Por
Julio Nudler
Los
laboratorios que operan en la Argentina están dando los últimos
toques a un plan que ofrecerá medicamentos gratuitos para la población
carenciada, en el contexto de un convenio que vienen negociando desde
hace cuatro meses con el Gobierno. En principio, el programa, limitado
a la atención primaria, prevé la entrega de 30 millones
de pesos anuales en remedios para pacientes ambulatorios que padezcan
patologías no cubiertas por planes oficiales ya existentes, como
el materno infantil o los que atienden a enfermos de sida, cáncer,
diabetes, Chagas o tuberculosis. Los remedios se entregarán en
las farmacias, como cualquier otro por el cual hay que pagar, pero para
obtenerlos habrá que contar con una receta especial extendida por
alguno de los llamados médicos de cabecera. Los 1233 profesionales
actualmente incluidos, diseminados en 505 municipios de todo el país,
atienden en consultorios privados o salas públicas periféricas,
o excepcionalmente en hospitales. Sólo son accesibles gratuitamente
para enfermos que carezcan de toda otra cobertura (Pami, obra social o
prepaga) y estén incluidos en padrones específicos, cuya
confección depende de la autoridad de cada distrito. Sin embargo,
no es condición imprescindible que los beneficiarios sean carecientes
o NBI (personas con necesidades básicas insatisfechas). Puede tratarse,
por ejemplo, de habitantes de pueblos rurales donde, antes de la llegada
del médico de cabecera, no existía atención alguna.
Hasta el momento el programa de médicos de cabecera no abarcaba
la provisión de medicamentos, y por la creciente estrechez presupuestaria
resultaba improbable que los incluyera en un futuro previsible, salvo
que el ministro Héctor Lombardo consiga ahora que la industria
farmacéutica los regale. Los laboratorios han prestado finalmente
su acuerdo a esta iniciativa, a partir de dos consideraciones básicas,
según admiten off the record fuentes del sector. Una es que, de
todas formas, los beneficiarios serán gente de pocos recursos (por
algo carecen de toda cobertura), que no pueden comprar medicinas, aunque
las precisen. Por tanto, no se pierden ventas. Otra es que los laboratorios
necesitan urgentemente mejorar su imagen ante la sociedad, muy afectada
por los altos precios de los medicamentos en la Argentina.
De acuerdo a fuentes oficiales, el vademécum específico
comprenderá alrededor de 70 drogas básicas (comercializadas
bajo varias marcas cada una), que bastarían en su opinión
para satisfacer las exigencias terapéuticas de la atención
primaria. En general, como a este nivel son escasas las innovaciones,
se utilizan medicamentos ya amortizados, relativamente económicos,
que no tienen los siderales precios de los nuevos. En la determinación
de la lista participa la Anmat (Administración Nacional de Medicamentos,
Alimentos y Tecnología). Para que la entrega gratuita comience
a implementarse falta la firma de un decreto, pero todavía hay
algunos obstáculos a salvar. Uno de ellos es el impositivo, ya
que los laboratorios exigen que los remedios donados sean eximidos del
IVA, y que además puedan deducirlos de Ganancias. Ni el Ministerio
de Economía ni la AFIP han respondido aún.
Según las previsiones privadas, las medicinas a donar equivalen
a un 0,8 por ciento del mercado, medido en valores. Tomando los precios
de salida de laboratorio, las ventas de remedios sumaron 3634,3 millones
de pesos durante el 2000. De todas formas, aunque los industriales de
las tres cámaras del sector incluyendo los extranjeros de
Caeme, los nacionales de Cilfa y las cooperativas de Cooperala acordaron
participar de la acción con productos por un total de 2,5 millones
de pesos mensuales, algunos temen que la demanda desborde esa previsión.
En tal caso, verán qué actitud adoptar. Los laboratorios
también están pensando en alguna fórmula para asegurar
que la carga se reparta uniformemente entre ellos, ya que puede ocurrir
que la demanda de remedios gratuitos se concentre en algunas marcas. La
ciudad de Buenos Aires, que tiene su propio programa médico, no
está incluida en principio en el convenio. En cuanto al resto del
territorio, las personas sin cobertura pueden acudir a inscribirse en
el padrón, si es que no han sido incluidas por propia iniciativa
de los responsables de su jurisdicción. En principio, tanto las
droguerías como las farmacias dieron su acuerdo para participar
de la distribución gratuita.
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