Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


DURA REACCION DEL GOBIERNO BRASILEÑO A LASCRITICAS DEL MINISTRO
“Cavallo pasó todos los límites”

El titular de Economía había arremetido contra la devaluación del real y había amenazado a Brasil con romper el Mercosur. Brasilia replicó en términos inusuales la sospechosa jugada del ministro.

El gobierno brasileño replicó duramente a las declaraciones de Domingo Cavallo, quien lo había criticado por la persistente devaluación del real, había amenazado con tomar medidas compensatorias y hasta con “rever seriamente” el Mercosur. Cavallo “pasó los límites”, dijo el presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso. En tanto, el ministro de Hacienda, Pedro Malán, contestó que “Brasil tiene un régimen de cambio fluctuante que no va a abandonar. La idea de que el país está provocando una deliberada política de devaluación está equivocada”, aseguró. Y agregó: “Si algún miembro del bloque comercial quiere pensar qué hacer con el Mercosur, la cuestión debe ser analizada conjuntamente en los foros de discusión apropiados y no a través de declaraciones a la prensa y críticas públicas a un socio que respeta a los demás”.
El real cerró ayer a 2,66 por dólar, acumulando una devaluación de más del 30 por ciento en lo que va del año. Semejante ritmo de devaluación jaquea a la producción argentina. Pero las provocativas declaraciones de Cavallo, justo en medio de la crisis internacional desatada por los atentados en Estados Unidos, suenan sospechosas para los analistas. En especial, porque Argentina y Brasil serán –según los propios bancos de inversión– dos de las economías más golpeadas por la salida de capitales que se prevé de los mercados emergentes. Tanto es así que la devaluación del real puede estar anticipando esta fuga de los inversores hacia plazas más seguras.
El pico de tensión que alcanzaron ayer las relaciones bilaterales de los dos socios mayores del Mercosur se entiende por las osadas declaraciones de Cavallo un día antes. “O Brasil cambia su estrategia y se pone a pensar que tiene que defender el salario y la jubilación de su pueblo, evitando que el real se siga depreciando, o nosotros tendremos que ver qué hacemos”, había dicho el ministro, violando la más mínima norma de la diplomacia y a manera de declaración de “guerra comercial”.
Para colmo, la depreciación del real, acelarada en los últimos días, no parece ser un efecto buscado por la administración de Cardoso, sino más bien una consecuencia de la salida de capitales del país, la que podría agravarse si –como advierten los principales bancos internacionales– la crisis posatentados provoca una mayor aversión al riesgo en los inversores. A tal situación se llegaría, obviamente, si la previsible reacción militar norteamericana deriva en una escalada de violencia global. Entonces, los capitales se refugiarían en activos más seguros (títulos del Tesoro norteamericano, oro) desprendiéndose de papeles de la deuda de los mercados “emergentes”. En ese escenario, Brasil sería todavía más perdujicado porque hasta hace poco las cartera de los inversores en mercados emergentes estaban particularmente cargadas de papeles brasileños, como forma de compensar la venta masiva de bonos argentinos.
Más aún, tal vez, esta tendencia haya empezado a activarse en los últimos días. Y la actitud del gobierno brasileño no fue promover la devaluación sino intentar frenarla, elevando las tasas de interés, la receta de manual del Fondo Monetario para sostener la paridad cambiaria. Sin embargo, la suba de tasas empeora las cuentas fiscales (al aumentar el peso de los intereses de la deuda en el presupuesto), profundiza la recesión y –como es bien conocido por los argentinos– conduce a un círculo vicioso de difícil salida.
En este contexto, la reacción brasileña suena lógica. Primero, Cardoso marcándole límites a un desbocado Cavallo. Después Malán, defendiendo una política cambiaria que los brasileños se resisten a trocar por la Convertibilidad con tipo de cambio fijo. Por un lado, porque fijar el tipo de cambio a esta altura significaría exponerse a una pérdida de reservas, cuando nadie está pensando hoy en Washington en un salvataje financiero para Brasilia. Por otro lado, porque con el tipo de cambio flexible Brasil creció en los últimos dos años. Y, pese a lo que dice Cavallo, la devaluación nominal del real no se traduce de manera directa en menor poder de compra de salarios y jubilaciones brasileñas. Justamente, porque eso no ocurre es que Cavallo está tan preocupado. Entre enero y septiembre, el dólar subió 35 por ciento, mientras que los precios al consumidor aumentaron solo 5 por ciento. “Cambio fluctuante por definición, puede depreciar como valorizar, y será mantenido”, dejó en claro Malán.
Lo que suenan insólitas son las declaraciones públicas de Cavallo. Tanto que el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini (ver aparte) tuvo que salir rápidamente a relativizarlas y poner paños fríos en la relación bilateral.
A poco de asumir, Cavallo viajó a Brasil, donde en secreto negoció con el gobierno de Cardoso una suba de aranceles para proteger a la producción argentina, azotada por tres años de recesión y la caída de la competitividad. En aquel entonces se cuidó de mantener en reserva sus fructíferas conversaciones con Malán. Por eso, nadie entiende su reacción pública del martes. A menos que, dicen algunos, que el ministro esté buscando que lo echen.

Paños fríos de Giavarini
El canciller brasileño, Celso Lafer, también salió a responderle a Cavallo: “Sus declaraciones no contribuyen para el necesario esfuerzo del Mercosur ni para la calidad de las relaciones Brasil–Argentina”, dijo. Por eso, su par argentino, Adalberto Rodríguez Giavarini, tuvo que salir a calmar los ánimos en las relaciones con Brasilia. “Argentina no se puede imaginar un futuro que no sea compartido en asociación y cooperación con Brasil”, afirmó. Para Giavarini, la relación con Brasil “se basa en una alianza estratégica que engloba temas de gran importancia que no se limitan a la problemática comercial, que por propio carácter presenta los vaivenes cíclicos de toda relación intensa”. Sobre las declaraciones de Cavallo, Giavarini evitó referirse de manera directa. Pero buscó poner paños fríos, tomando distancia de su colega de gabinete. “Quizá resulte oportuno destacar que no se debería confundir un problema puntual de la agenda macroeconómica, como es el tipo de cambio, con el grado de significación que tiene el Mercosur y en particular la relación preferencial con Brasil”, afirmó.

 

 

 

PRINCIPAL