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EL ARGENTINO QUE ESTABA EN EL PISO 25 DE UNA TORRE
“Pienso por qué ellos y no yo”

Por M.C.

Nicolás López Muñiz no sabe cómo agradecer por estar vivo. Estaba yendo al baño, en el piso 25 de la torre norte, cuando el primer avión impactó contra la mole, 55 pisos más arriba. Unos veinte minutos después, todavía sin saber con certeza qué ocurría por encima de su cabeza, inició el descenso por las escaleras atestadas de gente. Media hora más tarde estaba en la calle, sano y salvo. “Hoy fui a intentar donar sangre y me ofrecí como voluntario de la Cruz Roja. Si logré salir con vida, algo tengo que hacer para ayudar. Siento una impotencia muy grande...”, contó ayer a Página/12, desde su departamento en el Upper West Side. Nicolás, un broker de 35 años, es uno de los argentinos que trabajaba en las Torres Gemelas en el momento del atentado terrorista.
Aún está shockeado. “Algunos conocidos míos todavía están desaparecidos”, cuenta, apesadumbrado. Las imágenes del caos que vio al salir de las Twin Towers repican en su cabeza. Pero hay una que lo mortifica y angustia particularmente: la imagen de los bomberos y paramédicos subiendo las escaleras que él bajaba, unida al derrumbe de la torre, que observó ya a unas cuantas cuadras del World Trade Center, desde el Soho, hasta donde había logrado llegar a las 10.28, cuando la segunda estructura de más de cuatrocientos metros se convirtió en hierros retorcidos y polvo.
“La noche del martes fue jorobada. Todavía tenía mucha adrenalina. Pensaba en la gente que quedó atrapada, en los amigos desaparecidos... Por qué ellos y no yo... Uno empieza a cuestionarse cuál es su papel en el mundo... Tiene que haber una razón por la cual yo sí y ellos, no”, dice, con cierta congoja. Nicolás está casado con una brasileña y viven en Nueva York desde hace cinco años. Su madre vive en Barrio Norte, en la Capital Federal.
Alrededor de las 7.20 del martes, Nicolás ya estaba en su oficina de Garban Intercapital, en el piso 25 de la torre norte, donde se dedicaba a analizar y aconsejar a sus clientes sobre los cambios futuros de las monedas latinoamericanas, particularmente del peso argentino. “Me había levantado de la mesa de operaciones y estaba en el pasillo, llegando al baño, cuando sentí que el edificio temblaba. En una fracción de segundo, me pareció que la torre se inclinaba hacia un costado, tal es así que me desequilibré, casi me caigo y tuve que apoyarme contra la pared. En ese instante pensé que el edificio se caía, pensé adónde me podía meter para protegerme, pero me di cuenta de que no había lugar posible, que tenía que salir”, recordó aquellos segundos, tras el primer atentado contra una de las Torres Gemelas.
Antes de iniciar el descenso, Nicolás quiso buscar su celular. “Fui a mi mesa y agarré el teléfono, la billetera, las llaves de casa y mi portafolio. En ese momento alguien contaba que había chocado un avión, pero pensé que había sido uno chico. Los clientes llamaban y preguntaban qué pasaba”, siguió el broker argentino. Telefoneó a su mujer, que ya estaba enterada del atentado, para decirle que se estaba yendo. “La primera escalera estaba llena de gente y todos bajaban muy despacio. La gente estaba nerviosa, pero caminaba en forma ordenada. Entonces decidí ir a la otra escalera, pero como estaba llena de humo, volví a la primera. En ese momento, se escuchó otra explosión. No tenía ni idea que había sido otro avión”, continuó. Nicolás empezó a bajar aproximadamente a las 9.10. El primer avión se estrelló a las 8.48 y el segundo, a las 9.05. “Mientras bajábamos, bomberos y paramédicos iban subiendo. Llegué a la planta baja 25 o 30 minutos después. Recién ahí empecé a darme cuenta de lo que estaba pasando. El hall del edificio era destrucción y caos, como si hubiesen explotado tres bombas: humo por todos lados, muchísimo polvo, agua que salía por los caños, ascensores que se habían desplomado. Policías indicaban la salida. Crucé la calle y unas tres o cuatro cuadras después me di vuelta y miré para arriba: se veía mi torre con la parte superior en llamas y humo y la otra, con un agujero. Hasta ese momento no sabía delotro avión. No tenía idea. Decidí volver a casa, porque mi mujer estaría preocupada y entré al subte. El tren que tenía que tomar se acababa de ir. Pero, segundos después, todos los trenes se detienen y se siente un ruido extraño, fuerte. Se había caído el primer edificio. Pude salir de la estación a la calle y me encontré con la humareda de polvo, se me venía una nube de polvo encima y me las piqué. Me fui hacia el norte, caminando, completamente shockeado. Escuché que habían atacado el Pentágono, sentí que había empezado la guerra. Desde el Soho vi la segunda torre que se desplomaba”, relató. “Mirar hacia el horizonte y no ver más a las torres fue muy impactante, sentí un vacío muy grande”, describió.

El que bajó del piso 85

Por M. C.

Volví a nacer. Es una experiencia que ha cambiado ciento por ciento mi vida. Cada vez que veo las imágenes del atentado en la televisión no puedo creer que estoy vivo.” El que habla es Claudio Cacciavillani, un uruguayo de 27 años, obrero de la construcción, que estaba trabajando en el piso 85 de una de las Torres Gemelas, cuando el primer avión se estrelló contra la otra. “Vi la llamarada que causó el primer impacto, y papeles y cosas que caían. No sabía si había sido una bomba o un incendio. Pero decidí bajar”, detalló ayer, en diálogo telefónico con este diario.
Claudio demoró unos cuarenta minutos en bajar desde el piso 85 hasta la calle. Mientras bajaba, cada vez el miedo era mayor. “Cuando estaba por el piso 50 se produjo el segundo impacto. Las paredes se rajaron, el piso tembló. Pensé que era el final, que no iba a poder salir, que nos moríamos. Pensé en mi familia, en mi esposa”, describió. A medida que avanzaba por la escalera de emergencia, el descenso se hacía cada vez más lento. “Bajábamos de a dos, porque son estrechas, y en cada piso se iba sumando más y más gente. Tratábamos de mantener el orden. Muchas mujeres lloraban o gritaban, con ataques de pánico. Yo rezaba y pedía a Dios que nos diera tiempo para salir”, siguió Claudio. Habla lento. Dice que está triste y se le nota en la voz. Un compañero suyo y su jefe están desaparecidos. Desde principios de año estaban trabajando en el piso 85 en la remodelación de un estudio jurídico. Claudio tenía pensado volver en diciembre a vivir a Uruguay, de donde se fue hace dos años y medio por razones económicas, pero el atentado a las Torres Gemelas lo hizo adelantar su regreso: “Me vuelvo cuanto antes: uno viene a este país para mejorar su situación económica pero está expuesto a este tipo de ataques que en nuestro país no pasan”, comparó.

 

 

 

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