Página/12
en Francia
Por
Eduardo Febbro
Desde París
Al día siguiente de los atentados contra el World Trade Center
y el Pentágono la prensa y los expertos europeos coincidían
en señalar el surgimiento de un nuevo tipo de guerra que, debido
a su carácter inédito, acarreará una respuesta distinta
a la que los Estados se plantearon hasta hoy. François Heisbourg,
director de la Fundación para la Investigación Estratégica
(FRS), ve en los atentados de martes el nacimiento del hiperterrorismo.
Estos atentados demuestran la extrema vulnerabilidad de las sociedades
desarrolladas y democráticas frente a ese tipo de acciones. Todos
los Estados modernos y todos los ciudadanos deberán volver a pensar
los arbitrajes existentes entre la democracia y la seguridad. El horror
del nuevo Pearl Harbor marca un cambio de época. Lamentablemente
no será por algo mejor.
La segunda temática que evocan los analistas europeos es la identidad
de quienes organizaron las acciones. Para Jean-François Daguzan,
otro miembro de la FRS, uno de los elementos esenciales que deben retenerse
luego de los atentados es el hecho de que EE.UU. no fue atacado
por un Estado sino por una nebulosa. Por primera vez en la historia, una
organización que no pertenece a un Estado fue capaz de jugar el
mismo papel que un Estado soberano. Según Daguzan, esta particularidad
plantea la cuestión de la nueva forma que revisten los conflictos
y la manera en que se evalúa la amenaza en el mundo de la post
Guerra Fría. Como otros especialistas en estrategia, Daguzan
señala la doble responsabilidad de Afganistán y de la red
del terrorista Osama Bin Laden en lo ocurrido el martes en Nueva York.
Sin embargo, el experto acota que si EE.UU. elige castigar al conjunto
de las organizaciones y los Estados implicados con Bin Laden, el problema
va a consistir en la elección de los blancos y en la dosis
del castigo. No se puede excluir que en el cálculo de los agresores
está el deseo de que los norteamericanos lancen represalias masivas
e indiscriminadas capaces de provocar una rebelión generalizada
en el mundo musulmán. A este respecto, Página/12 dialogó
en París con Jean-Luc Marret, autor del libro Las técnicas
del terrorismo, quien analiza las razones que conducen a tantas fuentes
a afirmar que el autor intelectual de los atentados es el
terrorista Osama Bin Laden.
¿Qué permite hoy asegurar que Bin Laden está
detrás de los atentados en EE.UU. y no ciertos movimientos palestinos,
libaneses, libios, sirios o iraníes?
Entre muchas cosas, es el montaje en forma de red lo que hace pensar
que se trata de la nebulosa que envuelve a Osama Bin Laden. Hay que recordar
que hace poco Bin Laden declaró al diario Al-Quds Al Atabii que
pensaba lanzar ataques contra EE.UU. En segundo lugar, si se recuerda
bien, el atentado que en 1993 tuvo como objetivo al mismo World Trade
Center fue perpetrado por Ramzi Yussef, un personaje ligado a Bin Laden.
Ya en aquella época Ramzi quería hacer volar las dos torres.
También hay que señalar que en el seno de la organización
de Bin Laden las personas que la integran pertenecen a muchos países
distintos, e incluso hay miembros que tienen la nacionalidad norteamericana.
Usted recordará que Bin Laden pidió en repetidas oportunidades
la liberación de Ramzi. Por lo pronto, es preciso reconocer que
el montaje de una serie de atentados como los del martes requiere medios
importantes y gente muy bien instalada en el territorio norteamericano
como para conocer y ser capaces de burlar los sistemas de vigilancia de
los aeropuertos.
¿Qué lleva a excluir la hipótesis de la implicación
palestina?
La logística necesaria para llevar a cabo un ataque de ese
envergadura en el territorio norteamericano es enorme. Hacen falta medios
y una organización con los que los palestinos no cuentan hoy. Además,
en un plano estrictamente político, la causa palestina es algo
aceptado por todo el mundo y un atentado semejante no podría sino
restarle crédito y legitimidad.
Un atentado semejante parece cambiar la lógica con la que
el mundo funcionó hasta hoy. Esto implica acaso que todos los servicios
especiales occidentales se equivocaron en sus estrategias y análisis.
Lo que ocurrió fue que allí donde los especialistas
esperaban ataques con armas químicas y nucleares, el operativo
perpetrado en EE.UU. se hizo con simples aviones. La paradoja radica en
que las armas cambiaron pero no como se pensaba. En todo caso, el terrorismo
cumplió con su objetivo, que es la elaboración de acciones
cada vez más violentas, la búsqueda de objetivos tan simbólicos
como espectaculares.
EN
SU TRILOGIA ORDENES EJECUTIVAS
Tom
Clancy anticipó la operación
Por
F. Peregil y R. Salcedo
Desde Madrid
La
tan repetida frase de que la realidad supera a la ficción tuvo
ocasión el martes para ser repetida de nuevo. Tom Clancy, en su
trilogía Ordenes ejecutivas, publicada en EE.UU. en 1996, osó
maquinar una trama en la que un piloto suicida embestía su Boeing
747 contra el Capitolio de Washington. En su novela, un grupo de extremistas
islámicos organiza una operación a gran escala contra la
población estadounidense. Y eso lo lleva a coincidencias escalofriantes
con las situaciones vividas el martes cuando uno de los aviones se incrustó
en una de las torres: Lo más angustioso era ver que decenas
de ambulancias no podían hacer más que aguardar al pie de
los vehículos con las camillas plegadas....
Clancy también se anticipó a la desinformación que
siguió a las primeras horas de la catástrofe: La cifra
final de muertos va a ser enorme, Dan. Mucho peor que en lo de Oklahoma.
He mandado llamar a todos los forenses. Con semejante tragedia, tendremos
que identificar a muchísimas personas con el ADN. Y... ¡para
qué te cuento! Los de la tele no dejan de preguntarnos cómo
es posible que las Fuerzas Aéreas hayan permitido que ocurra algo
así.
Clancy también describió al detalle todo el marasmo de medios
de comunicación que siguió al desastre: Las mismas
palabras y las mismas imágenes inundaban ahora el mundo, retransmitidas
por los satélites a más de mil millones de telespectadores,
que seguían el informativo o que, alertados por la radio, habían
cambiado de canal para ver lo que era el telediario de la tarde en unos
Estados y el de la noche en otros. Era un hecho histórico. Nadie
podía dejar de ver aquellas imágenes.
En la novela, el suicida es el propio piloto, quien se las apaña
para pasar todos los controles de las autoridades aéreas. ¿Cómo?
Clancy lo explica: ...El avión despegó del aeropuerto
internacional de Vancouver -contestó Murray consultando sus notas.
El piloto hizo registrar un plan de vuelo falso, con destino al aeropuerto
londinense de Heathrow. Se dirigió al este y salió del espacio
aéreo canadiense a las 7.51, hora local. Todo ello es muy rutinario.
Suponemos que siguió alejándose de territorio canadiense
durante un rato, y que luego invirtió el rumbo y se dirigió
al sudeste, hacia el distrito de Columbia. A partir de ahí, burló
las torres de control.
¿Cómo?
No es difícil. Se hizo pasar por un vuelo charter de
la KLM con destino a Orlando. Luego, comunicó que tenía
una emergencia....
Hasta ahí las coincidencias. En su trilogía de 700 páginas
cada volumen, los terroristas consiguen asesinar al presidente y a su
familia. Será el nuevo presidente, encarnado en el cine por Harrison
Ford, quien consiga que los terroristas no contagien el virus Ebola a
miles de estadounidenses, tal como habían planificado.
|