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Carceleros sospechados de prender fuego a un preso

Según declararon dos policías detenidos en la Unidad 9 de La Plata, tres guardiacárceles �uno de ellos de alto rango� quisieron matar a un preso que estaba por salir en libertad.

Por Cristian Alarcón

Tres hombres del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), uno de ellos de alto rango, caminan por el pasillo del Pabellón de Aislamiento de la Unidad 9 de La Plata. Llevan un bidón con un líquido amarillo. Entran en la celda en la que duerme un preso de 27 años al que le faltan sólo cuatro días para salir en libertad. Dos de ellos salen primero de la celda. El tercero cierra la puerta y corre. Entonces se escuchan alaridos de dolor. Esa secuencia, supuestamente ocurrida el 12 de julio pasado, surge de la declaración de dos testigos –dos ex policías, uno preso por tormentos y otro por un robo– que aseguran que los guardias intentaron matar, arrojándole nafta en el cuerpo y prendiéndolo fuego, a Aníbal Hernán Larrañaga. Increíblemente el joven se salvó. Se recupera de profundas quemaduras, después de salir del estado de coma. Esta semana fue allanada por segunda vez la cárcel en busca de información crucial que habría sido escamoteada por el SPB. Fuentes judiciales aseguraron a Página/12 que los carceleros, precavidos, llevaban libros de novedades gemelos. La familia del joven acusa: “Quisieron matarlo porque vio algo que no debía ver”.
Aníbal Larrañaga cayó preso hace dos años y dos meses después de una larga relación con las drogas. Lo condenaron por el robo calificado a una casa de venta de peluches de La Plata. Según su madre, Graciela Rodríguez, no le encontraron ni dinero ni armas de fuego, pero sí apareció un cuchillo en la vereda del local, del que él se hizo cargo cuando declaró, asistido por una defensora oficial. El fiscal que entonces lo acusó fue Antonio Andrés Raimundi. Los turnos judiciales quisieron que el 12 de julio pasado fuera también Raimundi el fiscal de turno, por lo cual ahora investiga la causa caratulada “intento de homicidio o averiguación de ilícito”. La averiguación corresponde a la posibilidad de que en realidad el delito sea el intento de suicidio.
Esa es la versión que el guardia que custodiaba el pabellón dio ante la fiscalía. Según el carcelero, la noche del 12 lo sorprendió una densa humareda que salía del ventiluz de la celda de Larrañaga y cuando abrió la puerta lo vio envuelto en llamas. El SPB no explicó por qué motivo un preso del área supuestamente más segura del penal disponía de un encendedor, el mismo que fue encontrado sobre el piso de la celda. Por supuesto que niegan la existencia de un bidón con un líquido inflamable. Simplemente sugieren que Larrañaga pretendió llamar la atención prendiendo fuego el colchón sobre el que dormía.
Fuentes judiciales le confirmaron a Página/12 que en la causa aún no fue ingresada la historia clínica que en el hospital San Martín de La Plata se lleva de Larrañaga y en la que consta el estado en el que ingresó. Esta semana, una vez que Larrañaga recuperó la consciencia, con lesiones graves en la cabeza, en las manos y sobre todo en el aparato respiratorio, pudieron operarlo por primera vez. Le amputaron cuatro dedos de una mano, uno de la otra, y una parte de la nariz. Según Graciela Rodríguez, su hijo no recuerda lo que ocurrió aquella noche cuando fue abrazado por el fuego.
A pesar de las dificultades para investigar un crimen intra muros, en este caso fueron dos detenidos en el Pabellón de Aislamiento quienes rompieron el silencio que cercaba el caso. El primero que declaró en la causa fue, paradójicamente, el ex policía Antonio Miguel Mucha Sanabria, condenado por el Tribunal Oral Criminal 1 de San Martín por tormentos realizados en celdas, en su caso policiales. Fue Mucha Sanabria quien describió la escena con la que comienza esta nota. Por ello fue trasladado de la U9 a un calabozo en un dependencia de la Policía Bonaerense. El último lunes también fue trasladado otro ex policía, como testigo de identidad reservada, que purgaba una condena por robo calificado por el empleo de armas. Su testimonio ratifica lo narrado por Mucha Sanabria. Ambos estuvieron envueltos, durante el último mes, en un sumario por tentativa de evasión, abierto por el SPB en el que se involucró a un grupo de seis presos, además de los dos ex bonaerenses. El SPB sostiene que a uno de ellos se le encontró un juego de llaves para salir del pabellón decastigo y un mapa hecho a mano de la cárcel. Al otro le secuestraron un mapa, pero esta vez de los caminos de salida de La Plata.
Fuentes judiciales le dijeron ayer a Página/12 que “se les inventó un intento de fuga” para desvirtuar la declaración que preveían que podrían hacer ante el fiscal Raimundi. Más allá de la existencia o no de ese plan, los testimonios sobre el horror que vivió Larrañaga ya están en el expediente. Lo que no terminaba de sumarse a la causa era el libro de novedades del pabellón donde ardió Larrañaga. En un allanamiento del 20 de julio se secuestró uno. Pero luego los presos contaron que ése era el “falso”, ya que por cierta precaución administrativa los guardias llevaban un doble libro. Ese habría sido el objetivo del allanamiento que se hizo el miércoles último. Si bien no existen imputados en la causa, el resultado de las pericias de los bomberos, a punto de ser entregado al fiscal, sería el dato para confirmar la hipótesis bajo la que se trabaja: tres hombres del servicio, uno de ellos un oficial de alto rango, quisieron asesinar al ladrón que estaba por terminar de pagar la condena que la justicia le impartió hace dos años. La pregunta sin respuesta por ahora es por qué los guardias quisieron matar a un preso que estaba a punto de ser liberado y que según su propia evaluación tenía conducta 10.

 

 

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