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Los gobernadores gritan por la coparticipación para negociarla

Gobernadores de la Alianza y del PJ exigieron al Gobierno el del piso garantizado de la coparticipación, a la vez de su parte del impuesto a las transacciones financieras. Se abre así la negociación.

Por Cledis Candelaresi

Un multitudinario cónclave de gobernadores oficialistas y de la oposición le exigió ayer al gobierno nacional mediante un documento que coparticipe la recaudación del Impuesto a las Transferencias Financieras y que respete a rajatabla el compromiso de girar todos los meses al interior los 1364 millones en concepto de coparticipación. Para fundar este doble reclamo, unos y otros agitaron el fantasma de un eventual “estallido social” y la “ingobernabilidad” que convulsionaría a las provincias si se las fuerza a un nuevo ajuste. En la intimidad, sin embargo, todos descuentan que éste es inevitable y que tendrán que resignar alguna de aquellas aspiraciones.
En rigor, lo que los gobernadores pretenden es sentar a Domingo Cavallo a negociar ya un acuerdo, evitando que el ministro disponga recortes unilaterales en los giros a las provincias. Jujuy y La Pampa ya acudieron a la Corte Suprema de Justicia para exigir presuntos atrasos en algunas remesas de fondos, deuda que ayer economía admitió en 200 millones para todas las jurisdicciones –algo menos de lo que el conjunto de éstas pretenden– y otras amenazan imitarlas. Todo forma parte del juego negociador.
A instancias de los diputados aliancistas, se postergó para tratar con una “preferencia” el miércoles que viene un proyecto de ley que impone al Gobierno respetar la suma fija del último acuerdo federal y, al mismo tiempo, coparticipar la recaudación del impuesto al cheque, iniciativa que debía votarse ayer. A pesar de las protestas por esa demora que formuló en el recinto el puntano Luis Lasquiños –mano derecha del justicialista Adolfo Rodríguez Saa–, el PJ sabe que estos siete días servirán para negociar con Economía algún acuerdo que acote las potestades de la Nación.
La voluntad de frenar a Cavallo unificó ayer las voluntades de mandatarios de distinta extracción política, entre los que se encontraba el jefe de Gobierno porteño. La presencia del frepasista Aníbal Ibarra es, tal vez, uno de los datos políticos más notables y quizás se explique también por el especial interés que tiene la Ciudad de Buenos Aires en aumentar su cuota de coparticipación cuando se discuta una nueva ley.
A pesar de su condición de oficialista, el gobernador del Chaco, Angel Rozas, no tuvo pruritos en explicar porqué los mandatarios defienden cuanto pueden cada peso. “No estamos en condiciones de aceptar ningún recorte porque esto puede generar un escenario de ingobernabilidad y problemas sociales”, sentenció. Desde la oposición, el gobernador de San Luis, Rodriguez Saa, hizo el coro: “No es una cuestión de partidos políticos. Es el interés de las provincias en evitar un estallido social”. Pero los gobernadores saben que la ley de Déficit Cero, que ellos mismos apoyaron, hace ineludible que el ajuste se extienda de algún modo al interior, y descuentan que alguna cosa tendrán que resignar. En particular si aspiran a que Economía auxilie a las que están más endeudadas.
Si la recaudación cae –hipótesis bastante razonable en este contexto–, a las provincias les vendría muy bien tener una suma fija mensual garantizada, que desvincule su suerte de aquella caída. Sin embargo, parece más atractiva la idea de echar mano del impuesto al cheque, algo que Cavallo les propuso hacer.
En el caso que las provincias tuvieran participación de este gravamen, podrían repartirse todos los meses más de 200 millones de pesos y compensar, además, cierta desventaja técnica actual. Como la recaudación del impuesto al cheque se computa a cuenta de IVA y Ganancias, tributos coparticipables, hay una especie de transferencia a la Nación.
La clave de esta pulseada, sin embargo, está en el proyecto de ley de Coparticipación Federal que, según el jefe de gabinete, Chrystian Colombo, tendría estado parlamentario antes de fin de año. Esta iniciativa promete poner en revisión no sólo cómo se reparten entre Nación y provincias y, éstas entre sí, los actuales impuestos, sino qué tipo de tributos cobrarán uno y otro en el futuro, incluida la Ciudad de Buenos Aires.

 

 

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