En una práctica común entre gente que se
encuentra en la clandestinidad, sus custodios eligen dos o tres lugares
posibles para cada noche, y la decisión final se toma en el último
minuto. En meses recientes, se ha dicho que Bin Laden estaba en Jalalabad,
en el este de Afganistán, Kandahar en el centro y en las montañas
de Hindu Kush en el norte de Kandahar. Sus apariciones públicas
son escasas, pero estuvo en Kandahar para un casamiento en enero.
Osama Bin Laden tiene campos de entrenamiento en todo Afganistán
para árabes que quieren combatir con los talibanes de línea
dura que gobiernan Afganistán o preparar acciones contra Estados
Unidos. Fuentes de inteligencia confirman que reciben diariamente imágenes
de esos campos, pero que él prefiere evitarlos, porque son un blanco
demasiado obvio. Aun si estuviera en un campo, los satélites no
podrían detectarlo, dado que no pueden registrar lo que ocurre
dentro de edificios, carpas y cuevas.
Las limitaciones de los satélites se pusieron de manifiesto después
del ataque contra las embajadas norteamericanas en Africa Oriental cuando
Bill Clinton ordenó el disparo de misiles de crucero contra un
campamento en la localidad de Kost en 1998. Bin Laden no estaba allí.
Estados Unidos pensó que lo había arrinconado cuando una
llamada realizada por Bin Laden fue interceptada por uno de los satélites
del Océano Indico, pero se pasó a la acción demasiado
tarde. Aunque desde entonces ha vuelto a comunicar sus mensajes por escrito,
no ha dejado de usar teléfonos satelitales: este mismo año
concedió una entrevista telefónica a un periodista paquistaní.
Una alternativa a los misiles de crucero empleados en 1998 sería
el aterrizaje de un escuadrón de captura a bordo de un helicóptero,
pero esto se enfrentaría con el mismo problema de localizarlo.
Y Bin Laden está muy custodiado, lo que plantea la perspectiva
de fuertes bajas norteamericanas. Estados Unidos quedó alarmado
por el fracaso de una incursión similar en 1980, cuando Jimmy Carter
envió helicópteros para rescatar a norteamericanos rehenes
en Irán. El terreno montañoso de Afganistán sería
mucho más difícil de penetrar, y los países vecinos
no colaborarían alegremente.
Peter Bergen, un periodista basado en Washington que conoció a
Bin Laden y está escribiendo un libro sobre el saudita y su red
terrorista, dice que Estados Unidos no tiene ningún problema
en matar a Bin Laden, pero encontrarlo es increíblemente difícil.
Es un país enorme, y puede estar en cualquier parte. Necesitan
inteligencia en tiempo real, pero no tienen espías dentro de la
organización. Tienen gente que ha dejado la organización,
y por lo tanto su conocimiento efectivo de ella termina en 1998. Es información
vieja. La recompensa no sirve, porque esta gente no se mueve por el dinero.
La única ruta posible es si los talibanes están lo suficientemente
aterrados por lo que pasó como para entregarlo. Pero por el momento
tienen a los talibanes de su lado.
La influencia internacional sobre los talibanes es mínima, como
lo demostró su rechazo en febrero a aceptar los pedidos contra
la destrucción de las gigantescas estatuas de Buda en Bamiyan.
Las sanciones impuestas por la ONU a los talibanes para forzar la entrega
de Bin Ladenendurecieron las actitudes en Kabul. Bin Laden, que heredó
casi 300 millones de dólares de la empresa de construcción
de su padre, financia las operaciones militares de los talibanes.
Al menos 3000 árabes han ido a Afganistán para combatir
junto a los talibanes, la mayoría de ellos en la brigada
055 financiada por Bin Laden. Estados Unidos ha estado presionando
a Pakistán, uno de los sólo tres países que reconocen
al gobierno talibán, para que use su influencia, pero esto ha fallado
hasta ahora.
Todos
los hombres y todos los planes que escucha el presidente
Por
Julian Borger
Desde Washington
George
W. Bush enfrentó ayer lo que puede resultar el giro decisivo de
su presidencia, a sólo ocho meses de llegar a la Casa Blanca. Debía
sopesar las difíciles opciones que ahora enfrenta Estados Unidos
tras los devastadores atentados terroristas del martes. En su mensaje,
predijo una larga batalla contra el terrorismo enemigo de la nación,
pero se detuvo antes de dar cualquier sugestión precisa sobre el
tiempo y el modo de la represalia. Y fue claro: los atentados son
actos de guerra. El secretario de Estado Colin Powell también
calificó los atentados como un acto de guerra y dijo que Estados
Unidos responderá como en una guerra. Esa posición
es compartida por nueve de cada diez estadounidenses, según una
encuesta publicada ayer por el Washington Post y la televisión
ABC.
La capacidad
de liderazgo de Bush fue el foco de los ataques de la oposición
durante la campaña presidencial y durante los primeros meses de
su presidencia. Pero desde del momento en que el primer avión impactó
contra el World Trade Center, el examen al que está siendo sometido
el líder del mundo libre se ha vuelto más intenso.
Apenas comenzaron los ataques, el presidente fue instantáneamente
secuestrado por el servicio secreto, que siguió protocolos
de contingencia secretos, establecidos para la seguridad en tiempos de
guerra. Fue llevado a una base militar en Louisiana y de ahí al
comando estratégico de la Fuerza Aérea en Nebraska, antes
de que las preocupaciones políticas se impusieran por sobre las
ansiedades por su seguridad. Por eso, volvió a Washington para
enfatizar la posición de su gobierno: que todo estaba bajo control.
En contraste con su trabajólico predecesor Bill Clinton, que se
había ganado la reputación de trabajar durante toda la noche,
Bush trató de proyectar la imagen de una calma que nada podía
turbar. Su vocero Ari Fleischer dijo ayer a los periodistas que el martes,
después de dirigirse a las ocho y media de la noche a la teleaudiencia
nacional, Bush se reunió por una hora con su consejo de Seguridad
Nacional, para poder retirarse pronto a la sección residencial
de la Casa Blanca. Después, explicó Fleischer, el presidente
consultó con su padre ex presidente que también hubo
de enfrentar una guerra nacional, pero después de eso no
recibió ninguna otra información reservada en el curso de
la noche.
El presidente se levantó ayer a las seis, y una hora más
tarde ya estaba reunido con su asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza
Rice. Mantuvo conversaciones telefónicas con el premier británico
Tony Blair y con el de Canadá Jean Chrétien, a quien le
agradeció que hubiese permitido que se desviaran a suelo canadiense
los aviones dirigidos a Estados Unidos. A las nueve y media se reunió
con el equipo completo de Seguridad Nacional, incluyendo al director de
la CIA George Tenet, y al jefe del Estado Mayor Conjunto, general Henry
Shelton. Aquí recibió el presidente el último informe
de inteligencia. Fleischer no dejó de informar que el presidente
abrió la reunión con una plegaria.
El primer mensaje de Bush en el día fue pronunciado inmediatamente
después a esa reunión. El presidente, que exhibe un busto
de Winston Churchill en su oficina, procuró adoptar el tono del
ex premier conservador británico, y advirtió a su país
que por delante todavía queda un largo combate. Si lo comparamos
con su modelo de la Segunda Guerra Mundial, Bush está en una posición
más fuerte, pero políticamente más compleja. Su enemigo,
a diferencia del Reich alemán, se esconde en las sombras,
como él mismo dijo ayer.
Por la tarde, con la cara sombría, Bush observó los considerables
daños causados en la fachada oeste del Pentágono por el
choque de un Boeing 757 cargado de gasolina, y estrechó las manos
de soldados, bomberos y otro personal que trabajaba en el rescate de las
víctimas. Ver esto me hace sentir triste, pero también
me hace sentir furioso, dijo el presidente.
Nuestro país, sin embargo, no se dejará intimidar
por terroristas, concluyó. Soldados y bomberos desplegaron
sobre el techo del Pentágono unaenorme bandera estadounidense,
provocando aplausos de la gente que miraba, que espontáneamente
comenzaron a cantar Dios bendiga a los Estados Unidos.
Aunque las primeras pistas reveladas ayer parecían confirmar la
sospecha de que Osama Bin Laden estaba involucrado en el atentado, no
estaba claro en absoluto qué represalias podía intentar
en concreto la Administración Bush, atenaceada entre las demandas
públicas de justicia y la naturaleza escurridiza de su enemigo.
Si se encuentra que Bin Laden fue el autor intelectual de los ataques,
las opciones abiertas al presidente se extienden desde una intervención
militar en gran escala en el extremo más violento del espectro
hasta mayores medidas de seguridad combinadas con presión diplomática
creciente en el extremo de mayor serenidad.
Cada opción involucra riesgos significativos:
1 Desplegar tropas en Afganistán y otros escenarios para matar
o capturar a Bin Laden y a su estado mayor. Si tuviera éxito, una
misión de estas características sería el modo más
efectivo de enfrentar la amenaza inmediata y de acabar con ella.
El riesgo, casi inevitable, es que produciría bajas norteamericanas.
2Atacar con misiles los campamentos de entrenamiento de los presuntos
terroristas, se encuentren donde se encuentren. Este tipo de represalia,
favorecido por la anterior administración de Bill Clinton, no produce
bajas, pero es una respuesta inadecuada para un blanco móvil.
3Intensificar la presión sobre el régimen talibán
de Afganistán, para intentar sacar a Bin Laden de su santuario,
al mismo tiempo que se trataría de endurecer las defensas antiterroristas
y de aumentar el espionaje en el interior de las líneas terroristas.
Esta podría resultar en suma la solución más práctica
y aun la más efectiva, pero corre el riesgo de parecer muy blanda
a los ojos de la opinión pública norteamericana.
Bush enfrenta estas opciones muy consciente de que su mandato es frágil
y de que el Partido Republicano depende de él para posicionarse
de la mejor manera antes de las elecciones legislativas de 2002. Hasta
ahora, tomó todas las precauciones para que el Congreso fuera debidamente
informado por las agencias federales, y ayer por la mañana se encontró
con los líderes de ambas cámaras.
Hasta ahora, Bush siempre se enorgulleció de elegir personalidades
fuertes como asesores y de su buena disposición para delegar en
ellos sus responsabilidades. Esta vez, sin embargo, los distintos miembros
de su círculo inmediato van a proponerle cursos de acción
distintos e inclusive contrarios. Esta vez tendrá que decidir,
y su presidencia será juzgada, retrospectivamente, por las decisiones
que tome.
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