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�Estados Unidos necesita países islámicos en la coalición bélica�

Página/12
en Gran Bretaña
Por Marcelo Justo
Desde Londres

“Hay algunos objetos de ataque que una coalición apoyaría, mientras que otros serían intolerables. Acá podemos ver todo tipo de contradicciones: entre los países islámicos y los occidentales, entre los europeos y los estadounidenses, y dentro mismo de Estados Unidos, entre el ala dura y el ala diplomática. Los grandes temas de discusión serán la velocidad con que se reaccionará a este hecho y la magnitud de la reacción.” Director del prestigioso Center for International Studies de la Universidad de Cambridge, Charles Jones dialogó con Página/12 sobre la formación de una amplia coalición militar, liderada por Estados Unidos, y el elusivo enemigo que deberá enfrentar en vista del ataque terrorista más mortífero sufrido por la superpotencia única durante la mañana del martes 11.
–¿Es posible formar una coalición amplia como la que se realizó contra Saddam Hussein en 1990?
–Estados Unidos va a presionar en esta dirección. Una de las dificultades es que una política agresiva por parte de Israel, como la que ya está llevando adelante el gobierno de Ariel Sharon, sería un obstáculo para la incorporación de los países islámicos. Por otro lado, Estados Unidos no puede limitarse a una coalición como la actual, con países de la OTAN, que pertenecen a Occidente y que, sin más integrantes, proyectaría la imagen de un enfrentamiento entre naciones islámicas y cristianas. El hecho de que muchos países islámicos fueron víctimas de actos terroristas ayuda a la formación de una coalición amplia. El problema que tienen es la oposición interna que puede producir una coalición de esta naturaleza. Es claro que hay un fuerte sentimiento antiestadounidense en la zona.
–Sin embargo, ha habido un amplio repudio oficial en el Medio Oriente, incluso de parte de países tradicionalmente enfrentados a Estados Unidos, como Libia e Irán. ¿Es realmente imaginable que estos países o Pakistán, que apoya al gobierno talibán de Afganistán, formen parte de una coalición con Estados Unidos y la OTAN?
–Sí. Una de las razones que facilitan la formación de una coalición de este tipo es que lo sucedido el martes se puede conceptualizar como un enfrentamiento entre Estados y fuerzas irregulares. Y hay una amplia gama de países afectados por este conflicto, muchos de ellos islámicos. Esto no quiere decir que sea fácil formar la coalición y que no haya que sortear obstáculos como los ya mencionados.
–La coalición sería el sujeto de esta respuesta militar. Lo que no está muy claro es quién sería el objeto del ataque.
–Ambas cosas están muy relacionadas. Hay algunos objetos de ataque que una coalición apoyaría, mientras que otros serían intolerables. Acá podemos ver todo tipo de contradicciones: entre los países islámicos y los occidentales, entre los europeos y los estadounidenses, y dentro mismo de Estados Unidos, entre el ala dura y el ala diplomática. Los grandes temas de discusión serán la velocidad con que se reaccionará a este hecho y la magnitud de la reacción. Los países europeos están por una respuesta más moderada. En cambio Rusia puede ser un sólido aliado de Estados Unidos, en especial si se identifica a Afganistán como la causa del problema.
–Afganistán parece el principal implicado, aunque más no sea por refugiar al sospechoso número uno: Osama Bin Laden.
–Recién ahora empezamos a tener más datos sobre lo que pasó. Pero lo cierto es que todavía desconocemos la magnitud total del problema. No descartaría por ejemplo una participación iraquí en el hecho.
–Hoy (por ayer) se rumoreó que Bin Laden se encontraba bajo arresto domiciliario en Afganistán. En caso de que el régimen talibán loextraditase a Estados Unidos, ¿habría igual actos de represalia hacia el régimen?
–Sería muy difícil para una coalición justificar una acción militar, aunque obviamente la entrega de un individuo no solucionaría el problema del terrorismo. Es interesante la diferencia que hay entre lo que se decía el miércoles y lo que se está diciendo ahora. El día de los atentados, se asumía que la magnitud de lo ocurrido otorgaba luz verde a Estados Unidos para elegir la respuesta que se le ocurriese. Ahora empieza a perfilarse mucho más la idea de que se trata de un hecho singular al que hay que responder de modo proporcionado y de acuerdo con la ley.
–¿De qué tipo de acción militar estamos hablando?
–Los estrategas estadounidenses van a tener que evaluar las acciones que ejecutaron en el pasado, como el ataque con misiles y el bombardeo. Hay fuertes argumentos contra estas alternativas por la cantidad de bajas civiles que terminan causando, eso que se suele llamar con el eufemismo de “daño colateral”. Ahora que Estados Unidos experimentó directamente la cantidad de bajas civiles que puede producir una acción militar, creo que le será más difícil emprender acciones de esta naturaleza. Este hecho favorecerá a los que piensan que es necesaria una operación terrestre.
–¿Basta con una respuesta militar o se necesita una solución política?
–Una coalición no es sólo militar: es política también. De manera que dependerá mucho de la naturaleza de la coalición que se forme. Una coalición amplia implicaría una gran victoria política para Estados Unidos, pero le exigirá que, sin abandonar a Israel, ponga en juego todo su poder para neutralizar al gobierno de Sharon. De modo que la formación de la coalición tendrá un impacto en el conflicto palestino israelí. Creo además importante señalar que habrá un endurecimiento de la posición estadounidense frente a las fuerzas irregulares que operan en el mundo. Hay muchas diferencias entre un grupo terrorista y una fuerza guerrillera. Sin embargo, a partir de este hecho la política estadounidense, por ejemplo en Colombia, se inclinará mucho más hacia la supresión militar de grupos guerrilleros como las FARC que a una solución negociada al conflicto.


EL PRINCIPAL PAIS QUE APOYA A LOS TALIBANES AFGANOS
“Pakistán es una mecha muy peligrosa”

Página/12
en Francia
Por Eduardo Febbro
Desde París

“Vamos a unir al mundo”, dijo George Bush anteayer. Ayer, buena parte ya se había unido a EE.UU. Alexander Adler, politólogo y editorialista del vespertino Le Monde, analiza el acercamiento de Moscú como “un paso considerable ya que sin el apoyo de Rusia y dada la configuración geopolítica de Afganistán hubiese sido muy difícil intervenir contra los talibanes”. Adler recuerda que Afganistán está rodeado por países que son “un verdadero barril de pólvora: tiene fronteras con Pakistán y la India, dos países que detentan el arma nuclear, con Irán y con varias repúblicas musulmanas de la ex URSS que conservan parte del arsenal del difunto imperio rojo. El otro país fronterizo es China, un auténtico gigante, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y totalmente opuesto a la idea de una Tormenta del Desierto bis. Si se piensa en un ataque aéreo contra Afganistán y luego, en una segunda fase, en una invasión terrestre, lo primero que hay que obtener es el acuerdo de casi todos los países mencionados”.
La lucha “monumental del bien contra el mal” (la frase es de Bush) se anuncia sin embargo más complicada que la que se llevó a cabo contra el dictador de Bagdad. Expertos como Adler ponen de relieve la situación interna de Pakistán. El gobierno paquistaní prometió toda su colaboración a EE.UU. pero, dice Adler, “en ese país asistimos a una potente islamización de la calle. Entrar en Pakistán, la única nación que mantiene relaciones estrechas con Afganistán, utilizar su territorio o su espacio aéreo equivaldría a prender una nueva mecha. Los radicales islamistas paquistaníes son tan peligrosos como lo fueron en su momento los palestinos o los terroristas argelinos del FIS” (Frente Islámico de Salvación, autor de una sangrienta ola de atentados en Francia). El panorama se complica un poco más cuando se sabe que Pakistán no sólo mantiene relaciones estrechas con el régimen de Kabul sino que también le suministra armas, municiones y asistencia técnica. Como si fuera poco, los expertos occidentales recuerdan que en el seno de las FF.AA. paquistaníes la mitad de los hombres que las componen sostienen abiertamente al régimen de los talibanes.
Yves Boyer, geopolitólogo y miembro de la Fundación para la Investigación Estratégica, afirma que “sea cual fuere la amplitud de los blancos elegidos por EE.UU, la nueva escalada conducirá a la degradación de la estabilidad en Medio Oriente, el Golfo y Asia Central. Afganistán podría ser el epicentro de ese terremoto”.
El experto francés arguye sin embargo que los organizadores de los atentados “cometieron el mismo error psicológico en que incurrieron los japoneses en Pearl Harbor y pecaron de vanidosos. Pearl Harbor terminó cuatro anos después en Tokio pasando antes por Hiroshima y Nagasaki. Ese es el camino que los norteamericanos tomarán otra vez”.

 

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